En Comodoro Py están de moda los locos sueltos y los cuentapropistas: ahora le toca el turno al falso abogado Marcelo D’Alessio. También sería otro loco suelto u otro cuentapropista que actuó solito y no en combinación con el fiscal Carlos Stornelli cuando intentó, entre otras cosas, armarle una cámara oculta a José Manuel Ubeira, en aquel momento abogado en la causa de los Cuadernos, hoy abogado de Cristina Kirchner. Sucede que en la semana que pasó, sorprendentemente, el juez de Lago Escondido, Julián Ércolini, le dictó una falta de mérito a su vecino en Comodoro Py, Stornelli, con el argumento de que D’Alessio actuó solo. Ahora, Ubeira apeló esa decisión. En los chats que constan en la causa, Stornelli incluso lo apuró a D’Alessio para hacer la cámara oculta y quedó como una evidencia clarísima una hoja de cuaderno, escrita de puño y letra por D’Alessio, en que menciona a Ubeira, pone el nombre Thomas (el funcionario al que defendía Ubeira), la palabra ardid (para hacerle la cámara oculta) y abajo la leyenda A sangre fría. Es el título de la novela de Truman Capote en la que aniquilan a toda una familia. La hoja fue escrita por D’Alessio durante una reunión de cuatro horas que mantuvo Stornelli, en Pinamar, con el falso abogado.
La protección de Comodoro Py
En el texto de 11 páginas, Ubeira describe así lo ocurrido esta semana: “un individuo que se escuda en su condición laboral de empleado público, solventado por dinero de impuestos y que está evidentemente protegido por sus pares y amigos corporativamente centrados, desplegó una acción concreta para amedrentarme en el marco de mi actuación profesional. Una persona que trabaja de fiscal y que valiéndose de su cargo, coordina acciones de amedrentamiento”. En otras palabras, más allá de apelar la decisión de Ercolini, el letrado reitera la denuncia contra Stornelli.
Una secuencia asombrosa
En el fundamento más orientado a lo técnico, Ubeira recuerda que Stornelli fue procesado por el juez Alejo Ramos Padilla el 18 de diciembre de 2019, después de que el fiscal faltara seis veces a la indagatoria. Un año después, en diciembre de 2020, la Cámara de Apelaciones de Mar del Plata confirmó el procesamiento por coacción, incumplimiento de los deberes de funcionario público, asociación ilícita y otros delitos.
En los dos años transcurridos, lo único que ocurrió en el expediente respecto de Stornelli fue la declaración testimonial de Sergio Fernández, administrador del balneario en el que el fiscal se vio con el falso abogado. “Una sola medida de prueba en más de dos años”, sintetiza Ubeira. Sin embargo, Ercolini escribió esta semana que su decisión de desprocesar a Stornelli la tomó por “las medidas probatorias incorporadas luego de dictado el procesamiento”. Así, en plural. Obviamente una falsedad.
Para colmo, el testimonio de Fernández no cambió nada porque no escuchó lo que hablaban D’Alessio y Stornelli: explicó que fue una charla de café, no una reunión formal. Trató así de ayudar al fiscal, sin aportar nada sustancial.
Lo que sostiene Ubeira en el escrito es que, entonces, “todo ya fue valorado por la Cámara de Apelaciones de Mar del Plata y los fallos que analizaron los hechos ya se encuentran firmes. Hay una falacia de autoridad. Porque Ercolini es un juez de grado y todo fue analizado por un par, el juez Ramos Padilla, pero también por un superior, la Cámara de Apelaciones. Lo hizo valiéndose como argumento de una declaración que nada aportó”. Ubeira opina que un alumno de primer año de Derecho sería desaprobado si dice que un juez puede revocar un fallo de la Cámara, sin que se hubiera producido nada sustancial.
La moda en Comodoro Py
Esta es la conclusión del letrado en su apelación: “hemos visto ya que hay varios cuentapropistas, otros tantos loquitos sueltos y ahora también debemos presenciar a personajes que no tienen en realidad vínculo con los otros delincuentes, sino que sus acciones son de maquinaciones o alardes de actores de reparto”.
La referencia irónica es que en el espionaje a dirigentes peronistas y hasta de Juntos por el Cambio, la responsabilidad no fue de Mauricio Macri ni de los titulares de la Agencia Federal de Inteligencia, sino que los espías fueron cuentapropistas. Y en el caso del intento de asesinato de Cristina Kirchner, todo fue obra de Fernando Sabag Montiel, Brenda Uliarte y Nicolás Carrizo, loquitos sueltos. Ahora, es D'Alessio suelto y cuentapropista.
Otra maniobra asombrosa
Stornelli estaba, además, procesado por un gravísimo espionaje al exmarido de su actual esposa, el piloto Christian Castañon. En los chats con D’Alessio no sólo le pide datos sobre las aerolíneas en las que estaba trabajando Castañon, sino también que hablan de ponerle droga en una valija para mandarlo preso y desvincularlo de las dos hijas que tienen Castañón y Florencia Antonini, pareja del fiscal.
Ercolini argumenta que la información que D’Alessio le dio a Stornelli era pública y que el requerimiento fue referido a una cuestión privada. O sea, desprocesa a un fiscal que aparece tramando con un falso abogado, a quien creía además agente de inteligencia, para enviar a la cárcel a un ciudadano. El juez utiliza, además, el argumento de que el plan no se concretó. Lo mismo sucede con la cámara oculta a Ubeira: se planeó, pero no se hizo, esencialmente porque el empresario Pedro Echevest denunció a D’Alessio en la justicia y no pudieron llevar a cabo lo que tramaban.
Cancha inclinada
La apelación de Ubeira será tratada por la Cámara Federal, en la sala a la que llaman Sala M, obviamente por macrista: Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Mariano Llorens. Dos trasladados de manera ilegal por Macri y el tercero es el arquero de La Liverpool, el equipo que integran el fiscal de la causa Vialidad, Diego Luciani, y el presidente del tribunal del mismo expediente, Rodrigo Giménez Uriburu.
Esa misma Cámara es la que desprocesó a Stornelli-D’Alessio en otro armado escandaloso: la causa por las compras de gas licuado. Un expediente montado en base a una denuncia tan falsa que hasta los ministros de Macri dijeron que era un invento delirante.