Hablar de escucha e interpretación remite al lazo social, y pensarlo desde el psicoanálisis implica el concepto de discurso en tanto herramienta que mantiene su vigencia para orientarnos en la contemporaneidad.

Primera versión: ¿Qué escucha privilegia la época? Tal como leemos en el argumento, la escucha empática, que no cuestiona, que no incomoda a eso de lo que se goza. Una escucha que cree en la verdad del discurso, lo que se dice es, una escucha que comprende. Podríamos pensar que lo que resulta de esta escucha del sentido es una adición de sentido, ya sea como una categoría diagnóstica, “Ud. padece depresión”, o una intervención explicativa, “lo que usted quiere decir es que…”, y ciertas acciones encaminadas a solucionar eso que no funciona, ya sea por la vía del medicamento o por una serie de indicaciones de lo que habría que hacer, persiguiendo un efecto terapéutico. No encontramos aquí algo que remita a la implicación del sujeto en eso que le pasa.

Segunda versión: ¿Qué escucha un analista hoy, orientado por lo real? Más allá de lo que privilegia la época, la escucha y la interpretación analítica podrán introducir la radical diferencia de este discurso respecto a cualquier otro.

Alejada de la comprensión, del añadir sentido y del lugar de saber, advertida del registro de la verdad mentirosa, la escucha analítica apuntará en cada encuentro singular, uno por uno, a las formaciones del inconsciente, a las articulaciones de la cadena significante, pero fundamentalmente a la irrupción de lo que itera en el síntoma, eso fijo que no cambia, que resiste, y que forma parte de su núcleo opaco, no dialectizable en la cadena significante, por fuera del sentido, “…el significante efectúa, pone en ejecución el significado, en tanto la letra es materia”, apuntó J.-A. Miller en El ser y el Uno, Lección del 25 de mayo de 2011, inédito.

Esta escucha analítica que circula entre el significante y la letra, “se trata de una presencia que circule entre una escucha y una lectura”[1], entre el sentido y el fuera de sentido. No es una escucha pasiva, sino que orientará el acto analítico, interpretaciones y cortes en la modalidad que convenga cada vez y en cada caso, apuntando a la implicación subjetiva, a hacer de esa queja inicial un síntoma analítico, a despejar las identificaciones coaguladas, pero también y sobre todo, apuntando a hacer resonar, a tocar, a conmover la singular modalidad de goce de ese parlêtre. Transferencia y deseo del analista mediante, las interpretaciones y cortes así orientados solo podrán leerse retroactivamente a partir de sus efectos.

Tercera versión: ¿Cancelación de la escucha? Los discursos amo de la época se presentan con una rigidez tal que excluyen, en sus versiones más radicales, cualquier decir que cuestione, interrogue o disienta. La cultura de la cancelación da cuenta de eso y el psicoanálisis mismo es objeto en algunas ocasiones de tal cancelación, por ejemplo, por pensar en la realidad latinoamericana, en algunas instituciones universitarias habitadas por discursos feministas y de género. ¿Qué lugar posible para el discurso analítico en los discursos de la época? Como punto de partida, la posición del discurso analítico es de exterioridad respecto de cualquier otro discurso, en tanto no pretende dominar ni universalizar a partir del real propio que lo orienta, podríamos decir que la posición del analista en relación con el otro social apuntaría a ser en acto subversivo, sin embargo el cómo hacerlo posible es algo que nos interroga, nos concierne y llama a la invención cada vez, al momento de encontrar, o a veces propiciar, la ocasión de tomar la palabra.

Algunas cuestiones que podremos profundizar y precisar a través del trabajo propuesto para las próximas Jornadas de la Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano, cuestiones cruciales en tanto interrogan nuestro modo de concebir la práctica y de hacer existir el psicoanálisis hoy.

[1] Salman S., Tarrab M. y otros, Leer y escribir en psicoanálisis. Puntuaciones millerianas, Grama, Buenos Aires, 2022, p. 23

*Psicoanalista. Argumento 2: Interpretación y lazo social de las XIII Jornadas “Cortes e interpretaciones” de la Nueva Escuela Lacaniana del Campo freudiano.