La dirigencia de Newell’s tomó una decisión sorpresiva y que abrió el debate en el parque Independencia. Contrató como manager del fútbol profesional a Pablo Guiñazú, un ex jugador que nunca se identificó con la institución y que se fue del club de la peor forma: con el pase libre. Al presidente Ignacio Astore se le hará difícil sostener la figura del ex volante en Bella Vista por el rechazo que genera en el simpatizante.

Si bien Guiñazú llegó al club con la aprobación de Gabriel Heinze, su vuelta en la condición de manager, con la tarea de gestionar refuerzos, es difícil de comprender si no se tratara de un pedido enfático del entrenador del primer equipo.

Guiñazú fue presentado en redes sociales por el club sorpresivamente el miércoles por la noche. Se trata de un ex jugador que a su paso por el club sacó provecho de los negocios que hacía la dirigencia, por entonces presidida por Eduardo López, y como tantos otros futbolistas en aquel período de la institución dejó el club con el pase en su poder. Guiñazú pidió la libertad de acción y a la tesorería rojinegra no le ingresó un solo dólar en 2001 cuando firmó para Perugia de Italia. Guiñazú era figura del equipo y se fue de parque Independencia luego de un partido con Chacarita en Buenos Aires, donde marcó un gol. Aquella tarde no se subió el micro que trasladó al plantel de regreso a la ciudad y nunca más se lo volvió a ver. Su imagen ante el hincha memorioso no despierta ninguna empatía.

Luego de su retiro de la actividad, vistiendo la camiseta de Talleres, Guiñazú tuvo un paso fallido como entrenador de Atlético Tucumán. También lo intentó en el banco de Sol de América de Paraguay y tampoco pudo nada bueno. Y por eso fue una sorpresa mayúscula su anuncio de regreso a Newell’s para asumir la función de manager.