Eduardo de Pedro caminaba por Las Heras cuando una mujer se acercó y le preguntó si era “Wado”. Él respondió que sí y ella se presentó: le dijo que era la hija de uno de los militares que había asesinado a su madre, Lucila Révora. Como percibió que el nombre le resultaba perturbador, la mujer atinó a decirle: “Quedate tranquilo, te quiero pedir perdón porque yo tengo a mi padre en la cárcel, lo puedo ir a visitar, puedo pasar las Fiestas con él y sé que vos no”. El episodio –relatado en las últimas horas por el ministro del Interior y posible precandidato presidencial del Frente de Todos– conmovió a distintos sectores. Desde el colectivo Historias Desobedientes –que agrupa a familiares de genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia– salieron a señalar el efecto reparador del encuentro “cuando se reconoce el daño generado y la necesidad de justicia”.
Analía Kalinec es referente de Historias Desobedientes desde su conformación en 2017, el año en que la Corte reavivó –con el fallo del 2x1– el fantasma de una libertad anticipada de aquellos que secuestraron, torturaron, asesinaron, desaparecieron y se apropiaron de los hijos de sus víctimas. Analía es la hija de Eduardo Kalinec, un integrante de la Policía Federal Argentina (PFA) condenado a prisión perpetua por los crímenes cometidos en los centros clandestinos conocidos como Atlético-Banco-Olimpo. Por denunciar su accionar y por reclamarle que rompa el pacto de silencio, Eduardo Kalinec –a quien conocían como "Doctor K" en los campos de concentración– quiso que la Justicia declarara indigna a su hija, pero no lo consiguió.
Ni Analía ni sus compañeros de Historias Desobedientes saben quién es la mujer que se acercó a Wado para disculparse por los crímenes de su padre, pero están profundamente movilizados por el encuentro que relató el ministro. Así le contó Analía Kalinec a Página/12 mientras iba camino desde la escuela en la que trabaja a la Facultad de Derecho.
– ¿Ustedes cómo se vinculan desde Historias Desobedientes con la figura del perdón?
– Nosotros no podemos pedir perdón por algo que hicieron nuestros padres. El perdón tiene que ver con un arrepentimiento por parte de la persona que hizo un daño.
– ¿Qué los impulsó a sacar el comunicado?
– Nos movilizó el hecho de que se puso el tema en agenda, que un referente político y posible candidato de un espacio que nos interpela esté hablando de un tema que nos toca tan íntimamente. Quisimos salir a decir que apoyamos estas reflexiones, que estamos trabajando en este tema.
– Hay un sector pro-reconciliación que quiso leer de otra forma lo que contó De Pedro, que tiene una reconocida trayectoria como militante de HIJOS…
– Eso va a ser inevitable en un contexto en donde se discuten cuestiones de poder. Más allá de las especulaciones que puedan hacer algunos medios o algunos sectores, esto está pasando –el encuentro entre víctimas y descendientes de los victimarios– y algo se está sanando en esos encuentros desde lo humano. Por eso necesitábamos pronunciarnos porque esto es algo que se está dando en la calle, en los espacios en los que circulamos como agrupación.
– Eso es posible porque son hijos que repudian el accionar de sus padres genocidas…
– Estos efectos son reparadores y sanan cuando se reconocen la necesidad de justicia y el daño que se generó. Estamos hablando de hijos que no somos negacionistas y que entendemos que nuestros padres tienen que estar presos.
– ¿Qué significa para ustedes la figura de Wado de Pedro como potencial candidato y eventual presidente, siendo que es hijo de víctimas del terrorismo de Estado?
- Tiene que ver con lo que dijo Cristina (Fernández de Kirchner) en su discurso, que esa generación que quisieron eliminar, esa generación diezmada, esas ideas que quisieron hacer desaparecer aún perviven. Que sean las nuevas generaciones las que tomen esas banderas me parece que da cuenta de la lucha de un pueblo que no se ha dejado vencer.
– ¿A vos personalmente cómo te impacta la situación de "Wado", porque en el operativo en el que desaparecieron a su mamá y lo secuestraron a él intervinieron efectivos del Olimpo, uno de los centros clandestinos donde operó tu padre?
– Siento algo que me traspasa. Más allá de todo lo que pudo haber hecho mi papá, de todo lo que pudo haber pasado, es el aquí y el ahora que me encuentra en un lugar de compromiso social, de amor y de construcción de una sociedad más igualitaria que viene a contrapelo de lo que defendía mi papá. Hay dos modelos de entender la patria o al otro.
– ¿Cómo viven ustedes –que repudian los crímenes de sus padres o de sus familiares– que haya sectores que los reivindiquen?
– Nuestra primera actitud ante eso es decir: “Asesinar está mal, torturar está mal, apropiarse de bebés está mal”. Cuando vemos personas que reivindican o que miran para un costado frente a lo que hicieron sus familiares, lo menos que podés sentir es repugnancia.
– ¿Tienen algún plan de reunirse con De Pedro?
– Ojalá. Nosotros le transmitimos nuestro apoyo.