2 al 3 de julio

Le pido a Yuyo Gardiol algunos peces. Son unos hermosos cadáveres traslúcidos de peces de varios colores que parecen flotar en el aire, en una instalación que ella está desarmando. Le pido uno anaranjado y uno verde amarillento, que es más raro. Me los da con la condición de que no los eche sobre el capot de un auto en medio del desierto. Me habla mientras prepara el lugar para un recital de punk rock. Voy a salir pero me lo impide el recital. Cuando termina, todos desaparecen. Me quedo sola con mis peces muertos y salgo también.

    

6 al 7 de julio

Duermo en el viaje y sueño que me dejo llevar dormida por la correntada de un río.

 

8 al 9 de julio

Para resolver una discusión con una mujer de autoridad sobre el sentido de la palabra "intelectual", tengo que ir a buscar algo a un lugar peligroso que yo misma construí. Voy en un ascensor que se detiene al hacer tope contra el cielo raso pero sigue funcionando y ese es el peligro. Que se recalienta y explota todo. Más allá hay una pequeña oficina que funciona como embajada de la Rusia comunista. Allí llevé a mi gato el Colorado. Lo adoptaron y ya no me reconoce. Su amigo Melón (que es otro gato colorado, más joven) se rebela contra toda autoridad de cualquier ideología. Se desmaya y tengo que rescatarlo. Vuelvo sin el objeto a la discusión con la mujer de autoridad. Le señalo una tautología. Me despierto en Tucumán.

    

13 al 14 de julio

Se me instruye sobre cómo hablarles a los animales. No tengo que alzar la voz porque se asustan. Debo susurrarles. A menos que estén lejos, entonces sí los puedo llamar gritando.

 

14 al 15 de julio

Tengo que presentar un libro que fue financiado por una empresa constructora. No leí el libro pero visito la oficina de la empresa. Noto que al lado había un asentamiento precario pero ahora quedan solamente las casillas, que son bastante compactas. Deduzco que la empresa les compró las casillas a sus habitantes para que se muden a otro sitio, pero no encuentro a nadie a quien preguntarle si fue así. Llego tarde a la presentación pero todavía encuentro el auditorio lleno de gente esperándome. Empiezo a hablar. Mientras les cuento mi suposición sobre la constructora, que habría financiado la edición del libro construyendo en los terrenos ganados a sus habitantes precarios, el auditorio se transforma en un colectivo de línea y sus pasajeros se van bajando. Quedan muy pocos a quienes hablarles del libro, que todavía no leí.

 

15 al 16 de julio

Cartu está muy apurado yendo al bar con tres amigos. Tienen que salvar a un gran animal marino muy reverenciado por ellos, que es como un pulpo con dos tentáculos que usa para desplazarse por agua y tierra. Perdió uno en un accidente y ellos le cortan el otro.

Cuestiono ese procedimiento porque deja varado al animal. Me dice Cartu que el animal va a estar bien. Le pregunto si los tentáculos se regeneran. No recuerdo su respuesta.

 

16 al 17 de julio

Voy por un pasadizo que conecta las casas de varios pobres a través de toda una manzana. En el sueño recuerdo otro sueño donde anduve antes por ese mismo pasadizo. Esta vez descubro unas cámaras que la Municipalidad les puso para que cualquiera haga un tour virtual y vea cómo viven los pobres. Me indigno por esta invasión a la privacidad, pero ellos están resignados. En ese gran espacio triste y sombrío me encuentro con un conocido muy alto, de más de dos metros, que me dice su nombre completo y lo repite para que lo recuerde.

    

17 al 18 de julio

Estoy de viaje en Madrid y tengo que tomarme el avión de regreso. Se va acercando la hora y no me bañé ni armé el bolso. Todavía estoy a tiempo, pero me encuentro con cada vez más personas queridas que me distraen con sus comentarios. En la búsqueda de mis cosas, que están diseminadas por todo el edificio, me encuentro con mi amiga Marga. Recién ahora tomo conciencia de la estructura completa del edificio. El avión sale en una hora. Me quedo.

    

19 al 20 de julio

Me despierto en mi cama pero no en mi casa. A mi izquierda hay una gran pizarrón negro y sobre él un texto escrito en cursiva con gel brillante. Sólo es legible bajo cierto ángulo de luz. Lo toco en un borde y lo borroneo. Detrás del pizarrón hay un teatro. Soy parte de una obra.

    

20 al 21 de julio

Me encuentro con los poetas porteños treintañeros de los años '90. Al mismo tiempo, es la época actual, la del macrismo. Uno de los poetas no aguanta más y se quiere pegar un tiro. Pide que alguien lo ayude con un ritual que quiere hacer antes de matarse. Las paredes están pintadas de un rojo azulado oscuro. Lo ayudo al poeta con el ritual, que consiste básicamente en un cambio de ropa. Lo ayudo a ponerse unos pantalones amarillos que le quedan grandes.

Cuando ya me gané su confianza, le pregunto si en vez de quitarse la vida no se le ocurrió acaso la posibilidad de arriesgarla haciéndose guerrillero. Va a morir igual y de paso puede ser que mejore algo para otros. Luego le pido ver unas historietas que él ha dibujado. Me dice que ningún editor se las quiere publicar y él está cansado de insistir, y que también por eso es que quiere pegarse un tiro. Se las ordeno de tal manera que forman el original de un fanzine. La idea del fanzine le gusta. Quiere hacer al menos uno para ver cómo queda. Como ya son más de las siete de la tarde de un viernes, le sugiero que espere hasta el lunes, hasta que vuelva a abrir la fotocopiadora. Cuando miro atrás, hacia el oeste, veo que la fotocopiadora de calle Córdoba entre Suipacha y Avenida Francia sigue trabajando. Me despierta el cartero.