En el inicio de la etapa de alegatos del juicio por el crimen de Lucas González, el abogado de la familia, Gregorio Dalbón, aseguró que los imputados formaron parte de una "mafia policial" que asesinó a Lucas por "odio racial" y pidió que los hechos se enmarquen como un caso de violencia institucional y violación de los derechos humanos. Aunque no llegó a presentar sus pedidos de pena, el abogado sí consideró que está probado el homicidio agravado imputado a la brigada de Gabriel Isassi, Fabián López y Juan José Nieva, así como el encubrimiento achacado a los otros acusados. Durante la jornada también declaró el subcomisario Roberto Inca, quien negó haberle ordenado a Isassi que plantara un arma de juguete en el auto de Lucas y sus amigos, como había acusado la semana pasada el principal Héctor Cuevas.
"Quiero decirles que estamos frente a la mafia. Este es un juicio de mafia policial". Así comenzó Dalbón su alegato. Eran cerca de las 14.45 y en la sala de audiencias del Tribunal Oral en lo Criminal N°25 aún resonaba la voz del subcomisario de brigadas que minutos antes había acusado a Cuevas de instalar una "versión falsa" al inculparlo a él como responsable de ordenar que Isassi plantara el arma. "En el lugar había muchísimos policías, más de 30, y resulta que ninguno de todos lo vio. ¿Sólo lo vio Cuevas? ¿Cómo es posible que el resto de los policías no vieran nada?", cuestionó Inca. El inicio del alegato de Dalbón pareció entonces responder a esa pregunta: "Esta mafia no se constituyó sólo con tres policías, hicieron que la mafia se constituya desde las más altas esferas para que hubiera 150 policías", sostuvo.
Ante la mirada de Héctor González, el padre de Lucas, y de Ricardo Zuñiga, padre de Joaquín, uno de los sobrevivientes, el abogado encadenó primero la secuencia inicial que terminó en el asesinato de Lucas, secuencia probada por las cámaras que constan en el expediente y que durante el juicio explicó Gustavo Gauna, jefe de Homicidios de la Policía Federal al momento del crimen. "Fueron capaces de elegirlos y perseguirlos. Los miraron por la ventanilla, los esperaron a 50 metros y cuando el auto salió del kiosko, López, Isassi y Nieva esperaron que pase la Surán para cazarlos", aseguró Dalbón sobre el momento posterior a que Lucas, Julián, Joaquín y Niven salieran en su auto del kiosko en el que pararon a comprar un jugo luego de entrenar en Barracas Central.
Después el abogado se refirió al momento concreto del crimen y apuntó contra la estrategia de Isassi, López y Nieva, que aseguran haber actuado en "legítima defensa" por una supuesta embestida de la Surán contra ellos. "Cuando la mafia los intercepta, los chicos ven un auto que los cierra, intuyen que les van a robar y en defensa personal meten el volantazo", afirmó Dalbón, que en esa parte citó la declaración de Nicolás Connell Farrel, el testigo presencial que declaró que en todo momento creyó que se trataba de un robo, que no escuchó sirenas, ni balizas, ni voces de alto, pero sí los balazos de la brigada.
Sobre los peritajes balísticos, Dalbón remarcó que se encontraron casquillos de los dos lados del auto, lo que demuestra que "uno salió adelante del auto, el otro se fue atrás y el otro los corrió". También subrayó que "los tres reconocieron a balística que habían tirado y sus dermotest dieron positivo". Por todo esto aseguró que está probada la coautoría de los tres en el homicidio, más allá de quien haya disparado la bala que mató a Lucas. La autopsia, en tanto, reveló que el tiro fue "de adelante hacia atrás" y los chicos refirieron que les tiraron desde unos dos metros de distancia. "Acá hubo un fusilamiento, le tiraron mirándolo a los ojos y lo mataron como a un perro", sostuvo Dalbón.
Para la querella está probado el homicidio agravado por alevosía, premeditación, por haber sido cometido por miembros de las fuerzas policiales y por odio racial. Sobre este último punto hizo hincapié el abogado al referirse al móvil del asesinato. "Lo mataron porque los eligieron, vieron que eran fáciles, cuatro morochitos que salían, según ellos, de la villa, lo que muestra el desprecio con odio racial que tuvieron", afirmó el querellante, que les solicitó a los jueces del tribunal que "por favor ese agravante esté, los eligieron porque eran chicos de color marrón". Dalbón les pidió entonces que pensaran si hubiera pasado lo mismo si se trataba de "un Audi con tres pibes de ojos celestes".
"Pedimos que Lucas, Joaquín, Niven y Julián, y sus padres, sean considerados como víctimas de violencia institucional, más allá de las responsabilidades individuales por los delitos", continuó entonces el representante de las familias, quien enumeró antecedentes como la reciente sentencia por el caso Blas Correas, la Masacre de Budge o el crimen de Walter Bulacio. También sostuvo que en el caso que se juzga "se han violado derechos humanos fundamentales de las víctimas", por lo que pidió que la sentencia se eleve al jefe de Gobierno porteño y al presidente de la Nación para "que no haya nunca más un caso como Lucas González". Entre los presentes en la audiencia se encontraba el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla Corti.
El abogado también se refirió a la segunda escena de los hechos, ocurrida en Alvarado y Perdriel, donde los amigos de Lucas fueron detenidos y se planificó y concretó la trama de encubrimiento imputada a los otros once agentes. Recordó que los chicos fueron esposados boca abajo, luego trasladados a un patrullero y finalmente a un instituto de menores en el que pasaron la noche. "¿La tortura tiene que ser con picana o submarino como hacia la dictadura? No, agarrar a un chico de 17 años, tirarlo al piso, romperle la remera y esposarlo boca abajo también lo es", aseguró sobre la imputación de torturas que también recae sobre ellos.
En cuanto al encubrimiento, Dalbón dijo que está probado por una de las llamadas peritadas en la causa, en la que el comisario Rodolfo Ozán le avisa al comisario Fabián Du Santos que le dijo a Inca "que vaya y busquen lo que tengan que buscar para justificar esto" y le recomienda que le pida a Juan "El perro" Romero, comisario de brigadas, que vaya al lugar "para emprolijar esta cagada". Dalbón también agregó que cree en la versión esgrimida por Cuevas la semana pasada, ya que en su celular se encontraron comunicaciones de la misma noche del crimen en las que el principal refería a otra oficial porteña que "llegué y vi todo” y que a Lucas y sus amigos les "pusieron" el arma. "Yo le creo a Cuevas porque lo dijo en una escucha, ¿cómo iba a saber que lo estaban escuchando?", preguntó el abogado.
Aunque Dalbón aseguró que "todos son culpables" de los delitos que se les acusan, habrá que esperar al martes que viene a las 11 de la mañana para escuchar los pedidos de penas concretos para cada uno de los acusados por encubrimiento, privación ilegal de la libertad y torturas. La imputación del homicidio cuadruplemente agravado para Isassi, López y Nieva, en tanto, prevé la pena de perpetua.
El alegato de la querella se vio interrumpido cuando Martín Sarubbi, codefensor de los tres principales imputados junto a Fernando Soto --que no se presentó en la audiencia--, se levantó de su asiento y se retiró alegando cuestiones personales. "Deténganme con la policía, pero me tengo que ir", dijo. Aunque Sarubbi había avisado con anticipación, el hecho tomó por sorpresa a los miembros del tribunal e incluso la jueza Ana Dieta de Herrero lo calificó como algo "insólito" y "una falta de respeto". "Ningún profesional puede dejar a su defendido", aseguró la magistrada, quien afirmó no haber vivido ningún hecho así "en 40 años de experiencia". El fiscal Guillermo Pérez de la Fuente solicitó, en tanto, que se aplique una sanción al codefensor. "Acaba de escaparse", advirtió.