Dicen que soluciones mágicas no hay. Pero sugerencias para mejorar, sí. Usar juegos y, en general, jugar. Que los libros para chicas y chicos sean para que se los lleven a casa, no solo para que queden en la escuela. Nada de aulas superpobladas. Ympliar los encuentros entre docentes para compartir experiencias. Éstas son algunas de las ideas para mejorar el rendimiento en Lengua y Matemática de las primarias bonaerenses que surgen de las consultas entre profesionales que se dedican a la Lingüística, a la Matemática, a la Neurología, y también maestras, maestros y expertos en formación docente. Tal como publicó este diario, en las evaluaciones de 2022 respecto de 2021 para estudiantes del sexto año de la primaria hubo avances en las dos materias, y sobre todo en Lengua. Pero el propio ministro del área, Alberto Sileoni, advirtió que "si la oposición quiere usar los números que lo haga, porque para nosotros no hay resultados autocelebratorios sino el compromiso de mejorar".
Las distintas experiencias consultadas afirman que “cada chico y chica tienen su tiempo de aprendizaje”, y aseguran que es necesario comprender el aula como un espacio donde confluyen diversidades. Si bien la política pública debe pensarse desde un lugar más “genérico”, expresan, cada docente después tiene la tarea de administrar la manera en que interviene con sus alumnos con el objetivo de alcanzar esa transmisión de conocimiento esperada.
La investigación científica
Aldo Ferreres es neurólogo y doctor en Psicología. Con su equipo, afirma, tienen una bandera: “Que en la educación se tome más en cuenta la ciencia de la lectura”. Asegura que toda incorporación de estos conocimientos debe estar englobada en un proyecto pedagógico y didáctico, porque en un laboratorio las variables se pueden aislar, pero eso no se puede hacer en un aula. Está convencido de que, además, hay que tomar aportes de los campos lingüístico, psicolingüístico, o la neurociencia del aprendizaje.
En el mundo de hoy, sostiene, está alfabetizado quien es capaz de comprender textos. “No se debe descuidar el aprendizaje de la decodificación” que significa "reconocer con precisión y velocidad las palabras escritas”. Con la misma velocidad y precisión con la que se escucha.
Dice Ferreres que si se toma un grupo de estudiantes que rinde mal en una prueba de comprensión de textos, el 70 por ciento tiene fallas en la decodificación. A su vez, el 100 por ciento tienen mala decodificación tienen mala comprensión de texto.
“Hay que evitar el dogmatismo ideológico-científico”, sostiene. Según la ciencia de la lectura, “en algún momento hay que decirles a los chicos que las letras representan sonidos, es decir, enseñarles el principio alfabético, que es la lógica que rige nuestro sistema de escritura”. Añade que “muchos niños suponen que las letras representan sílabas, y es natural porque la sílaba es la unidad de articulación y percepción del lenguaje oral”. Aclara Ferreres: aprender a decodificar, no significa entender lo que se lee cuando se lee un texto, pero es una condición necesaria.
Director de la Maestría en Neuropsicología Infantil de la Universidad de San Martín, considera que es importante la “repetición de los estímulos, porque cuanto más frecuentás un estímulo se lo reconoce más rápido.”
Valeria Abusamra, doctora en Lingüística e investigadora del CONICET, dice que entender un texto es “una preocupación a nivel mundial”. “Comprender texto es construir activamente significado”, afirma. Habla de una “generosidad” del lector en relación al aporte de lo que trae como experiencias vividas. Pero, ante todo, deja en claro que la complejidad de la comprensión tiene factores como los ambientales y las oportunidades educativas.
Subraya que “hoy se pasa de palabra a la imagen y de texto a la pantalla”. Afirma que la “comprensión de texto es cultural y nadie nace sabiendo comprender textos, por lo cual al lector lo tenés que hacer”, porque "hoy hay chicos que llegan a la universidad sin comprensión de texto".
Un consejo de Abusamra es “abordar el desafío de enseñar a comprender textos de manera conjunta, y no solo desde los docentes de Lengua".
En relación a la matemática, Horacio Itzcovich, profesor y autor de obras como ‘La matemática escolar: Las prácticas de enseñanza en el aula’, pide evaluar el funcionamiento de las instituciones y sus condiciones para propiciar el aprendizaje en las aulas. “Tengamos en cuenta la cantidad de chicos en las aulas y no creamos que todos aprenden al mismo tiempo."
“El alma máter de la enseñanza de la matemática es que hay una potencialidad en la democratización del aula, es decir, convencer al otro con los argumentos y dejarte convencer”, afirma Itzcovich. “Todo va de la mano de qué tipo de discusión propicio con los pibes, en cómo avanzo en sistematizar, preguntándole al chico cómo resolviste, cómo tomaste decisiones.” Quiere incentivar que “los pibes estén en condiciones de elaborar ideas”.
“La pata básica de lo matemático es resolver problemas, donde se van elaborando relaciones matemáticas entre los números y cálculos”, señala. Itzcovich explica que, para abordar la materia, “los juegos son un punto clave”. El juego de la oca, la lotería, la generala o el dominó. ¿Y las tablas de multiplicar ya no sirven? Asegura que las tablas son necesarias para otras inferencias y asociaciones, pero que es importante enseñar teniendo en cuenta algo: “Cuando regla mecánica funciona, también hay que fijarse si el pibe entendió, porque lo importante es que entienda”.
Los docentes
Cada maestro o maestra de primaria consultada hace énfasis en un factor que cambió muchas condiciones de enseñanza: la pandemia. Todas y todos mencionan las dificultades en el proceso de revinculación pedagógica de los alumnos en la escuela primaria. Cintia De Paoli, maestra de la Escuela N° 1 de Lanús, Juan Bautista Alberdi, afirma que “la lengua se aprende en la interacción, no es estanca, y necesita de la interacción cotidiana”. “Es más difícil leer y escribir que resolver problemas matemáticos, porque el trabajo lógico matemático es a través del juego”, sostiene. Incluso, afirma que el ajedrez debería estar presente en la currícula.
En relación a qué métodos tienden a funcionar respecto al aprendizaje de la lectura y la escritura, considera que hubo algunos errores sobre la aplicación de algunas ideas de la década del ’80, por lo que afirma como importante aprender dentro del “contexto del lenguaje”. “Dónde dice hombrecito, porqué lo dice, con que letra empieza, con cual termina”, ejemplifica. “Si pato y gato se escribe con a y o preguntar por qué suenan distinto”, también cuenta a modo de experiencia. Pide que no se deje de lado el valor de darles libros a los niños y niñas, porque en muchas ocasiones es la única posibilidad de tener contacto con material literario. Y también destaca la incorporación de una hora más de clase.
Armando Encina, maestro de quinto grado en la Escuela Primaria N° 29 de Florencio Varela, asegura que “tanto la Práctica del Lenguaje –como se denomina la materia en la provincia de Buenos Aires- como Matemáticas tienen sus propios requerimientos.” Sostiene que “para comprender no hace falta solo leer”. “No pasa por la decodificación solamente, sino en encontrar qué motiva a cada uno de los chicos. Respecto al rol de la familia, afirma que “se nota si hay acompañamiento familiar, pero no debe ser un limitante, por lo que, si hay familias que no están presentes, la escuela tiene que redoblar los esfuerzos.”
Las escuelas rurales tienen sus propios desafíos. Aluminé Giuliani es maestra de primer grado en la Escuela Primaria N° 4 de General Rodriguez, sobre la ruta 6. “Tenemos que partir de que interactuamos con niñez, no son robots. Peronas a las que pasan cosas, que tienen historia, sentimientos, y todo influye en el aula." Cuenta que los primeros días de clases les pregunta a los chicos qué esperan de la escuela, y que es una pregunta abierta a lo largo del año. “Lo primero que dicen es que la escuela está para aprender, pero después ya hablan de divertirse, ver amigos, y ahí se ve el rol del docente”.
Cuando habla de leer y escribir, habla del vínculo grafema-fonema, o letra y sonido. “Cuando uno le muestra un vestido a una niñez no lo hace diciendo esto es el hilo, esto la manga, esto la tela”, relata, y agrega: “Se lo mostrás junto”. “Lo mismo con la lengua escrita, porque si no vas creando códigos”. Habla de la importancia en el seguimiento de las trayectorias educativas, y pone atención en algo que, a su criterio, no debe suceder: “no puede haber un aula con más de 50 niñes, como a veces se ve”.
Aluminé cuenta que están desarrollando un programa que construye un jardín de mariposas, dado que en su zona el trabajo actual del campo atenta contra su reproducción. Desde ahí, explica que surgieron prácticas de lectura y escritura. “¿Qué les parece si escribimos una carta contando que apareció una mariposa?”. “Cuando algunos no pueden hacer escritura, lo me pongo en el rol de escribiente y ellos me dictan”, cuenta entre otros mecanismos que implementa. “Es importante que ellos sean protagonistas”, señala la maestra.
Otra experiencia a la que tuvo acceso Buenos Aires/12 es la de Sol Dongarra, vicedirectora de la Escuela Primaria N° 11 en Derqui, Pilar. Es maestra y estudiante de la Licenciatura en Enseñanza de Matemática para el Nivel Primaria en la Universidad Pedagógica Nacional. “Yo creo que hay un problema grave y es que a veces se sigue enseñando como hace muchos años atrás y no se ve lo que cambió”, lamenta. Aclara que desde el ministerio existe una línea que muchas veces los docentes no aplican. “Quizás hagan falta más inspectores, por ejemplo”.
Desde su perspectiva sobre la matemática, afirma que la repetición por sí misma no tiene sentido si no hay comprensión. “No se trata de repetir los cálculos, sino de usarlos seguidamente”, remarca. Señala actividades alrededor, por ejemplo, del número 10. Cuenta la experiencia con el mazo de cartas españolas y poner “los amigos del 10”. “Pusieron la sota y las cartas que juntas suman 10, recordando qué cuentas dieron ese resultado y la relación entre los números.”
La formación docente
Profesora del Instituto Superior de Formación Docente (ISFD) N° 176 de Tandil, Regina Usandizaga tiene una premisa: “Siempre les digo a mis estudiantes: entiendan que hay que enseñarles a todos, no a uno, que es en un grupo, no al chico solo.” Su mirada es que se aprende a intervenir de forma precisa en distintas situaciones didácticas con el tiempo y con esfuerzo, donde es trascendental “atender a la diversidad con conocimiento didáctico y no quedarse esperando que los chicos avancen solos”.
Defiende el rol de la didáctica. "A veces la neurociencia habla como si no hubiera investigación en el conocimiento didáctico, el cula es muy investigado con muchas tesis", explica la profesora. De todas formas, aclara que aún "falta como en cualquier ámbito de la ciencia."
“Priorizaría descartar el copiar”, afirma en relación a prácticas que aún siguen vigentes. “Copiar del pizarrón insume tiempo didáctico que no es productivo, así como detenerse a entender la cursiva”. En esta línea de análisis, considera que “con malos entendidos se descarta el valor de la memoria.” “La Intervención con los más pequeños es invitarlos a leer textos conocidos."
Silvia De Croce, profesora en el ISFD N° 89 de Mar de Ajó y en el 235 de General Lavalle, asegura que las “orientaciones no se pueden hacer por fuera de la escuela primaria”. “Es fundamental el diálogo entre el nivel primario y la enseñanza en nivel superior”. Respecto a cómo se prepara a los docentes, en relación a la lectura pide “evitar que deletreen y sonorizar forzadamente, porque son estrategias que llevan a perder sentido de lo que se está leyendo”.
“Leer no es leer en voz alta, ¿cuándo es necesario leer de corrido?”, se pregunta De Croce. “Cuando los chicos leen necesitamos que interpreten”, señala. Su prédica está enlazada a que “si formamos lectores y escritores desde el primer día, no creemos que primero deben desmenuzar las partes, e ir letra por letra. Mientras leen: aprender sistema de escritura y entender el texto”.