Ni Marcelo Sebastián D’Alessio era un espía ni el fiscal Carlos Stornelli requirió sus servicios para desquitarse de dos personas que lo molestaban –el abogado José Manuel Ubeira en la causa de los “cuadernos” o el exmarido de su actual pareja, Jorge Castañón–. Cuatro años después de que estallara el primer escándalo sobre el espionaje durante el gobierno de Mauricio Macri, Stornelli consiguió dos hazañas: primero fue el pase de la investigación desde Dolores a Comodoro Py –un terreno que pisa de local– y después que Ercolini le dictara una falta de mérito que lo deja muy lejos de la posibilidad de sentarse en el banquillo para explicar sus andanzas con el falso abogado. Ubeira le confirmó a Página/12 que recurrirá la decisión del magistrado.
Los vínculos entre Stornelli y D’Alessio salieron a la luz a finales de enero de 2019, cuando el empresario Pedro Etchebest se presentó en el juzgado federal de Dolores –entonces a cargo de Alejo Ramos Padilla– para denunciar que habían intentado extorsionarlo. D’Alessio terminó preso y Stornelli fue llamado a indagatoria. Durante casi nueve meses estuvo rebelde ante la justicia porque no quería presentarse ante Ramos Padilla. El juez logró indagarlo finalmente el 29 de noviembre de 2019 –cuando quedaban menos de dos semanas del gobierno de Macri– y lo procesó por ser parte de una asociación ilícita junto con D’Alessio que tenía terminales en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), en el Ministerio de Seguridad y en el Ministerio Público.
Hacia finales de 2020, la Cámara Federal de Mar del Plata podó gran parte del procesamiento de Stornelli, pero confirmó su responsabilidad en dos casos: el intento de hacerle una cámara oculta a Ubeira –actualmente abogado de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en la causa por el intento de magnicidio– y por el intento de hacerle una “cama” al exmarido de su actual pareja.
El caso Ubeira
El interés del dúo Stornelli-D’Alessio sobre Ubeira arrancó el 28 de diciembre de 2018. Para entonces, estaba en pleno trámite la causa de los cuadernos, que estaba en manos de Stornelli y del juez Claudio Bonadio. En ese expediente, Ubeira representaba a Oscar Thomas, exdirector de Yacyretá. A partir de ese día, Ramos Padilla rastreó comunicaciones en las que Stornelli le decía a D’Alessio que convenciera a un abogado, Rodrigo González, de hacerle una cámara oculta. Según la versión de D’Alessio, González no quería hacerlo porque eso podría tener impacto en otra causa en la que intervenía con Ubeira, la que mediáticamente se conoció como la “ruta del dinero K” y en la que la semana pasada pidieron el sobreseimiento de CFK. En ese momento, Ubeira representaba a Federico Elaskar y González, a Leonardo Fariña.
El 5 de enero de 2019, D’Alessio le mandó un mensaje a Stornelli para preguntarle a qué hora se encontrarían en Pinamar. En la comunicación se refería a un abogado que lo quería “girar”. Stornelli le contestó: “Cuando quieras”. El encuentro se produjo el 8 de enero de ese año. D’Alessio viajó con Etchebest, que registró lo que pasó. D’Alessio y Stornelli estuvieron largo rato reunidos en el balneario CR.
A los tres días, D’Alessio le escribió: “Ya tengo los datos del letrado atrevido”. El 23 de enero insistió: “Ya puse en marcha el plan con la cámara loca para este ganso”. D’Alessio también le contó del plan a Etchebest –que lo grabó– e incluso le mostró unas notas que había tomado. Las notas aparecieron en un cuaderno de tapa de cuero negro que Ramos Padilla secuestró en el country donde vivía el falso abogado.
Stornelli le pidió a Ercolini que revocara el procesamiento por el caso Ubeira. Argumentó que, en todo caso, la maniobra no se había ejecutado y que en ningún mensaje surgía que se tratara de Ubeira. También afirmó que no se podía decir que las notas que figuraban en el cuaderno de D’Alessio –que sí mencionaban a Ubeira, que incluso decía que había sido abogado de Juan José Ribelli en el caso AMIA y que terminaba con una cita de Truman Capote, “A sangre fría”-- hubieran sido tomadas en la reunión del balneario CR.
Ercolini le dio la razón a su compañero de Comodoro Py y dijo que las anotaciones podían ser parte de las maniobras “ardidosas” que solía urdir D’Alessio o de sus propias maquinaciones.
El caso Castañón
El 11 de enero de 2019, Stornelli le mandó unos datos por WhatsApp a D’Alessio de Jorge Christian Castañón. “Decía que era piloto de la Marina; después lo echaron, no sé por qué”, explicaba y remarcaba que era peruano. “Siempre fue bagayero”, agregaba con desdén. Después de recibir la información, D’Alessio simplemente respondió: “Ya me encargo”.
A los tres días, Stornelli le preguntó si había averiguado algo del exmarido de su actual pareja. D’Alessio le dijo que era piloto de una subsidiaria de la estadounidense United Airlines y que no estaba habilitado a hacer viajes al exterior. En algún momento, Stornelli le preguntó a su compinche si se podía advertir del “bagayo”, es decir, denunciar que Castañón supuestamente ingresaba mercaderías de forma ilegal. “Yo le haría algo un poquito peor”, sugirió D’Alessio.”Por eso quiero hablarlo personalmente con vos, no por acá. Le pondría algo en la valija, ¿viste? Y ahí se deja de joder”.
Como evidentemente en este caso no podía negar que se estuviera refiriendo a Castañón, Stornelli argumentó que estaba muy preocupado por su familia y que se lo había comentado a D’Alessio en una de sus visitas a la fiscalía. La versión que dio es que estaba alarmado porque había tenido una relación violenta, un divorcio traumático y quería saber si Castañón como piloto accedía a pasajes gratis para viajar con sus hijas.
El argumento de Ercolini para zafar a Stornelli en este caso fue que efectivamente D’Alessio le pasó información pero que ésta no era confidencial ni reservada y que, además, nunca se pudo acreditar que D’Alessio fuera parte de la AFI o de otro servicio de inteligencia, por lo cual no se podía decir que estuviera violando la Ley de Inteligencia.
Nunca se pudo acreditar que D’Alessio fuera un integrante orgánico de la AFI, aunque era parte de su ecosistema. En la causa figura que Pablo Pinamonti –el jefe del Proyecto AMBA y un viejo conocido de Stornelli– le había prometido una dirección en la exSIDE si cumplía con una serie de operaciones. D’Alessio se movía con Rolando “Rolo” Barreiro, que era integrante de la AFI, y con el excomisario Ricardo Bogoliuk, que fue el jefe de la base Ezeiza del Proyecto AMBA. Ramos Padilla, además, encontró informes que confeccionaba D’Alessio para ser elevados a la AFI.
Doble vara
De la resolución que firmó este martes Ercolini podría inferirse que no hubo delito en los casos de Ubeira y Castañón. Si Stornelli no incurrió en delito alguno, D’Alessio tampoco. Lo curioso es que el mismo Ercolini elevó a juicio al falso abogado por estos casos. Aun no se sabe cuándo deberá sentarse en el banquillo.
Lo que es claro es que Comodoro Py salió al rescate de uno de sus hijos pródigos –el fiscal Stornelli– como lo hizo también cuando estalló el escándalo del viaje de sus señorías a Lago Escondido con espías, empresarios de medios y el entonces ministro de Seguridad porteño Marcelo D’Alessandro. Ercolini fue parte de la comitiva y, por los chats filtrados desde el celular de D’Alessandro, se supo que fue parte activa en las maniobras para ocultar las posibles dádivas y minimizar el impacto de la travesía revelada por Página/12.
La suerte le mostró su mejor cara a Stornelli en diciembre de 2021, cuando la Cámara Federal de Casación decidió sacarle la causa a Martín Bava, el reemplazante de Ramos Padilla en Dolores. La decisión se conoció 20 días después de que Bava dictara el procesamiento del expresidente por mandar a espiar a las familias de los 44 tripulantes del ARA San Juan, el submarino que se hundió en noviembre de 2017.