Por más que parezca que no, su cuenta es una parodia a ese universo donde todo es bonito, chillón y, filtros mediante, habita plácido en los caireles del 2.0. Allí está ella, tomándose el pelo, casi modelando, hecha una diosa: podría ser una influencer, pero no. Y sí, en esta historia hay un pero: en lugar de mostrarse en lugares maravillosos o fanfarroneando canjes, esta singular diva sale en fotos con señoras detrás, revolcándose en tachos de basura, tirándose de un tobogán o abrazando una caja eléctrica. ¿Esa es su gracia? No, aquí está al punto: para sorpresa de todos, Rompower es una influencer de la ortografía y la gramática castellana.

Después de trabajar unos años en televisión, Romina montó una agencia de comunicación. “Me pasaba todo el día en las redes sociales y miraba cómo escribían las influenciadoras”, comenta con cierto veneno. “Hacían que la sangre me hirviera. Es que eran muy bestias.” Decidió hacer algo para remediarlo. Eso sí, antes necesitaba llamar la atención. Lo sabía bien, la gramática castellana podía resultar un tópico aburrido para el gran público. No obstante, le encontró la vuelta: hizo de las reglas ortográficas un lugar divertido.

En las redes sociales, esta joven catalana se inventó un personaje (@rompower) y evitó siempre dar su apellido. “Igual, muestro mi cara.” En Instagram maneja la friolera suma de 33 mil seguidores. Y, asimismo, trabaja como periodista en el diario español La Vanguardia. De hecho, sus compañeros la conocen como una verdadera grammar nazi. “Para mí esto es un desafío y un divertimento”, se sincera. Desde pequeña, se le dio bien aquello de escribir. “Mi madre me metía mucha caña y me corregía cuando me equivocaba”, recuerda. Romina cree que, en Internet, la gramática está recibiendo un destrato. “También me puedo equivocar.”

Con sus piernas largas, su cabello de publicidad y su cuerpo curvilíneo, Romina suma miradas, likes y comentarios. Y aprovecha tantas luces para contar, por ejemplo, la diferencia entre “hizo” e “izo”, cuáles son los tiempos verbales de “abolir” y cuál es la diferencia entre “sustancia” y “substancia”. Y, en medio, construir una imagen sarcástica en la que se burla del postureo del “mundo influencer” para entronizar un chiste dentro del chiste: entrás por los ojos, te vas con la lengua (castellana).

“Hay una influencer aquí en España que tiene una barbaridad de seguidores y las niñas la siguen muchísimo –dice– y ha dicho en televisión que no es importante estudiar. ¿Y cómo escribe en redes? ¡Fatal! ¡No distingue los imperativos!”, sacude casi al borde del colapso. A la sazón, la existencia de Romina yergue un pulmón simpático entre tanta frivolidad. Y, aunque se autoperciba como una chica “normal”, sabe que tiene la atención de una tribuna generosa, pero más sabe que escribir bien is the new sexy.