Colocado en el centro del debate público por estos días por la denuncia de editores ante los aumentos abusivos en el precio del papel, el libro infantil sigue siendo en la Argentina un objeto cultural de lo más extraño: es el que, según muestran los gráficos comerciales, sostiene al golpeado mercado editorial local, con sellos pequeños e independientes como protagonistas de un celebrado dinamismo creativo, y una extensa cadena de protagonistas de la promoción lectora. Y, al mismo tiempo, el que menos luces suele recibir por parte de agentes estatales, difusión y prensa.
La inclusión desde el año pasado en el Mica --Mercado de Industrias Culturales Argentinas, que culminó este domingo y significó una enorme vidriera para el sector--, de un sector específico dedicado a las infancias, abrió un lugar destacado para la literatura infantil y juvenil (LIJ). Y fue bien aprovechado: la visita de la italiana Elena Pasoli, directora de la feria del libro de Bolonia, y de la franco española Carolina Ballester, presidenta de IBBY Internacional --la organización fundada en Suiza que promueve la lectura y los libros para las infancias a nivel global-- propició encuentros con integrantes de Alija --la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil Argentina--, autores y editores, sembró proyectos comunes y oportunidades de intercambio. Página/12 dialogó con ellas y con Mario Méndez y Cecilia Repetti, integrantes de Alija, sobre estos siempre sorprendentes objetos que son los libros infantiles.
"Para mí tener la posibilidad de pasar cuatro o cinco días aquí en Buenos Aires, encontrando tantos editores y autores talentosos, es un bien preciosísimo. De hecho, sólo en la primera mañana de trabajo ya conocí dos o tres editores que vamos a invitar de seguro a Bolonia, así que mis expectativas estuvieron más que satisfechas", comienza sorprendiéndose también Pasoli. "América Latina es un lugar especialmente innovador en libros para las infancias, tanto que desde hace algunos años decidimos tener una persona que trabajase únicamente los contactos con América Latina. Ese trabajo que hacemos con Dolores Prada, de Brasil, fue muy importante, ha cambiado algo que era absurdo, hasta 2015 yo no había estado nunca en América Latina, y ahora vengo dos o tres veces al año. Y debo decir que en cada visita descubro que de esta parte del mundo está llegando mucha innovación". Su palabra marca un panorama porque la de Bolonia es hoy la feria más importante del mundo para el sector, centrada en la venta de derechos, dedicada únicamente a profesionales (no está abierta al público en general, y aun así reunió a 30.000 personas este año). Los reconocimientos a editoriales y autores argentinos fueron fuertes este y años anteriores en esa feria.
Ballester asumió al frente de IBBY Internancional recientemente; durante diez años fue directora de programación en la Feria de Shanghai. "Aquí hay muchísimo dinamismo, editoriales que aparecen todo el tiempo. Como he trabajado mucho en Asia, América Latina es para mí todavía un mundo en proceso de conocimiento, de modo que no me pierdo la oportunidad de venir a conocer cada una de las 80 secciones de IBBY, en su contexto (Alija es la de Argentina). Así puedo entender, in situ, la acción que despliegan aquí", destaca. "Hay otra motivación que tiene que ver con el formato del MICA. Nosotros estamos muy anclados en el mundo del libro y la promoción lectora, y esta es una oportunidad para estar en contacto con otras áreas de la cultura, artes escénicas, canción, cine, hip hop. Llegas a ver gente que no viene a ferias del libro ni congresos. Con ellas trabajamos desde ópticas distintas, hacia un fin común. Desde el teatro nos pueden ayudar a acercarnos al libro, y viceversa".
Desde Alija, Méndez destaca la posibilidad de "fortalecer los lazos, encontrarnos y reencontrarnos". "Para nosotros es un orgullo haber intercedido en la invitación de Elena y Carolina, que se dio por sugerencia nuestra. Es una manera de mostrar lo que hacemos con todo el campo de las infancias", marca.
La charla luego da paso al tema que aparece recurrentemente, siempre que se habla de LIJ: las dificultades que atraviesa el libro en la Argentina y América Latina, la gran imposibilidad que existe en América Latina para "darnos a conocer entre nosotros mismos". Cuánto cuesta hacer llegar un libro Argentino a los muy vecinos Chile, Perú y hasta Uruguay, haciendo que hoy sea más fácil el intercambio con España, por ejemplo. Y las enormes dificultades que hay para abrir espacio en Europa a autores locales muy reconocidos y premiados, la asimetría que existe, también en este tema, entre lo que entra y lo que sale.
En el MICA hubo, de hecho, una mesa dedicada a hablar de esta problemática, la de la circulación de los bienes culturales, y especialmente del libro. Allí Méndez habló sobre el trabajo que hace Alija a través de las candidaturas a premios como el Andersen, el Alma, el Iberoamericano, o la lista de honor de IBBY. Obtener reconocimiento con estos títulos es una manera de abrir posibilidades para esa circulación. Es un trabajo institucional que sorprende por su volumen y constancia, sobre todo teniendo en cuenta que se hace de forma ad honorem, en todos los casos.
También dos editores --Judith Wilhelm de Calibroscopio y Manuel Rud de Limonero-- hablaron sobre el acceso de los libros álbum a los mercados internancionales a través de ferias como Guadalajara o Bolonia. Y de las trabas actuales por los costos que implica tener stands o solventar los viajes.
"Ya de por sí es complejo, dentro de América latina, dar a conocer autores de gran valía, y lo es tanto para las pequeñas editoriales como para grandes", advierte Repetti. Habla desde su experiencia de años como directora editorial de LIJ en SM (cuya filial local cerró), y también desde el proyecto independiente que acaba de comenzar, ediciones Bambalí. "Ni hablar de la problemática de llegar a otras lenguas, la inglesa, por empezar. Y que se logre vender derechos. He ido tres veces a la feria de Bolonia, y siempre fue más factible ir a comprar derechos, que a vender. Es muy complejo llevar autores afuera", asegura.
Por su extensa formación Repetti fue dos veces jurado del premio Hans Christian Adersen --el más importante del sector, conocido como "el Nobel de la LIJ"--. "Era muy común ver a los autores europeos muy premiados traducidos a distintas lenguas, en el jurado los teníamos a disposición en italiano, francés, inglés, portugués, español... Mientras que los autores argentinos y latinoamericanos también premiados tenían escasas traducciones, de modo que era mucho más difícil el trabajo del jurado que no era hispanoparlante. En el caso de María Cristina Ramos (la autora argentina candidateada), los dos jurados de las dos ediciones, directamente no la conocían. Se asombraron, leyeron su obra, terminó las dos veces como finalista, pero hubo que presentarla, contarles quién era, de cero. Eso no ocurre con los autores europeos", marca las asimetrías. Y la misma dificultad en América Latina: "El año pasado candidateamos al premio Iberamericano SM a Adela Basch, que tiene una producción de teatro enorme, e increíblemente no era conocida", lamenta.