En Europa, millones de huevos destinados a la venta en comercios fueron desechados por la sospecha de que tenían restos del pesticida fipronil, una molécula prohibida en animales que forman parte de la cadena alimentaria. El alerta había comenzado una semana atrás en Holanda, cuando la Dirección de Seguridad Alimentaria de aquel país aconsejó a la población no consumir huevos hasta próximo aviso. Con el correr de los días, la advertencia se extendió por el continente: hasta ayer, supermercados de siete países (además de Holanda, Suecia, Suiza, Francia, Gran Bretaña, Bélgica, Alemania) retiraron el producto, calificado por la Organización Mundial de la Salud como “moderadamente peligroso”. La mayoría de los huevos contaminados provienen de granjas de los Países Bajos. Haber ingerido alguno de esos huevos puede traducirse en mareos, vómitos, náuseas, y en el peor de los escenarios, infecciones en el hígado y los riñones, señalaron los especialistas.
Desde el 1º de agosto, cuando el gobierno holandés detectó una concentración elevada del insecticida fipronil en 28 remesas de huevos, la alarma se multiplicó en Europa, donde se prohibió la producción de 180 ganaderos y se retiraron de las góndolas millones de huevos envasados, bajo la sospecha de estar contaminados. Pero el alcance de la contaminación podría ser aún mayor: los responsables de seguridad alimentaria de Holanda y Bélgica comenzaron a investigar si el pesticida también llegó a la carne de los pollos –destinados a la venta– y, por eso, analizan sacrificar todo el stock de huevos y gallinas) de todos los criaderos locales. Ante aquella eventualidad, durante todo el día de ayer grupos ecologistas protestaron en distintas ciudades de los Países Bajos.
La molécula de fipronil, sustancia prohibida por la Unión Europea en animales que forman parte de la cadena alimentaria, es empleada para matar piojos y pulgas en mascotas y hormigueros. Por eso, la empresa holandesa Chick Friends, que comercializa ese pesticida, quedó bajo la lupa, aunque hasta ahora no se supo cuáles fueron sus proveedores. “Alguien ha adulterado los huevos con un producto prohibido con una intención claramente criminal”, declaró Christian Schmidt, ministro de Agricultura de Alemania, adonde llegan alrededor de tres millones de huevos por año y que, ante esta emergencia sanitaria, frenó parte de la importación holandesa. Schmidt, por su parte, aseguró que con la retirada de huevos procedentes de Bélgica y Holanda, más el freno de la importación, “se puede descartar casi con total probabilidad que haya huevos contaminados con fipronil en las tiendas”. La OMS aseguró que el pesticida es “moderadamente tóxico” y estableció que en cantidades muy grandes pueden causar daño en órganos del cuerpo humano.
Las consecuencias políticas de la contaminación no finalizaron en Alemania. Otro ministro de Agricultura, esta vez de Bélgica, Denis Ducarme, indicó que ya en noviembre de 2016 se había detectado la presencia del insecticida en un muestreo, y que la firma Chick Friends nunca respondió las requisitorias de ese Estado. “Un mes sin la más mínima información de la agencia holandesa. Cuando un país como Holanda, uno de los mayores exportadores de huevos del mundo, no transmite este tipo de información, existe un verdadero problema”, sostuvo Ducarme. Ambos países conformaron comisiones parlamentarias para investigar de qué modo surgió la contaminación.
Gran Bretaña y Francia fueron los últimos en agregarse al listado de países que retiraron ese producto avícola del mercado. “Hemos identificado un pequeño número de huevos distribuidos en Reino Unido desde las granjas afectadas”, informó en un comunicado la agencia de seguridad británica, a la vez que indicó que “el número de huevos afectados es muy bajo (unos 21.000), y el riesgo para la salud pública muy débil, pero investigamos con urgencia su distribución en la isla”.
El Ministerio de Agricultura en París también anunció que los huevos contaminados con fipronil provenientes de Holanda habían ingresado al territorio francés entre el 11 y 26 de julio, aunque llegaron a París –su destino final– recién el 6 de agosto. Las autoridades todavía no confirmaron si ya fueron vendidos a la población. “Se va a abrir de inmediato una investigación para evaluar la situación y bloquear, de ser necesario, los productos que implican un riesgo para la sociedad”, anunció, por medio de un documento difundido en los medios, el ministerio parisiense.