El ministro de Economía, Sergio Massa, dijo hace un mes que a la economía argentina "no le entra un quilombo más". "Necesitamos orden político para que haya orden económico", reclamó. Pero desde ese momento si algo no hubo fue orden político. Tanto el Frente de Todos como Juntos por el Cambio están en ebullición. Puede pasar cualquier cosa. La incertidumbre es máxima. El propio Massa alimenta la inestabilidad al poner en duda su continuidad en la coalición oficialista y este viernes tuvo que moverse rápido para aplacar el ruido que generó la virtual amenaza de su renuncia al gobierno que lanzó la diputada Cecilia Moreau, referente del Frente Renovador, en caso de que no haya un candidato único del FdT para las elecciones presidenciales.
Las próximas dos semanas, hasta el 24 de junio, estarán marcadas por la tensión. De la resolución de los conflictos en cada espacio -pero sobre todo en el oficialismo, que tiene la responsabilidad de la gestión- y de la configuración del tablero electoral que quede plasmado desde ese día dependerá si la economía logra seguir evitando un estallido devaluatorio o, por el contrario, las expectativas se desanclan definitivamente y la situación se torna ingobernable.
En un escenario de caos, Javier Milei aparece como el candidato con mayores posibilidades de capitalizar el enojo y el desconcierto. Si el Frente de Todos se ordena, sus chances de estabilizar el panorama cambiario, empezar a moderar la inflación y mejorar la competitividad electoral aumentan considerablemente. El sentido común marca que ese debería ser el camino que tomen sus dirigentes, aunque la pregunta por ahora sin respuesta es si existe voluntad de tender puentes para salvar las diferencias o si finalmente la sangre llegará al río.
Bancos, fondos comunes de inversión y aseguradoras, actores principales del sector financiero, le dieron una oportunidad a la primera opción. Es decir, que finalmente Cristina Fernández de Kirchner, Sergio Massa y los gobernadores peronistas lleguen a un acuerdo con Alberto Fernández, Daniel Scioli y la CGT, ya sea para definir una fórmula de consenso o para que los primeros acepten las PASO. El poder financiero dio tiempo al ingresar masivamente al canje de títulos públicos que ofreció el Ministerio de Economía para despejar vencimientos del segundo semestre. De 11,6 billones de pesos, los pagos comprometidos para el período bajaron a 4,2 billones.
Esa es la lectura que hizo el gabinete económico de la operación: la interpretó como una señal de confianza a un acuerdo en el oficialismo que lo deje en carrera para los comicios y le permita sostener la gobernabilidad. Sin embargo, también es cierto que los tenedores privados de esos bonos son los primeros interesados en evitar una explosión que derive, por ejemplo, en un "reperfilamiento" de los pagos como hizo Hernán Lacunza cuando era ministro de Economía de Mauricio Macri. Lacunza ahora es ministro in pectore de Horacio Rodríguez Larreta para 2024.
Dólares y yuanes
La relativa estabilidad cambiaria de las últimas semanas fue posible gracias a los buenos resultados de las gestiones de Massa en China y a un aporte del dólar agro un poco mejor al previsto días antes del cierre de la oferta a productores y exportadores. Entre ambas fuentes de divisas, el Gobierno y el Banco Central pudieron sostener un poco de calma.
La clave para darle continuidad es la negociación con el Fondo Monetario Internacional. Si el gobierno obtiene un apoyo explícito, con recursos frescos para intervenir y contener la brecha cambiaria, podrá atravesar este trimestre bisagra de junio, julio y agosto con mayores perspectivas de éxito. Estos tres meses son de temporada baja en liquidación de divisas, sobre todo por las ventas ya realizadas por el sector rural con el dólar agro. Y son tres meses en los que más allá de cómo terminen las peleas políticas en el oficialismo y la oposición, se registrará un incremento en la dolarización de ahorros como sucede habitualmente en el país antes de las elecciones para un recambio de gobierno.
Si el FMI retacea el apoyo, exige un salto cambiario o condiciona el auxilio financiero a un plan de ajuste que hunda todavía más el nivel de actividad y el consumo, el Gobierno quedará entre la espada y la pared.
Renegociar con el FMI
El último sondeo nacional de la consultora Analogías indaga sobre la relación con el FMI. Frente a la pregunta de si "usted cree necesario renegociar el acuerdo en condiciones más favorable para la Argentina", una amplia mayoría dice que sí. El 54,6 por ciento afirma que eso debería pasar, contra un 18,4 por ciento que dice que el convenio actual hay que respetarlo y un 27 por ciento que no sabe.
Dentro de los votantes del Frente de Todos, son todavía muchos más los que consideran que hay que barajar y dar de nuevo con el FMI, con el 82,2 por ciento de las respuestas entre los "oficialistas duros" y el 67,7 por ciento entre los "oficialistas blandos".
La encuesta, realizada a 2605 personas en todo el país entre el 28 y el 31 de mayo, también arroja que la mayoría de los votantes del oficialismo prefiere un plan "moderado y paulatino" por parte del próximo gobierno. Así se expresan el 54,8 por ciento de los oficialistas duros y el 45,5 por ciento de los oficialistas blandos.
"¿Tiene esperanzas de que mejore la situación general en la Argentina después de las elecciones de este año?", es otra de las preguntas que hizo Analogías. Los oficialistas duros dicen que sí en un 73,4 por ciento y los blandos, en un 42,9 por ciento (otro 52,2 por ciento entre estos últimos estiman que la situación mejorará poco o nada). En cambio, el 68,6 por ciento de los opositores blandos creen que la situación mejorará poco o nada el año que viene, lo mismo que el 65 por ciento de los opositores duros.
Finalmente, solo los oficialistas duros evalúan que la situación económica actual es positiva, con el 57,7 por ciento. Entre los oficialistas blandos son solo el 18,3 por ciento. Del lado de los que entienden que la situación actual es negativa quedan los propios oficialistas blandos (78,5 por ciento), los opositores duros (96,5 por ciento) y los opositores blandos (91,9).