Este 2 de junio se conmemora el día del Bombero Voluntario y desde el Área Digital de Telenueve queremos contar historias de superación y entrega. Bomberos y bomberas de Ciudad y Provincia cuentan por qué eligieron este oficio, cómo es la vida en el cuartel, cuáles son las motivaciones y los momentos más difíciles que tuvieron que superar.

Pasión, esfuerzo y dedicación

Carina Marucchi es 4° Oficial del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de San Telmo y siempre tuvo latente esa necesidad de ayudar. Trabaja en el Servicio de Emergencias de Ambulancias, y fue a raíz de un accidente que se dio cuenta de que tenía que hacer algo más: “Hubo un choque entre autos y tres personas terminaron falleciendo. En el momento estaba a tres metros del accidente y yo sentía que quería ayudar, pero no tenía las herramientas”. Eso la marcó.

Fue gracias a un compañero del Servicio de Ambulancias que descubrió el cuartel. “Llegué y sentí que ese era el lugar. No me sentí nunca así en otro lado. No me sentía distinta. No me sentía discriminada. Me gustaba todo. Y pensé que esto era para mí y nunca más me fui”, dice entusiasmada.

Pero cada bombero tiene su crónica. “Mi historia es de muy chiquito. Vivía en un conventillo acá en La Boca y, en el patio, tenía un camioncito autobomba y una bolsita con madera de cajón de fruta. Entonces lo prendí fuego y hacía que lo apagaba”, cuenta Juan Carlos De Luca, 2° Jefe de Bomberos Voluntarios de La Boca.

La Asociación Italiana de Bomberos Voluntarios de La Boca se fundó el 2 de junio de 1884 y es el primer cuartel del país. “Cuando escuchaba la sirena antiaérea, iba a la puerta del conventillo y miraba a los bomberos. Y hasta que un día dije ‘quiero ir hasta allá arriba’ y bueno, y acá estoy”, agrega.

Juan Carlos lleva toda una vida siendo bombero voluntario. Con el paso de los años, la experiencia acumulada, la dedicación y las capacitaciones, entre otras, ascendió y hoy se desempeña como Jefe 2 del Cuerpo. Además, trabaja en el Gobierno de la Ciudad y estudia Seguridad e Higiene. Su hijo, también siguió sus pasos y ejerce la misma profesión.

Junto a él está Juan Carlos Milanesi, Presidente del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de la Boca, quien ingresó al cuartel a los 12 años y estuvo al servicio durante mucho tiempo, pero en la actualidad se desempeña desde otro lugar: “Desde chico tuve admiración por los bomberos que, de hecho, hasta el día de hoy, veo un bombero y se me cae la pera. Siempre tuve esa devoción por los bomberos”, cuenta.

“Hoy me toca tener la responsabilidad de la institución como presidente hace 18 años, y bueno, es otra mirada, aunque tiemblo todavía. Ya no sentís la gota fría a la espalda, pero también interpreto que esa no es mi función y sé que lo hacen mejor por la tecnología y el entrenamiento”, agrega.

Por otro lado, están las ganas de aprender y la juventud de los que tienen menos tiempo en el oficio. Franco Goro es Bombero Voluntario de San Fernando, tiene 27 años e ingresó al Cuartel a los 18.Es una fantasía de chico, de ver los camiones, de escuchar la sirena, de verlo como un estilo de superhéroe, de ídolo. Y bueno, llegué”, dice emocionado. Él, además, trabaja y estudia la Licenciatura en Seguridad e Higiene.

Experiencias y miedos: la tragedia de Iron Mountain

Sobre la situación más difícil que le tocó vivir, De Luca responde con un brillo especial en sus ojos: “Fue Iron Mountain. No solo por la magnitud del incendio que fue un depósito, sino por todo el personal caído en servicio en cumplimiento al deber. Una pared hizo estragos”. “No lo esperás, siempre el bombero es quien va a rescatar y en este caso, nos tocó al revés, las víctimas fueron quienes habían ido a ayudar”, añade.

El trágico incendio y derrumbe del depósito de Iron Mountain el 5 de febrero de 2014, en el barrio porteño de Barracas, le costó la vida a ocho bomberos voluntarios y dos rescatistas de Defensa Civil. “Cuando cae la pared, acudimos en ese momento los que estábamos en otra esquina, vamos con Medina (el 1° Jefe de Bomberos) con otro oficial a ayudar a las víctimas y el incendio siguió y la dotación se dividió entre los que estábamos haciendo el rescate de las víctimas y los que seguían con la extinción”, detalló.

En ese incendio no solo participaron los bomberos de La Boca, sino varias dotaciones de bomberos de la Policía Federal y los Bomberos Voluntarios de Vuelta de Rocha, San Telmo y Puerto Madero. También, se sumaron agentes de Defensa Civil, de la Policía Federal Argentina, la Policía Metropolitana y la Prefectura Naval Argentina.

El miedo es una constante en la vida de los bomberos. “Cuando venís al cuartel, tenés miedo cuando te ponés a pensar en todo lo que implica el servicio… Uno lo piensa. Lo que pasa es que cuando suena la alarma, dejás de pensarlo, pero no dejás de tenerlo en cuenta”, comentó. “El bombero que te dice la persona no tiene miedo, este es peligroso porque el miedo es una barrera, una alerta que yo tengo para no hacer una cosa que no debo hacer”, agregó.

Aunque, cada bombero regula el miedo y lo afronta de distinta manera. Sobre esto, Carina sintetiza: “Lo veo como una advertencia en el momento de la acción”. “Hace tres semanas fuimos a un incendio grande en un conventillo y tuvimos que ingresar y los techos se desmoronaban. Y en ese memento no estaba pensando en realidad que se podía caer el techo encima, sino en cómo salir. Seguí trabajando normal con la precaución de ver eso”, relata.

Mirá el informe completo ACÁ y sus testimonios en el video.