En pleno paraje solitario y campestre, tres hermanos reciben la visita de una censista, cuyas costumbres de ciudad irrumpen en este tiempo que parece detenido. La fricción aparece y con ella la obra que es Llanto de Perro, la producción de Teatro Estudio que dirige Martín Gigena –a partir del texto de Andrés Binetti– con protagónicos de Mario Armas, Martha Chiappetta, Adriana Racca y Franco Ramseyer. Con funciones los días domingos a las 20 en Sala Tándava (9 de julio 754), Llanto de Perro continúa sus funciones mientras profundiza el pleito que pone en escena.
“Estamos muy feliz con el material, lo empezamos a preparar con el equipo de trabajo a partir de finales de 2020; si bien comenzamos con un material más dramático, luego elegimos la obra de Binetti, que si bien tiene oscuridad pude dar allí con mi estilo y encontrar algunos momentos más picarescos, con alguna que otra escena de comedia física, de clown; todo amalgamado, porque me gusta que sea así, que parezca delicadamente hilado”, explica Martín Gigena Rosario/12.
Como señala el director, Llanto de Perro “es la historia del encuentro entre dos mundos y la tensión entre civilización y barbarie. En la obra aparece un universo, que es el del campo, pero se trata de un campo metafórico, vulnerable y pobre; que choca con otro mundo, que viene a ser lo tecnocrático de la ciudad y lo académico, a través de una censista. En ese choque aparece el conflicto y el relato, donde no faltarán contradicciones que nos permitan reflexionar”.
-¿Cómo fue el proceso de trabajo con los actores?
-Los cuatro actores que participan están muy formados conmigo en torno a ciertas premisas, sobre cómo entender al drama moderno y sobre cómo romper su escritura, para darle otra materialidad y propuesta desde la actuación. El material ya ofrece algunos ribetes de grotesco teatral, desde la dimensión de algunos personajes, de rasgos muy profundos; y permite contar, desde el grotesco, cuestiones que quedan en la oscuridad. A partir del trabajo actoral de mis compañeros, a los que respeto y admiro, empezamos a poetizar el relato para llegar así a la propuesta final.
-Contabas sobre otra obra antes de llegar a ésta, ¿cómo fueron esos ensayos en tiempos de pandemia?
-En principio comenzamos con un drama moderno, El zoo de cristal, la historia es muy triste y hubo quien pidió un cambio; hubo acuerdo en hacer otra cosa, que tuviera alguna posibilidad de darnos una mueca graciosa. Supongo que tuvo que ver también con el momento que se vivía, encerrados como estábamos. Yo había compartido muchas lecturas teatrales; de hecho, hubo un período entre 2010 y 2017, en el que leía una obra por día. Me había vuelto un lector fanático. Y entre las obras ofrecidas estaba ésta, que enseguida tomó color en la lectura que hicimos, en una videoconferencia, donde ya empezó a aparecer un poco lo gracioso y a pesar de que tiene situaciones muy fuertes. Esto sucedió a finales de 2020, se siguió trabajando al año siguiente, y cuando nos empezamos a encontrar fue para plasmar el montaje y ponerla en escena. Yo soy muy barroco cuando voy a escena, y la escritura nos permitió entrar por un montón de lugares. Fuimos potenciando el trabajo actoral a partir de los ensayos, desde un ritmo de absurdo, de comedia, y también a partir de un ritmo dramático y tenso. Hoy día, cuando la propuesta ya está acabada en su concepción estética y poética, nos siguen apareciendo otros detalles que seguimos tomando. Como sucede con todo grupo del circuito del teatro independiente, todo es hecho con pasión y mucha seriedad, así que el trabajo es incesante y fructífero.
-Me gusta lo que decías sobre trabajar a partir de “cuestiones que quedan en la oscuridad”, como si fueran espacios a ocupar.
-Me parece que eso tiene que ver con la dramaturgia de Binetti. Pensamos en un momento en otra obra suya, Proyecto Posadas, y ambas nos permitían lo mismo, supongo que sucede así con toda su dramaturgia. Andrés es un escritor joven y con trayectoria, al que están eligiendo mucho, supongo porque permite a cada director establecer su estilo e impronta. A propósito, un espectador nos contó que había visto la propuesta en Santa Fe, antes de la pandemia, y que le había resultado más oscura y fuerte, pero que acá, por lo menos, había tenido un momento para respirar. Eso me pone contento, porque da cuenta de una escritura que permite hacer y trabajar desde tu propia estética.
La anterior obra dirigida por Martín Gigena había sido Criminal. Amar, Mentir, Matar; y con Llanto de Perro ya son cuatro las piezas –las dos primeras de su autoría– de la compañía teatral que integra: “En los últimos diez años empecé a consolidar un trabajo más estético, con la proyección puesta en constituir con el grupo, y como director, un repertorio propio”, concluye.