Novak Djokovic está frente a una cita con la historia. Después de su triunfo ante el número uno del mundo, el español Carlos Alcaraz, en las semifinales de Roland Garros, el serbio quedó a las puertas de un título que modificaría los libros del tenis: si el domingo desde las 10 supera al noruego Casper Ruud, el serbio quedará como único líder en la cantidad de títulos de Grand Slam con 23, uno más que el español Rafael Nadal, ausente al menos hasta fin de año por una lesión que le demandó una visita al quirófano.
Los calambres que sufrió Alcaraz después de dos sets de pura tensión e intensidad dejaron en claro que Djokovic sigue siendo el rival a vencer en las citas de máxima exigencia, más allá de lo que digan los rankings ocasionales. A sus 20 años, con un título de Grand Slam en el US Open -aclaración importante, con Djokovic ausente- y con un tenis exuberante, Alcaraz todavía necesita un punto de maduración para ocasiones especiales, como enfrentarse a Nole en una instancia decisiva de un gran torneo. "Tuve calambres por los nervios y la tensión de jugar con una leyenda como Djokovic", admitió el español para despejar las posibles dudas.
Y para agigantar esa leyenda, Djokovic tiene este domingo la chance de sumar un nuevo capítulo frente a Ruud, que viene de vapulear al alemán Alexander Zverev en las semifinales y de ser finalista en la edición anterior. Así todo, pese a esos antecedentes, el noruego no aparece como favorito. Y eso sin tomar en cuenta que el serbio lidera el historial 4-0, sin ceder ni un set, incluso con dos triunfos sobre polvo de ladrillo.
La culpa, claro, es de Djokovic. Dos veces campeón en París, Djokovic busca un zarpazo decisivo en la pelea por ser el más grande tenista de la historia. Un nuevo trofeo de los Mosqueteros lo dejará con 23 Grand Slams, uno más que Nadal y tres más que el ya retirado Roger Federer. Además, lo colocará con al menos tres títulos en cada uno de los Grandes, logro que ningún otro tenista consiguió. Y como yapa, un triunfo le devolverá la cima del ranking mundial, que dejó en manos de Alcaraz cuando promediaba la temporada de polvo de ladrillo. Demasiados incentivos para un competidor empedernido, que lo único que quiere son títulos para seguir alimentando su leyenda.