Bar vista al río. Mañana de sol y llovizna de a ratos. Ella habla, yo escucho.

-Vos escribís en el diario….nada que le interese a nadie. 

La chica se lleva la taza a los labios con un mohín de desprecio exagerado. La cita convenida, el encuentro esperanzador en lo amoroso se va tornando algo confuso, desvaneciéndose con sus afirmaciones.

-¿Quién se creen ustedes que opinan sobre todo y como si supieran, además? Deja el pocillo sobre la mesa. -Ni atinás a contestarme; el que calla otorga.

Solo atino a responderle: -¿Nosotros? Que yo sepa no soy esquizofrénico de creer que soy varios a la vez.

-Ahí tenés: siempre haciéndose los ingeniosos y son incapaces de hablar en serio y confesarse.

-¿Confesarme de qué?

-De que son una nada. Déjense de escribir y escribir y escribir. Son los Reyes de la Revolución Panfletaria que se publica en el Página/12.

-Es lo único que sé hacer.

-Eso es lo que te hicieron creer. Aprendé de los albañiles, podrías cargar bolsas. Ser repositor, taxista, camionero, carnicero…gente de laburo, no zánganos como ustedes. O como Grabois, el abanderado del choripán.

Pienso en la respuesta: si la contradigo explota, si le doy la razón admito todo. Esto no va a funcionar: hay un alerta que llega desde el paladar hasta el sexo y anuncia que es mejor retirarse porque el atractivo se va esfumando. Paso a otra hoja de mi libro de defensa personal.

-Si yo dejara de escribir. ¿Vos me querrías?

-No te hagás el idiota: tuve esta cita para decirte lo que pienso no para acostarme con vos. Saliste a disculparte como un pelele queriendo limpiar tu imagen más sucia que una papa.

-No fue disculpa, fue una aclaración. Además, soy prostático, no pensaba invitarte a la cama -. Toma aire guardado de siglos, se sonríe de costado sin ganas. Está hermosa pese a que la presiento como mi enemiga. Pero es implacable en su enojo.

-Escriben sobre todo, desde su sillón para zurditos que compraron usado o se afanaron de algún ministerio. Buscan la verdad sin saber qué es, se hacen los sensibles, los investigadores de la justicia terrenal y descreen de la otra, la de un orden sagrado. Son ateos cuando les conviene, abortistas, comunistas, cocoliches, repartidores de panchos y cocas, militantes de la nada. Adoran a Snowden, a Assange, a Lula, a Camilo Cienfuegos, al Che, a Rusia, a China, al gangoso de Cortázar, a Galeano y a Eva Duarte. Se creen que por alguna frase bien armada van a ganar el Pulitzer. El premio Puloil van a ganar. Y encima les falta aprender a fregar. Creen que sus frases van a limpiar la faz de la Tierra. Son ecologistas truchos, amantes truchos, justicieros truchos, sociólogos truchos, héroes truchos, vanguardistas truchos, artistas truchos, truchas y truchos de a miles. Son un ramo de vegetales no de florcitas postmodernas.

Me admiro con la imagen. Es perfecta. Me sonrío.

-Dale, te reis de los nervios, gil. Atacaste a los del Parque, a los del Pro, a todos desde tu trono de canchero y arrugaste pidiendo disculpas después. Escribiste sobre los gorilas despectivamente. Aman a Serrat y a la revolución cubana pero se mean en los pantalones si hay que agarrar una gomera. O una pala. Sos un progresista sin escrúpulos que lo único que quiere es ver progresar son sus ingresos. ¡Y temen por la inteligencia artificial! ¡Si ni siquiera conocen la inteligencia ustedes!

-Soy progresista desde que iba a los bailables del club Unión y Progreso.

-Encima creen tener sentido del humor. ¡ Amargos!

Pienso. No sé cómo explicarle que no pedí disculpas y que lo que declaré fue para no incriminar a mis compañeros y en el affaire del fútbol todo fue un malentendido de los hechos torcidos por gentuza de la política, y decidí no defenderme para no armar más kilombo, además de las amenazas y del incendio de mi casa y la sangre derramada. Pero no, nadie, ni ella, deben enterarse de todo este enchastre.

-¿Qué es ser un anarco capitalista? 

Reacciona como si la hubieses sorprendido desnuda en el baño.

-Son cosas que nunca vas a entender (ella)

-Tiene pinta de violador tu fulano de pelo sucio (yo)

-Les va a romper la urna a todos (ella)

-La vida es una aventura: o te cruzás con gente como vos o como yo. Podés elegir.(yo)

-Ay, el señor me quiere envainar confundiéndome como en un jaque mate de ajedrez. ¿O yo o ustedes, no? Sicologista barato. Entendé que ya fuiste , que los “ustedes” no te conocemos y vos ya sos de otra era donde contribuiste con tu orgullo y su desmalezadora de palabras a secar el campo.

-Es una buena metáfora. ¿No serás una mujer de inteligencia artificial vos?

Pone cara de fastidio, todo le parece inútil, como si tratara con un imbécil sin arreglo.

-Y vos un idiota natural. Silvio Rodríguez parece el Pato Donald cantando y ustedes que continúan con La Trova, la identidad, los cuarenta años de haber peleado contra la dictadura y contra los ingleses de Malvinas con canciones. !Irrecuperables! 

Larga una risotada que retumba en el silencio que parece haberse hecho en el bar. Obtengo una imagen: parece la figura de alguien alado no humano hablando bajo una enredadera: de a ratos le pega el sol o la sombra según como se mueva. No se me ocurre hablarle de lo que veo porque enojada como está es capaz de hacer una escena. Bah, ya la está haciendo. El mozo deja de servir y mira hacia nuestra mesa. Todos se callan, frotándose las manos por oír lo que creen es una discusión amorosa.

-Esta es una discusión amorosa.  ¿Vamos a un hotel mejor?

-Antes me mato.

-¿Y para qué viniste?

-Quería conocerte, vete la cara de creído de sí mismo que tenés, confirmar que sos un falso valiente. León Gieco, las Madres, los 30 mil, la justica social, todo es un fraude. Y vos un falso poeta, un falso redactor, un falso canalla, un falso en todo. 

Por suerte habla sibilinamente. Ahora sí que temo no saber cómo irme de esta situación. Justo entra un policía que conozco. Es de Informática pero lleva uniforme. Me hace una venia y se va con el pedido.

-Además sos un botón amigo de la cana.

-Me descubriste. Soy un doble agente, un pasador de datos porque Rosario, como sabés, está lleno de terroristas.

Parece amansarse, como si todo lo dicho le hubiera calmado. Parece hastiada de su papel. Aleja la taza de café frío, toma su paraguas, su tapado y sale a la vereda, a la garúa.

–¿No pagás ? Me hace la señal del dedo medio de la mano. Un taxi la envuelve y se la lleva.

Se arrima el mozo y me extiende uno.

-Invitación de la casa-. Afirma gustar de mi música y mis escritos.

-La gente está loca y las mujeres, algunas, ni hablar-. Se me queda mirando.

-Sí, puede ser. ¿Por qué lo dice?

-Por la que se fue. 

Miro la mesa y solo hay una taza servida que reemplaza el mozo por una nueva.

-¿Quién se fue? -replica el mozo.

-¿No vio a la dama que acaba de irse?

-No, la vidriera que tiene enfrente está llena de plantas, amigo. Y no sea tan machista. Tendrá algo nuevo para contar en su casa. Los escritores están cada vez más locos, hablan solos, ven lluvia donde hay sol y mujeres donde hay una silla vacía.

Me llevo a la boca la pastilla verdiblanca y la roja juntas. Afuera el sol de mayo raja la calle. Además, pensará el mozo, viven tomando falopa.

-Escribite otro "El Témpano" y te parás para siempre - me grita desde la barra.

Hay días que uno odia sin motivo y el mundo parece patas arriba.

-Escribilo vos, le retruco.

-Como se nota que no te aguantás una joda y que maltratás a alguien que como yo no pudo ir a la escuela.

Hay días que la vida es tan horrible como una mala cita.

 

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