Carl Allen regresa a Buenos Aires al frente de un quinteto poderoso que tiene en el piano nada menos que a Donald Vega, músico refinado y versátil, diestro en variados estilos y ladero habitual de Ron Carter. El viernes y el sábado en doble función –a las 20 y a las 22.45–, y el domingo a las 13 en el segmento Lunch que ofrece la casa, Allen se presentará en Bebop Club, encabezando una formación que combina generaciones y latitudes. Con el experimentado baterista –cuya historia profesional se nutre de encuentros y grabaciones con Michael Brecker, Herbie Hancock, Branford Marsalis, Wayne Shorter y Mike Stern, por ejemplo–, además de Vega, estarán la joven contrabajista Liany Mateo –ojo acá– y los créditos locales Mariano y Sebastián Loiácono en trompeta y saxo tenor. En definitiva, un quinteto que desde el hardbop, pasando por la balada y naturalmente buenas dosis de blues, promete el swing necesario para animar esas combustiones creativas que el mejor jazz sabe dar.
“He tocado muchas veces con Carl (Allen), pero será la primera vez que lo haga con Liany (Mateo). He oído grandes cosas sobre ella y eso me entusiasma”, dice Vega en diálogo con Página/12. “También estarán Mariano y Sebastián para que el trío se alargue a quinteto. En general me siento cómodo con todo tipo de formaciones, pero el quinteto me fascina particularmente. Seguramente saldrá una música divertida”, agrega el pianista.
Vega nació en Nicaragua en 1974. Allí comenzó su formación de pianista clásico, hasta que en 1989, con 15 años, llegó a Los Ángeles. Comenzó entonces otro camino estético, que enseguida lo derivó hacia el jazz. “Nací y crecí en una familia de músicos. Empecé tocando de oído y enseguida aprendí los principios de la lectoescritura musical para abordar el repertorio clásico. Por entonces del jazz no tenía muchas noticias, salvo un tío que también era pianista y solía improvisar sobre algunos standards. Cuando me mudé a Los Ángeles empecé a escuchar grabaciones de Bud Powell, Oscar Peterson y Charlie Parker, además de ver mucho jazz en vivo. ¡Entonces supe que quería hacer eso!”, explica Vega.
En el contexto de numerosas colaboraciones con algunas de las más importantes figuras del jazz actual, Vega ostenta una discografía personal breve, pero particularmente interesante en la que se refleja un asombroso manejo de los distintos estilos del jazz. A la hora de definirse, Vega no se preocupa por ceñirse a una categoría específica ni a un estilo determinado. “Soy un pianista que ama la música sin importar el estilo o el género. Soy alguien que busca tocar el alma de las personas y quiere expresar su historia de vida a través de la música”, dice el jazzista.
Su último disco, With Respect To Monty, es un tributo en vida al pianista jamaiquino Monty Alexander, el creador de una de las miradas más personales, sustentada en un estilo torrencial que a veces va más allá de los límites del buen gusto, en eso de combinar swing y perfumes caribeños. “He sido un fanático de Monty y cuando le comenté la idea de hacer un disco tributo a George Klabin, presidente de Resonance Records, enseguida se interesó, porque él también es un fan de Monty”, cuenta Vega. “Pero más allá de aprecio que compartimos por Monty, lo que más nos gustaba de la idea era poder hacerle un homenaje en vida. La mayoría de las veces homenajeamos a las personas que ya no están con nosotros, pero poder mostrar agradecimiento a nuestros ídolos mientras todavía están vivos es mucho mejor, porque pueden enterarse de cuánto apreciamos su contribución y cuánto hemos aprendido de ellos”, continua el pianista.
Hace más de diez años que Vega es el pianista del trío de Ron Carter, una de las leyendas vivientes del jazz. “Me pellizco todos los días para verificar que no estoy soñando”, bromea Vega y enseguida destaca cuánto tienen que ver en su etapa de formación los trabajos del gran contrabajista con Miles Davis, George Benson, Herbie Hancock, Hank Jones, entre tantos otros. “Nunca pensé que llegaría a tocar con Ron Carter, ni en mi sueño más loco. Es un músico muy importante para mí, un héroe. Lo era incluso antes de conocernos, porque escuchando sus grabaciones terminé de entender muchas cosas del jazz. Me siento bendecido por tenerlo cerca. Lo siento como una figura paterna y lo considero un mentor musical, además de un gran amigo. Tenemos una relación maravillosa, al punto que puedo llamarlo en cualquier momento para pedirle consejo y él siempre está”, asegura Vega.
Y concluye: “Mi mudanza a New York ha sido uno de los grandes aciertos de mi vida. Ahí además de Ron (Carter) he encontrado otros grandes músicos y mentores como Billy Higgins, Al McKibbon, Benny Golson, Kenny Barron. Siento que todos ellos me han ayudado a estar donde estoy hoy y por eso estoy eternamente agradecido a Dios”.