Un 87% de las mujeres que viven en barrios populares de la Argentina son responsables del hogar, y en el 93,2% de los casos, ese rol es asignado a mujeres cisgénero. Mientras dedican en promedio más de 8 horas diarias al trabajo no remunerado, el 57% de las que tienen trabajo con ingresos lo hacen en la economía popular. Sólo el 6,7% trabaja en el sector asalariado registrado. Las cifras del “Relevamiento sobre condiciones socioeconómicas y uso del tiempo de las mujeres y personas travestis-trans en barrios populares”, del Observatorio de Géneros y Políticas Públicas (OGyPP) en la Secretaría de Integración Socio Urbana (SISU), del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, resumen un total de 2.255 encuestas realizadas durante cuatro meses de 2021, a mujeres de barrios populares de seis provincias, con edades promedio de 36 años, y un 57% de ellas de entre 21 y 49 años.
El informe analiza las condiciones de vida y el uso del tiempo de las mujeres cisgénero y personas travestis-trans en esos territorios, “con el objetivo de aportar a la generación de insumos y proyectos de promoción de derechos en el proceso de integración sociourbana para mujeres e identidades LGTTBIQ+”, explica. Las encuestas se tomaron en 108 barrios populares de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Mendoza, Tucumán, Corrientes, y de la Ciudad de Buenos Aires (CABA), inscriptos en el Registro Nacional de Barrios Populares en Proceso de Integración Socio Urbana (ReNaBaP), donde se identificó el rol de las mujeres como responsables de la mayoría de los hogares.
“Esta responsabilidad también supone la recarga del trabajo de cuidados no remunerados en detrimento de los ingresos de esos hogares -se advierte-, con tareas demandantes de tiempo que no permite la realización de otras actividades.” Precisamente, el 54,4% de los hogares registra ingresos por debajo del monto mínimo necesario para alcanzar la canasta básica total necesaria para la vida de una persona (33 mil pesos en el período encuestado). Sólo el 5% de los hogares monomarentales tenían ingresos mayores a 65 mil pesos.
Si bien el 23% de las encuestadas declaró haber participado en espacios sociocomunitarios, la mayoría (85,2%) lo hace en ollas y comedores. En promedio, dedican 2 horas con 45 minutos por día a la participación en esos espacios. Sobre el tiempo dedicado a trámites, los más mencionados se vinculan con la Anses, mientras que el dedicado a trámites sobre la salud que más demandó fue el de control médico, con un promedio de 4 horas y 25 minutos por mes. La realización de denuncias, si bien alcanzó solamente al 3,8% de encuestadas, demandó 6 horas y 16 minutos de gestión, implicando que la mitad tuviera que acudir al dispositivo en más de una ocasión para concretar esa denuncia.
Los principales problemas son la falta de servicios de luz, de agua y de gas natural entre otros (23,2%), en segundo lugar la falta de asfalto, veredas y trazado urbano (19,4%) y, en tercer lugar, la falta de espacios verdes (16,8%). “Las actividades que les gustaría realizar si tuvieran más tiempo, están vinculadas a la formación (estudiar, 16,9%) y el cuidado personal (hacer ejercicio, 16,8%, y descansar, 14,6%), así como las que predican sobre la autonomía económica (trabajar de manera remunerada, 16,5%) y socialización (salir con amigas, juntarse a charlar, 15,5%).”
El relevamiento también da cuenta de los obstáculos que surgieron para acceder a la población LGBTIQ+. Según lxs investigadorxs, la mayor disgregación, el aislamiento
producto muchas veces de la discriminación cotidiana, sumado a la desconfianza
a la hora de tener que responder una encuesta, “hicieron que fuera una
población de muy difícil acceso. Se obtuvieron respuestas de 29 personas
LGBTIQ+ que fueron contactadas a través de las redes tejidas por las
organizaciones barriales”, y que permitieron desarrollar características
sociodemográficas.
Para acceder al informe completo: https://www.observatoriodegeneros.com/