El churro inclusivo
Es conocido el gran trabajo que hace El Topo en sus redes sociales, interactuando con sus clientes. Y es a través de esas mismas redes que esta churrería –nacida en 1968 en la Costa Atlántica– recibe demandas de todo tipo y color. “Le damos mucha bola a lo que nos llega de la gente. Hace cuatro años arrancamos con los sabores veganos. Y luego vimos que muchos nos pedían productos sin TACC”, cuenta Juan Navarro, segunda generación familiar y responsable de haber traído El Topo a la ciudad porteña. En octubre de 2022 esta marca inauguró su primer local exclusivo sin gluten, donde evitan cualquier riesgo de contaminación cruzada. Ahí ofrecen churros y chipás (en cambio, no tienen berlinesas, pastelitos o strudel), utilizando productos certificados sin TACC, desde premezclas hasta rellenos. Lo mejor de todo es que el resultado funciona a la perfección: los churros salen sabrosos, crujientes y sequitos; e incluso mantienen ese crujiente más tiempo que un churro hecho de harina de trigo. “Tenés que ser un sommelier de churros para darte cuenta si hay o no una diferencia. Lo que sí veo es que los churros sin TACC absorben menos aceite y tal vez por eso se mantienen más tiempo crujientes; pero si los dejás cuatro o cinco horas después de cocinados se ponen también más duros”, cuenta.
Los precios son los mismos de cualquier sucursal: hay de dulce de leche, crema pastelera, crema de limón ($150 / $170 con cobertura); de avellanas, frutilla, bananita, chocolate, tiramisú o almendras ($170 / $190 con cobertura) y los salados de roquefort o queso cheddar ($170).
En estos meses de vida, hubo gente que se vino desde Rosario solo para comer estos churros: “Hay personas que hace 30 años descubrieron que eran celíacos y nunca más comieron un churro”, cuenta Juan. Para ellos, para todos, ahí está El Topo: el churro más inclusivo de Buenos Aires (y, noticia flamante, muy pronto abrirán una nueva sucursal sin TACC en Pinamar).
El Topo (sin TACC) queda en Virrey del Pino 2617. Horario de atención: lunes a viernes de 7.30 a 19.45; sábados y domingos de 8 a 12.30 y de 13.30 a 19.45. Instagram: @churroseltopo.
Facturas animal friendly
Una historia de pandemia: unos amigos hoteleros tenían un catering; como les pasó a todos en el rubro, el aislamiento obligatorio los obligó a cambiar de rumbo. “Estábamos con la producción parada. Comenzamos a perfeccionarnos en panificación, era plena pandemia, estaba el boom de la masamadre y todo eso. Pensamos cómo hacer algo distinto, algo que sume. En lo personal, yo estaba con un cambio en mi manera de comer: creo que la idea de una alimentación más consciente flotaba en el aire”, cuenta Matías Álvarez, socio de Craft Vegan Bakery, panadería vegana con presencia en buena parte de la ciudad porteña. Arrancaron produciendo panificados a terceros, luego lanzaron una tienda on line y, por pedido de los clientes, en septiembre de 2020 abrieron una pequeña ventana de venta al público en Villa Ortúzar, donde está la planta de producción. A partir de ahí, fue todo crecimiento vertiginoso: en 2021 inauguraron el primer local de Palermo y hoy ya cuentan con ocho sucursales, cuatro propias y cuatro franquicias.
Claramente el logro mayor de Craft Vegan Bakery es ofrecer facturas, budines y panes de molde veganos, todos trabajado con detalle y estética, logrando sabores que compiten con los originales. Los budines ($1500) son estrella de la casa: bien húmedos, tienen opciones como el de banana y coco o el de zanahoria y nueces. Se suma un aireado pain au chocolat ($540), una rica croissant rellena de almendras ($540), chausson de manzana ($490), alfajor ($600), panes de molde (de papa, un mediterráneo con tomate mezclado en la harina, integral con semillas, $1150), pan de hamburguesa, panes de campo y baguettes, entre muchas más cosas: helados propios, comidas saladas y bienvenidas promociones: por ejemplo, los lunes y los jueves venden panes ya rebanados y congelados con el 40% de descuento, ideales para guardar en el freezer y tostar cada día.
No se trata de competir con la medialuna que lleva kilos de manteca, sino de ofrecer un producto tentador a quienes evitan todo aquello que proviene de los animales. Un objetivo logrado.
Craft Vegan Bakery queda en Bonpland 1527 y sucursales. Horario de atención: todos los días de 8 a 20. Instagram: @craftveganbakery.
Un cafecito italiano
El de la esquina de Conde y Céspedes es el tercer local de Martinelli, café de alma italiana y gestos porteños que cumple lo que promete: sándwiches ricos, espressos de calidad y dulces italianos best sellers, todo con precios medidos para darse un lujo sin castigar al bolsillo. El emprendimiento lleva la firma de Carlo Contini (italiano de pura cepa radicado hace rato en calles porteñas) junto con su socio Manuel Barraza. “Pensé en un café como el que me gustaría tener a mí cerca de casa, donde poder sentarme a comer algo rápido, sin grandes pretensiones, tan solo disfrutando sin pagar de más”, explica Carlo. En Martinelli esto se traduce en una carta que tiene como estrellas a la pasticceria italiana, con dulces muy buscados como los generosos cannoncini rellenos de crema de pistacho y ricota ($620), la sfogliatella tradicional (con crema pastelera, $830), la zepolla di Nutella ($940), además de medialunas argentinas ($190) y croissants, entre más opciones. Todas perfectas para una merienda golosa junto al café Segafredo (compran la variedad alta gama de esta marca, con granos tostados que se importan desde Italia), que sale en recetas como espresso a $490, flat white a $630 o cortado a $520.
Abierto desde la mañana hasta el atardecer, Martinelli también se hace fuerte en la sandwichería: con una focaccia casera (muy ligera y no tan alta como suelen ser) preparan la Romana (con porchetta de Las Dinas y pasta de tomate, $2750), la Vegana (brócoli asado, rúcula y humus, $2090) o la Di Parma (jamón crudo, fior di latte, alcauciles, $2420). Y suman por ejemplo una piadina (pan fino) con jamón crudo, fior di latte, rúcula y tomate a $1650. Los otros dos locales suman también helados propios; acá solo los utilizan para distintas versiones de affogato (desde $1050).
El local es lindo, simple, bien puesto, con azules pasteles y madera: unas pocas mesas dentro, una vereda aprovechada y una barra que da a la calle para una comida al paso. Uno de esos lugares que sería bueno tener en cada barrio.
Martinelli queda en Conde 1001 y sucursales. Horario de atención: lunes a sábados de 7.30 a 20. Instagram: @martinellicaffe.