La memoria va desatando nudos donde existen seres comprometidos para lograrlo. Madres de Plaza de Mayo, Abuelas, H.I.J.O.S despejaron el camino de olvidos durante décadas. En Chile también, que sufrió una dictadura de diecisiete años y organismos de Derechos Humanos como la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) avanzaron en el mismo sentido. El Plan Cóndor permitió saber que hubo militantes políticos perseguidos sin distinción de fronteras. Es el caso del atleta tucumano Miguel Benancio Sánchez, secuestrado en Berazategui una semana después de haber corrido la célebre maratón de San Silvestre en San Pablo. Entre las víctimas del terrorismo de Estado hubo decenas de deportistas. En la Argentina suman 221 los casos documentados. Pero en la región se conocen varios más. El ciclista chileno Sergio Tormen Méndez, el boxeador uruguayo Gualberto Floreal García y el remero brasileño Stuart Angel Jones están entre ellos. Sus historias de vida todavía faltan completarse, aunque algunos de sus nombres ya quedaron vinculados a lugares emblemáticos.
El velódromo de Santiago de Chile vecino al tenebroso estadio nacional, fue un centro de reclusión y tortura desde el 11 de septiembre de 1973 –el día del golpe de Estado contra Salvador Allende- hasta el 9 de noviembre de ese año. Cinco décadas después, acaba de ser bautizado con el nombre de Sergio Tormen Méndez, campeón nacional en persecución por equipos 1972, en 50 kilómetros en 1973 e integrante de la delegación de su país en los Juegos Panamericanos de Cali ‘71.
“Este acto de memoria es muy importante porque él continúa desaparecido, su cuerpo nunca apareció. Cuando a Tormen lo detuvieron el 20 de julio de 1974, en el período más feroz de persecución, detención y aniquilamiento, era un ciclista destacado de 25 años, de una familia vinculada a este deporte y se lo llevaron con su hermano Peter de 14 años y Andrés Moraga Gutiérrez, el entrenador de la selección de ciclismo chilena”, cuenta Cristian Arcos, periodista de Radio ADN en Santiago.
En el mismo taller de bicicletas donde la policía secreta del régimen, la temida Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), secuestró a los tres, media hora antes había sido arrancado del lugar otro corredor chileno, representante del club Centenario: Luis Julio Guajardo Zamorano. Este último y Sergio Tormen continúan desaparecidos. “Revolucionarios y amantes del ciclismo, además de amigos…”, los define la página Ciclismo Laboral. Ambos militaban en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
Peter y Moraga Gutiérrez recuperaron la libertad dos días después. Habían permanecido detenidos en el barrio Paris-Londres, de arquitectura europea, en pleno centro de la capital. Allí funcionó un centro clandestino de detención que en la jerga de los grupos de tareas era conocido como Yucatán y la dictadura negó como tal. La casona construida en 1925 y donde funcionó una sede del Partido Socialista, hoy cumple otro fin bajo el nombre de Londres 38, espacio de memorias.
Mariela Fuentes, coordinadora de gestión de la Corporación Estadio Nacional-Memoria Nacional, le explica a Página/12 que “el anhelo de renombrar el velódromo surge de la familia de Sergio y de su círculo de amigos, todos ellos muy ligados al ciclismo hasta hoy. Cuando el gobierno tomó este anhelo, pasó claramente por una voluntad política haber hecho el trámite legal. Para nosotros esta decisión es muy valiosa y simbólica y tiene trascendencia porque el velódromo no fue solo un espacio deportivo, sino el lugar donde ocurrieron atrocidades. Allí llegaban los prisioneros para ser interrogados con torturas de todo tipo”.
En una entrevista tomada de la revista Estadio en octubre del ’73, Sergio Tormen contaba cuáles eran sus sueños de ciclista: “Me gustaría correr la Vuelta de México, el Americano de Cali, volver a San Juan y estar en los Panamericanos del 75”. Nunca llegó a cumplir su último deseo en el DF mexicano. Lo secuestraron quince meses antes.
El Velódromo lleva su nombre desde el 30 de abril pasado. En el acto hubo dos ministros del presidente Gabriel Boric: Jaime Pizarro, el ex futbolista de Colo Colo a cargo de Deportes; y Jaime de Aguirre, que conduce la cartera de Culturas, Artes y Patrimonio. El primero declaró: “En este momento, poner en valor y reconocer en este velódromo a Sergio Tormen es también reconocer el esfuerzo y legado de su familia. Es una oportunidad y nos alegramos enormemente por hacer una contribución, que tiene que ver con relevar la historia y también ponerla de manifiesto para las nuevas generaciones y la juventud”.
Una placa colocada en el Velódromo señala que se trata de “un homenaje a los dos jóvenes ciclistas (Tormen y Guajardo Zamorano) y un “gesto de reparación a sus familias”. La madre de Sergio, Lucía Méndez, jamás dejó de buscarlo. El 25 de julio de 1974 presentó un recurso de amparo en su favor ante la Corte de Apelaciones de Santiago que fue rechazado. Se encadenó al Congreso tiempo después.
En esta familia de deportistas, a Sergio lo sobreviven sus hermanos y hermanas. Richard y Peter han sido tan corredores de bicicletas como él. El primero, dos años menor que el desaparecido, compitió en los Juegos Olímpicos de Montreal de 1976. En una foto de la revista Estadio se lo ve con el pelo muy largo y bajo un título que dice: “En el jet set del ciclismo”.
Peter, el más chico, ganó la Vuelta de Chile el 30 de noviembre de 1987 cuando Pinochet todavía se mantenía en el poder. Y lo hizo corriendo con la bicicleta de Sergio desde Puerto Montt a Santiago con un tiempo total de 45h, 38m, 34s. En la televisión nacional se vio cómo le hicieron una pregunta trillada: “¿A quién le dedica el triunfo?”. “A mi hermano detenido desaparecido” respondió sin vacilar. La pantalla fundió a negro y lo sacaron del aire. Años más tarde, cuando recordaba aquella anécdota, decía que fue “casi una casualidad, surgió lo que tenía que surgir, lo que estaba más secreto. Lo dije sin la intención de causar revuelo. Fue puro sentimiento”.
En la misma entrevista, el periodista le preguntó sobre las amenazas que recibió de su sponsor, la Cervecera Cristal. Peter respondió: “Es que los gerentes eran de gobierno. Les molestó porque querían explotar mi imagen, sacarme todos los días en TV, el campeón acá y allá, pero con mis declaraciones se les fue el marketing a la mierda”. Con 63 años, el menor de los Tormen al menos vio cómo condenaban a los victimarios de Sergio. El 21 de julio de 2006 salió la sentencia para el jefe de la DINA, el general Manuel Contreras, más dos de sus esbirros, Marcelo Moren y Osvaldo Romo, por el secuestro y desaparición de su hermano. El 20 de enero de 2009 la Corte Suprema la ratificó.
Un año más tarde, el Mamo –como apodaban al militar- dijo desde la prisión que se sentía orgulloso de su faena sangrienta. La que incluyó a 3 mil asesinados y 40 mil torturados. Entre ellos estaba Sergio Tormen Méndez, el ciclista de montaña que no pudo escapar a las garras del monstruo que acumuló condenas a 526 años de prisión.