Las escuelas y universidades de Estados Unidos dejaron de ser seguras para sus estudiantes hace más de tres décadas. La lista de masacres es extensa y se actualiza en tiempo real. El 20 de abril de 1999 en Columbine, Colorado, dos jóvenes neonazis, Eric Harris y Dylan Klebold, asesinaron a 15 alumnos de entre 14 y 18 años, a un profesor y luego se suicidaron. La historia fue llevada al cine documental por Michael Moore en 2002. Desde ese momento – pasó casi un cuarto de siglo – los homicidios masivos en ámbitos escolares aumentaron de manera colosal. En lo que va de 2023, la organización Everytown for Gun Safety (Seguridad de armas para todas las ciudades) publica un mapa político de EE.UU. con estadísticas de tiroteos en institutos educativos estado por estado. Hasta el 1° de junio pasado llevaba registrados 61 incidentes con 20 muertos y 40 heridos a nivel nacional. Solo en los primeros cinco meses del año.

Las cifras requieren de un contexto. Si todos los días en Estados Unidos son asesinadas 120 personas con armas de fuego (el número surge de un promedio de cuatro años, entre 2018 y 2021 inclusive), la cuenta ascendería a 43.800 muertos. En esa cantidad anualizada de víctimas fatales caben, según el informe, casi 4 mil niños y adolescentes muertos a tiros y otros 15 mil que son heridos a balazos pero no pierden la vida. Tanto dentro como fuera del ámbito educativo. La estadística de este tipo de violencia, un karma del declamado sueño americano, se completa con un dato adicional de la investigación: en medio de este azote unos 3 millones de menores están expuestos a los tiroteos masivos.

El mapa de Everytown for Gun Safety (https://everytownresearch.org/maps/gunfire-on-school-grounds/) es una radiografía actualizada del uso de armas de fuego. Registra víctimas mortales y heridos en instituciones escolares de todo el país. Al menos en 29 estados de EE.UU se comprobaron casos de violencia homicida en 2023. Son más de la mitad. Un texto que sigue al mapa señala que la ONG “comenzó a rastrear incidentes de disparos en terrenos escolares en 2013 para obtener una mejor comprensión de la frecuencia con la que los niños y adolescentes se ven afectados por la violencia armada en sus escuelas y universidades, y en respuesta a la falta de investigación y datos sobre el tema”. 

La violencia en el universo educativo de Estados Unidos se da con más frecuencia en instituciones a las que asisten en mayor proporción estudiantes afroamericanos. Son las víctimas más propicias para los killers con acceso irrestricto a armerías o hasta en sus propias casas donde los padres mantienen arsenales. “Las armas de fuego son la principal causa de muerte de niños y adolescentes. Ser testigo de tiroteos, ya sea en sus escuelas, sus comunidades o sus hogares, puede tener un impacto devastador. Los niños expuestos a la violencia, el crimen y el abuso tienen más probabilidades de abusar de las drogas y el alcohol; sufren de depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático” describe la investigación.

También explica que “no se incluyen los incidentes en los que se trajeron armas a las escuelas pero no se descargaron. El mapa refleja los incidentes que resultaron en muertes o lesiones, así como aquellos en los que nadie resultó herido”.

Everytown for Gun Safety promociona un plan para almacenar armas en lugares seguros y a fines de 2022 informaba que 8,5 millones de estudiantes asistían a escuelas que seguían aquella política preventiva. Pero no es en los colegios que los jóvenes se procuran las pistolas, revólveres o en ciertas ocasiones, los fusiles de asalto. “Hasta el 80 % de los tiradores escolares menores de 18 años obtienen su arma en el hogar”, dice la organización. En EE.UU ya se habla de educar a los padres de los niños en el uso responsable del armamento.

“Al menos 4,6 millones de niños en los Estados Unidos viven actualmente en hogares con armas de fuego no seguras, y la violencia armada sigue afectando a nuestra población joven de maneras inimaginables”, declaró Shannon Watts, fundadora de Moms Demand Action (algo así como Las madres exigen acción).

El 2 de junio pasado, Ryan Busse, ex vicepresidente de ventas de Kimber América entre 1995 y 2020 - un importante fabricante de armas-, y asesor desde 2021 de Gabrielle Giffords, una excongresista de Arizona gravemente herida de un disparo en la cabeza en 2011 durante un tiroteo masivo, aportó datos claves en una entrevista que le concedió al sitio ProPublica de EE.UU: “Antes de 2007, las personas en los Estados Unidos nunca compraron más de 7 millones de armas en un solo año. Cuando Barack Obama dejó el cargo, Estados Unidos compraba casi 17 millones de armas al año”.

En diálogo con el periodista Corey G. Johnson también describió: “Cuando Trump fue elegido, hubo lo que se llamó en la industria la Caída de Trump, lo que significó que, dado que se eligió a un republicano, el miedo a Obama había desaparecido y Hillary Clinton no fue elegida. El tipo de miedo y conspiración disminuyó, y las ventas se estancaron por un tiempo porque la industria y los dueños de armas creyeron que la amenaza había pasado”.

Pero Busse comentó que durante la presidencia del magnate – hoy en serios aprietos judiciales - “experimentamos un nivel completamente nuevo, nunca antes visto, de miedo, racismo, odio y conspiración que culminó en 2020. En ese año, tuvimos George Floyd, bloqueos de COVID, Black Lives Matter, protestas de Antifa y Kyle Rittenhouse. Quiero decir, fue el año más tumultuoso que cualquiera pueda recordar con más odio, conspiración y maldad. Ninguno de nosotros puede recordar un año así. En ese año, los consumidores estadounidenses compraron casi 23 millones de armas, más del triple que antes de que Barack Obama asumiera el cargo”.

En EE.UU es tan grande la deuda legislativa para moderar las consecuencias de la Segunda enmienda de la Constitución que habilita el uso irrestricto de armas, que el gobierno de Joe Biden recién consiguió que se votara la primera ley importante sobre su regulación en 26 años.

Quince senadores republicanos se unieron a los cincuenta demócratas de la Cámara Alta para apoyar esta norma que “salvará más vidas” según el presidente. Fue aprobada el 25 de junio de 2022 después de dos matanzas. La que cometió un hombre armado contra 19 niños y dos maestras en una escuela primaria en Uvalde, Texas. Y la que un supremacista blanco perpetró en Buffalo, Nueva York, contra diez clientes de un comercio de alimentos.

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