Murió Jorge Alves. Tenía 90 años. Fue un actor, director y un gran maestro de teatro de Tucumán. También fue un buen amigo y entre otras cualidades, en 1979 se convirtió en la primera persona que le otorgó a un puñado de adolescentes un maravilloso espacio de libertad. No era poco para esos años de oscuridad, silencio y terror.
En ese año, la Escuela Normal de la capital de Tucumán ofrecía a sus alumnos de la secundaria una serie de materias extra programáticas que había que elegir y después cursar de manera obligatoria. Teatro era la única que llamaba la atención por encima del resto y sin pensarlo los que nos anotamos íbamos a vivir una experiencia inimaginable y trascendente.
Jorge, que en ese tiempo para seguir siendo actor era empleado bancario y también juntaba unos mangos más enseñando teatro a adolescentes en la Normal y después sumó a una de las escuelas de Comercio. Desde el primer sábado que tuvimos "la clase" buscó despegarse del rol tradicional del profesor y nos demostró lo que era un director de teatro.
Poco a poco nos fue introduciendo en el mundo maravilloso del teatro. Cada sábado llegaba con unos libros bajo el brazo. Todos ellos prolijamente forrados para ocultar el apellido del autor. "Los de la mesa diez, es de Osvaldo Dragún. Está prohibido", decía y acentuaba las sílabas de la palabra prohibido. "No se puede hablar y no se puede leer y no digan nada", agregaba con un tono más cómplice.
Unos minutos después comenzó a leerlo. Interpretaba los diálogos, se emocionaba con el texto y lloraba. Esa mole de no sé, de un metro ochenta con un vozarrón que hacía vibrar las paredes lloraba con el texto y nosotros, adolescentes de apenas 15 años, llorábamos con él.
Para cumplir con el mandato de la materia, Jorge pergeñó una idea que casi de inmediato nos convenció y asumimos como propia. Había que armar un espectáculo que debía ser presentado hacia el final del año. Y la idea era reunir una serie de fragmentos de obras, con comienzo y final, de autores argentinos, españoles y hasta rusos. Fragmentos de obras de Vaccareza, Sánchez Gardel, García Lorca, Griselda Gambaro, Chéjov y Talesnik, entre otros.
Fueron tres años, hasta terminar la secundaria. Y en ese tiempo Jorge no sólo quiso que la presentación sea solo para los alumnos de la Normal, y nos fue llevando a otras escuelas, a teatros incluso, a otras ciudades de Tucumán y también a centros vecinales de las barriadas populares con gente que por primera vez veía teatro y se emocionaba cuando Noemí, que con apenas 15 años interpretaba a una sufriente Doña Rosita que, a través de un amargo y duro monólogo, describía lo que implicaba ser mujer y soltera: "Me entendéis si pido pan y agua y hasta un beso, pero nunca me podríais ni entender ni quitar esta mano oscura que no sé si me hiela o me abrasa el corazón cada vez que me quedo sola. Sería el cuento de nunca acabar. Yo sé que los ojos los tendré siempre jóvenes, y sé que la espalda se me irá curvando cada día. Después de todo, lo que me ha pasado les ha pasado a mil mujeres".
No lo sabíamos, pero eso en tiempos de la dictadura era una clara experiencia de resistencia y de educación popular.
Varios de los integrantes de ese grupo siguieron actuando, al principio con Jorge, luego fueron buscando otros textos, otras experiencias y hoy son actores, actrices, directores y músicos de la red cultural de Tucumán. En mi caso, la democracia me fue acercando a otro oficio. Hace unos años, varios, me lo crucé un día en Tucumán. Nos saludamos fraternalmente, un par de sus palmadas XXL golpearon rítmicamente en mi cuello, me acercó y me preguntó: "¿Andás bien? Te gusta lo que hacés?". Nos miramos, asentí y me dijo, casi murmurando, "así dicen que es la felicidad". Y ambos largamos una carcajada.
Hoy llega la noticia de su muerte y es imposible no reconocerle la responsabilidad de habernos hecho conocer y experimentar, a través del teatro, la pasión, la creación y la emoción, pero sobre todo y fundamentalmente saborear una pizca de libertad que por ese entonces era un bien escaso. Todo eso nos ofreció Jorge Alves, que el jueves 1º de junio murió en Tucumán. Fue un director, un actor, un maestro y un amigo.