Al recién llegado la primera visión de la llanura, inabarcable, lo intimida. Sobra lugar: en los pueblos, las calles son anchas y arboladas. Dejando atrás cualquier caserío, el campo se extiende como un mar. De a ratos amarillento o directamente marón, con poco verde. Allí el clima, árido y ventoso, define el paisaje y condiciona el carácter. Los lugareños son gente de pocas palabras, observadora, apegada a sus costumbres, trabajadora. Como en otros sitios, quienes viven a la vera del Río Colorado también están marcados por las estaciones y los ciclos de la naturaleza. Y por el agua. O más bien por la falta de agua.
Entre los lugareños, por estos días, la emoción dominante es el asombro, que le ganó el lugar al escepticismo. El optimismo o la alegría vendrán después, con las máquinas, los camiones, los trabajadores. Con todo lo visible y tangible. Ver para creer, claro, porque se trata de una obra esperada desde 1976. Ese año, cuando se presentó el plan maestro de manejo del río y el estatuto, creado con colaboración técnica del Massachussetts Institute of Technology (MIT), la obra ya figuraba. Desde entonces, fue sistemáticamente postergada.
La expectativa se debe a una reunión celebrada en la semana que pasó del Consejo de Gobierno del Comité de Cuenca del Río Colorado (COIRCO). La encabezó el ministro del Interior, Wado de Pedro, y quedó aprobado el proyecto de construcción del dique regulador Paso Alsina. La propuesta había sido presentada por la provincia de Buenos Aires y significa un nuevo impulso a una obra prevista hace décadas, que ahora se ajustará a las necesidades productivas de la región. Además del ministro y el gobernador bonaerense, Axel Kicillof; participaron también la gobernadora de Río Negro, Arabela Carreras; los gobernadores de La Pampa, Sergio Ziliotto; de Neuquén, Omar Gutiérrez; y de Mendoza, Rodolfo Suárez.
Tanta participación se debe a que el Colorado es un río de deshielo, que nace en la cordillera de Los Andes y en su recorrido atraviesa las provincias de Mendoza, Neuquén, Río Negro, La Pampa y Buenos Aires, hasta desembocar en el mar. Es el límite norte de la región patagónica. Del suelo bonaerense recorta la pata de la P, en el extremo sur, conformado por los municipios de Villarino y Carmen de Patagones.
Desde hace más de una década, la cuenca del río Colorado, pero especialmente la zona de su valle bonaerense, sufre una crisis hídrica. Por un lado, se redujo el nivel de precipitaciones y, por otro, a la competencia habitual por el agua entre producción agrícola, una de las principales zonas cebolleras del país que además siembra pasturas forrajeras para su ganado, y el consumo humano, hay que agregar a la actividad petrolera, aguas arriba. El estatuto de la cuenca ordena las prioridades de uso del río: suministro de agua potable, riego, generación hidroeléctrica, industria, y turismo.
Ya en 2011, por iniciativa del ministerio de Planificación encabezado entonces por Julio de Vido, un equipo técnico interdisciplinario integrado por miembros de las cinco administraciones provinciales que integran la cuenca desarrolló un plan estratégico. El objetivo era lograr el ordenamiento y desarrollo territorial. Ese plan consigna las obras deseables para construir el mejor escenario a mediano plazo, incluyendo Paso de Alsina.
Los expertos señalan que en la zona, literalmente, no hay aguas subterráneas. A veces se dice "no hay" porque está muy lejos de la superficie y requiere una inversión muy importante en bombas y equipamientos, pero este no es el caso. En consecuencia, los chacareros dependen de la Corporación de Fomento, para la que pasan a ser "regantes".
Cambio de paradigma
Guillermo Jelinski es subsecretario de Recursos Hídricos, dependiente del Ministerio de Infraestructura de la Provincia de Buenos Aires. Participó de todo el proceso. “La zona tiene históricamente un déficit hídrico, y por eso esta obra está en el plan maestro de manejo de aguas, que es de los años setenta", cuenta a BuenosAires/12. "En los últimos años, producto del cambio climático, la situación se agravó. Venimos de tres sequías consecutivas. El gobernador está pendiente de esta obra desde el inicio de la gestión. No podemos impedir las próximas sequías, pero la idea es que nos encuentre mejor preparados.”
Por eso, para Jelinski, esta obra es representativa de lo que él define como un nuevo paradigma. “Va a obligar a la Corporación de Fomento a un manejo más eficiente del recurso. En vez de regar por inundación, por ejemplo, tendrán que plantearse incorporar goteros o aspersores.”
El proyecto finalmente aprobada difiere de la versión original. Para Jelinski, es superadora. “Inicialmente, eran dos canales y una obra de embocadura. Ahora es un embalse, con dos canales. En el proyecto original, si bajaba el río, las tomas quedaban lejos y también podía arrastrar más sedimentos. De esta manera, mejora la calidad del agua y se reduce la necesidad de mantenimiento.”
La obra fue aprobada, de manera unánime y sin condicionamientos, primero por la mesa técnica y luego por los gobernadores de las provincias por la que río desanda su cauce. “No hay forma de que una obra de aguas abajo genere problemas aguas arriba, pero es cierto que, a partir de contar con los reservorios, Buenos Aires va a ser menos dependiente del cauce del río y eso mejora la disponibilidad de agua para las provincias restantes”, explica el funcionario.
Javier Rodríguez, ministro de Desarrollo Agrario de la Provincia, sostiene ante Buenos Aires/12 que, por su ubicación y características, la obra aumentará la disponibilidad de agua al menos en un 20 por ciento, que luego se traducirá en más días de riego disponible, en la temporada que va de septiembre a marzo aproximadamente, o mayor superficie con acceso al beneficio. La estima en 80 o 90 mil hectáreas, ubicadas en las localidades de Villalonga, Pedro Luro, Hilario Ascasubi y Mayor Buratovich.
"Hoy, la falta de agua es la mayor limitante para todas las producciones locales, pero después de la obra, vendrá un proceso de aprendizaje para la optimización del recurso", coincide con Jelinski. "La disponibilidad de riego", agrega Rodríguez, "hace que en esas fracciones se vuelvan producciones intensivas viables de cebolla o semillas". La cebolla, por ejemplo, suele producirse en fracciones pequeñas. Muchos de los que la trabajan son bolivianos o de origen boliviano, en condición de arrendatarios, nucleados en la Federación Rural.
Rodríguez cuenta que, al principio de la gestión, la relación entre los chacareros usuarios del riego y la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) provincial, no estuvo exenta de conflictos. "Esta obra viene tan postergada que cuando hablábamos del tema, no nos creían. Recién ahora, que hay avances, empieza a ceder el escepticismo, pero muy lentamente." Aunque evita dar plazos, el ministro dice que espera tener pronto los pliegos licitatorios de la obra, que será financiada por el Banco Interamericano de Desarrollo.
Tensiones
Además de la CORFO del Río Colorado, provincial, hay un órgano interprovincial, el COIRCO, donde están representadas las cinco provincias, por el cuál debe pasar cualquier decisión de mayor envergadura, como los casos de Paso Alsina y Portezuelo del Viento. Los representantes bonaerenses en ese ámbito son los ingenieros Mauricio Pereyra, por el ministerio de Infraestructura, y Ramiro Vergara, por el de Desarrollo Agrario.
Ambas iniciativas están relacionadas. En 2019, Mendoza fue favorecida por Mauricio Macri con la financiación de una mega represa en Portezuelo del Viento. Fue una compensación hacia el entonces gobernador Alfredo Cornejo. El radical aspiraba a acompañar a Macri en la fórmula presidencial. Macri se decidió por Miguel Pichetto y la obra funcionó como consuelo. Pero generó la protesta del resto de las jurisdicciones involucradas y, en especial, de La Pampa: ambas arrastran un conflicto similar por el río Atuel, que desde hace años espera la definición de la Corte Suprema.
Con el cambio de gobierno nacional, el Presidente Alberto Fernández se involucró y ordenó que se realizaran estudios de impacto ambiental a lo largo de todo el curso del río. Finalmente, el gobierno mendocino retiró el proyecto inicial y lo sustituyó por uno de menor volumen, se avino a realizar los estudios y dio su conformidad para la obra de Paso Alsina, aguas abajo, en una suerte de política de distensión.
Juan Greco es ingeniero, integra la secretaría de Recursos Hídricos de La Pampa y representa a su provincia en el COIRCO. Para él, "el manejo de Buenos Aires respecto de la obra de Paso Alsina fue ejemplar, porque cumplió todas las etapas, porque cuenta con el consentimiento de las demás provincias y porque no las afecta ni impacta". "Es la contracara de Portezuelo", define.
Respeto de Portezuelo, afirma que "si en 2017, en vez de litigar y protestar, Mendoza hubiera iniciado los estudios ambientales que solicitaba La Pampa en soledad, ya estaríamos más avanzados, que finalmente haya prevalecido nuestra posición, ahora con el apoyo de las otras tres provincias, es sin duda un triunfo político de las gestiones Carlos Verna y Sergio Ziliotto".
El funcionario pampeano resalta, a la vez, el valor de los comités de cuenca. "La idea de que un río pertenece al que está en las nacientes es muy obsoleta. Imaginemos que Brasil o Paraguay decidieran cerrarnos el Paraná. Ridículo, ¿no? Esto es lo mismo." Y agrega: "Los comités de cuenca hacen efectivos los derechos de los que estamos aguas abajo. El Atuel, que integra la cuenca del Desaguadero, es un ejemplo de esto. La cuenca del Desaguadero ha sufrido uno de los peores procesos de desertificación del que se tiene conocimiento: nunca se conformó el comité de cuenca. Sin embargo, cuando abren las compuertas por exceso de agua, entra por el Atuel, pjor ella Salado, por el Colorado. El río existe, no es una huella como dicen algunos. La pregunta es por qué se desertificó".