Shot Marilyns, Latas Campbell, Factory. Esos términos son mundialmente conocidos y remiten a la galaxia artística de Andy Warhol, quien por su naturaleza multifacética resulta un personaje de lo más atractivo para ser retratado en una biografía. El crítico y escritor estadounidense Blake Gopnik tomó el guante y se embarcó en esta aventura que dio como resultado el libro Warhol (Taurus), uno de los retratos más completos sobre la vida del artista pop que no sólo se limita a la mera narración de episodios de su trayecto biográfico o profesional sino que también incluye la mirada artística de Gopnik en calidad de crítico de arte. Esa condición le permitió al autor tener acceso a los archivos inéditos de Warhol custodiados por el museo de Pittsburgh: para la elaboración de su trabajo consultó más de mil documentos y realizó entrevistas con amigos, colegas, amantes, miembros del círculo social en el que se desenvolvía el director de Empire e incluso algunos de sus detractores.
Warhol en algún momento fue Warhola, hijo de inmigrantes eslovacos en Pittsburgh; un chico tímido que podría haber sido blanco fácil para el bullying escolar pero que de alguna manera esquivó esos traumas valiéndose de un peculiar talento para el dibujo. Su niñez estuvo signada por la fascinación hacia el glamour y las estrellas que más tarde, en su huida a Nueva York, terminaría conociendo.
Con más de mil páginas, Warhol ofrece una biografía pero también –como toda buena biografía– un retrato de época, una radiografía de los Estados Unidos de los 60, 70 y 80. Warhol fue el gran gestor de Factory –por donde pasaron Mick Jagger, Susan Sontag, Truman Capote, Bob Dylan, Salvador Dalí o Brian Jones– pero también el hombre que vivió gran parte de su vida con su madre y escondía su calvicie debajo de la célebre peluca platinada.