Todos conocemos la historia del Watergate. Al menos, todos creemos que sí. El escándalo de 1972, en el que un equipo de subordinados de Richard Nixon intervino el cuartel del Comité Nacional Demócrata en el edificio Watergate de Washington DC, así como el encubrimiento subsiguiente, constituyó una controversia tan monumental que volteó una presidencia y acuñó todo un nuevo término.

Watergate ha sido el foco de muchas películas y series televisivas antes, desde Todos los hombres del Presidente a Nixon, de Oliver Stone. La mayoría de esas producciones abordan la historia desde la cumbre, encuadrando el escándalo como una historia de políticos maquiavélicos y heroicos investigadores. White House Plumbers ("Los plomeros de la Casa Blanca"), la nueva miniserie en cinco episodios de HBO Max, pone esa narrativa cabeza abajo y echa un vistazo a los hombres realmente responsables del allanamiento (o, para ser más precisos, cuatro allanamientos separados). Aquí, Watergate convierte en la historia de torpes dogmáticos fuera de control.

Específicamente, White House Plumbers trata de dos de esos hombres: E. Howard Hunt (Woody Harrelson) y G. Gordon Liddy (Justin Theroux). Hunt fue un agente de la CIA cuya reputación fue destruida por su participación en la debacle de Bahía de Cochinos; Liddy era un abogado y ex agente del FBI que tenía una perturbadora fascinación por Adolf Hitler. "Plomeros de la Casa Blanca" era el nombre eufemístico acuñado para una Unidad de Investigaciones Especiales encubierta, establecida tras la filtración de papeles secretos del Pentágono en 1971. El grupo sirvió como "arregladores" de facto de la administración Nixon, ostensiblemente encargada de evitar futuras filtraciones. "White House Plumbers trata de esta especie de romance entre amigos", dice Theroux. "Dos tipos con enormes egos que tuvieron una caída tan gloriosa. En realidad es una historia de amor", agrega. "Estoy bromeando, pero solo a medias."

La narrativa de Watergate es a menudo tratada con una especie de indignación democrática casi naif; White House Plumbers puede caracterizarse mejor como una comedia negra. David Mandel, director de la miniserie, fue una opción adecuada, ya que en su currículum figuran trabajos en sitcoms como Curb Your Enthusiasm Veep. “Me gusta definir a esta historia como una tragedia muy graciosa", dice, y Theroux coincide: "Es todo tan absurdo, tan ridículo. Ni siquiera tuvimos que forzar demasiado para hacerlo una comedia... ya era gracioso de por sí." La tensión de los detalles cómicos de la miniserie es, ciertamente, su traje más ajustado. Liddy, en particular, consigue tomar la forma de un cautivante antihéroe fuera de lugar.

Una escena particularmente indignante presenta a Hunt y su ex esposa Dorothy, también ex agente de la CIA (Lena Headey) cuando van a una cena íntima ofrecia por Liddy, quien empieza poniendo un disco con viejos discursos de Hitler. En otra escena, el click de un arma de juguete en una mesa de desayuno lleva a Liddy a apuntarle su arma a la cara de un niño pequeño. Theroux aparece profundamente transformado en el personaje, que involucró el uso de apliques prostéticos (incluyendo un "engordador de labios") y una manera de hablar intensa, bizarra, patológica. El Liddy real era aún más extraño. "Tenés que retroceder un poco de cómo era Liddy en la realidad", explica Theroux. "Si hubiera hecho al verdadero Liddy se hubiera visto como un dibujo animado. Porque de verdad, todo él era como un dibujo animado."

Harrelson, mientras tanto, eligió no hacer una composición de mimetismo. Evitando el "aburrido" tono de voz de Hunt e inclinándose por una ligera imitación del General Patton, el actor de Cheers y Asesinos por naturaleza (entre muchas otras cosas) entrega una sólida, relativamente desagradable performance como el tipo recto de la pareja. Un amargo, abandonado ex agente con sombras del Osbourne Cox de Quémese después de leer. Políticamente, Harrelson se ha descrito a sí mismo como "púrpura" y "más marxista que fascista": no podría ser más diferente que el incondicionalmente derechista Hunt. "Solía ser un entusiasta", dice el actor. "De hecho, en un punto fui un republicano entusiasta, cuando tenía 18 años. Con lo que, de algún modo, entiendo esa ideología. Pero ya no me relaciono con ella."

Adaptada del libro Integrity: Good People, Bad Choices, and Life Lessons from the White House ("Integridad: buena gente, malas elecciones y lecciones de vida de la Casa Blanca), escrito por el abogado Egil "Bud" Krogh y su hijo Matthew Krogh, White House Plumbers toma las frías y duras verdades de lo que sucedió, y las hace rebotar un poco. Muchos de los detalles más locos fueron reales; la vaga sugestión de que Liddy estuvo involucrado en el asesinato de John F. Kennedy es una de las más salvajes teorías conspiranoicas que se consideran. Por supuesto, las cosas no resultan bien para Hunt y Liddy, ambos hoy fallecidos tras cumplir una pena de prisión por su rol en el Watergate.

Headey, bien conocida por encarnar a la maquinadora Cersei Lannister en Game of Thrones, describe su personaje como "la persona más inteligente en el salón, rodeada de hombres idiotas." "Hacer algo de comedia es algo que siempre quise", dice Headey. Los creadores Alex Gregory y Peter Huyck escribieron guiones tan geniales, y tuvimos a Justin, a Woody, y Judy (Greer, quien interpreta a la esposa de Liddy, Fran) para jugar con ellos. Fue la primera vez que pude hacer eso, en vez de ser una mujer enojada en un trono."

Cuando White House Plumbers fue anunciada por primera vez, a fines de 2019, Donald Trump todavía estaba en el Salón Oval. A medida que se intensifica la serie de batallas legales que involucran al presidente dos veces sometido al impeachment, el significado de Watergate se afila aún más. "Es una lección sobre los peligros del fanatismo, gente que es capaz de hacer cualquier cosa, incluso morir, por su propia causa", dice Theroux.

También Mandel alude a esta lección, que teme que no esté siendo atendida. "Hay un peligro que la gente ha olvidado de las lecciones del Watergate", señala. "Es por eso que hicimos esta miniserie. Incluso en los últimos pocos meses, con un ex presidente siendo enjuiciado en New York." A comienzos de mayo, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos anunció que más de 1000 seguidores de Trump fueron procesados en conexión con la insurrección del 6 de enero de 2021 en el Capitolio. Cerca de 600 de ellos se han declarado culpables. Hoy, como hace poco más de medio siglo, las consecuencias del fanatismo pueden ser ruinosas.

Dice Mandel: "Hay lecciones del Watergate que tienen que ver con los abusos del poder, sobre los 'verdaderos creyentes', la idea de que la gente apoya a este tipo hasta tal punto de ir en contra de sus mejores intereses. Y es algo que se ha vuelto más relevante hoy de lo que incluso fue hace 51 años."

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.