Rosario/12

El nuevo jefe de la policía rosarina asumió este martes luego de dos balaceras a una cárcel y una comisaría, y aseguró que sus objetivos son "elevar la cantidad de patrulleros, mejorar la presencia policial y estar más a disposición de los vecinos". Daniel Acosta ya había ocupado el puesto, fugazmente, a fines de 2020, pero fue desplazado por el entonces ministro de Seguridad Marcelo Sain tras reunirse con dos referentes políticos en medio de una revuelta policial. El flamante jefe -el numero 11 desde que asumió el gobernador Omar Perotti- aseguró que se va a concentrar en "mejorar la rapidez" en la respuesta policial y en "trabajar duro para prevenir el delito".

"Mi objetivo primordial es poner más patrulleros en la calle, para que se note más la presencia policial", dijo aunque se atajó de entrada argumentando que "con la demanda en una ciudad tan grande, nunca va a ser suficiente".

"El ciudadano quiere salir a la calle y ver a un patrullero que esté cerca, quiere ver la presencia policial. Sabemos que el tema de las balaceras, los homicidios es algo más complejo y cuando pasa el móvil lo pueden hacer a la distancia, pero creo que lo principal es que la gente salga a la calle y vea que hay presencia policial" se sinceró.

Acosta asumió en medio de una crisis de seguridad que azota a esta ciudad, que suma 130 víctimas de homicidio en lo que va de 2023 y que registra balaceras casi a diario, como la de la comisaría 16 del barrio Tablada y, por sexta vez, el Complejo Penitenciario de Rosario, donde dejaron sendas notas amenazantes. En los dos ataques los testigos vieron a dos personas en moto que ejecutaron los disparos. Como si fuera poco, hay que recordar que la comisaría 16º fue vallada hace dos meses luego de que fuera baleada.

Estos episodios, sumados a la ola de crímenes y a las amenazas que provocaron el cierre en cuatro colegios –por el momento las investigaciones señalan a alumnos como responsables de algunas intimidaciones–, llevaron al intendente Pablo Javkin a plantear que “están pasando cosas muy extrañas en la Policía”. El intendente está convencido de que algunos uniformados actúan con premeditada indolencia y opinó que no existe “un mando estructurado”. Tras el acto realizado en la Jefatura rosarina, que no contó con la presencia del ministro de Seguridad Claudio Brilloni, el nuevo jefe dialogó con la prensa y aseguró que el lunes por la noche mantuvo una reunión con el ministro de Seguridad y el jefe de la policía, y que la orden que recibió fue "concisa: elevar la cantidad de móviles en la calle, que se note más la presencia policial y que estemos disposición del vecino para todo lo que se requiera".

En ese sentido, Acosta reconoció que "ahora tal vez es más complicado que hace dos años atrás", cuando estuvo en el cargo. "Por eso también aprovecho para instar al personal policial a que nos acompañe y que entre todos podamos salir de este flagelo y trabajar duro hasta lograr controlar el delito". El nuevo jefe enfatizó que la función de la policía es la prevención. "Estar en la calle, con los patrulleros, a pie, en moto. La presencia es fundamental para disuadir el delito".

Acosta aseguró que ocupar nuevamente este cargo es un desafío. "No quiero fallar a mis superiores, ni a la ciudad ni a mi familia, porque soy de Rosario y tenemos que hacer lo imposible para lograr mejorar todo".

En rigor hay que decir que Acosta ya ocupó esa cartera entre setiembre y diciembre de 2020, pero su suerte quedó echada cuando admitió haberse reunido en dos oportunidades con los dirigentes peronistas Ángel Baltuzzi y Carlos Carranza, ambos ex ministros de Carlos Reutemann, y que tuvieron bajo su mando la Policía provincial. Para Sain significó haber roto una orden expresa que se le dio a todos los jefes policiales: tienen prohibido reunirse con políticos, a excepción de los jefes comunales con los que interactúan por cuestiones operativas. Pero había otro motivo, y es que ambos se enrolaban en un sector del peronismo por entonces enfrentado al Perottismo donde fichaba Sain: el sector alineado Armando Traferri, por esos días en el ojo de la tormenta por una investigación sobre juego clandestino cuyos fondos podrían haber llegado a manos del senador, que nunca se sentó frente a un juez a reconocerlo o negarlo amparándose en sus fueros. Por eso cabe hoy la lectura de que el recambio del jefe policil podría deberse también a un realineamiento político para evitar más stress por violencia en las calles rosarinas. Esto, si es que alguien puede garantizarlo, algo que nadie se atrevería a vaticinar hoy.

Los cambios en la jefatura rosarina llegan en tiempos en los que se definen ascensos y pases a retiro dentro de la fuerza, un trámite que siempre genera tensiones. Y la marea pública que provoca la inseguridad se traslada inevitablemente a la política. En los últimos días la figura de Brilloni –el cuarto que conduce la cartera de Seguridad durante la gestión de Perotti–, quedó envuelto en rumores que llegaron a poner en duda su continuidad en el cargo. El ministro, que ha recibido el respaldo y los elogios hasta de figuras de la oposición, parece atravesar un tiempo de tensiones hacia el interior del Gobierno provincial. Brilloni viene reclamando mayor respaldo en materia de recursos para sostener las políticas de seguridad. Sus pedidos no parecen tener la receptividad que él espera, en especial de funcionarios clave dentro del riñón perottista.