En Villa Urquiza, decir “Cucuza” es decir “tango”. Nombrar a Hernán Castiello es ubicarse inmediatamente en el bar notable El Faro, ahí en Avenida de los Constituyentes 4099. Y es hablar de un tipo que se convirtió en un referente sin necesidad sacar un disco de estudio durante más de cuarenta años. Porque es cierto que hay una placa a dúo con Moscato Luna grabada en vivo en ese mismo bar, pero es casi inconseguible. Así que la presentación de esta noche en esa esquina de toldos metálicos verdes es una ocasión especial. Hoy presentará Cucuza Tango Bardo, que acaba de lanzar en conjunto con el cuarteto Tango Bardo (creado por Lucas Furno y Juan Miguens) y en el que cruza históricos como “Alma de loca”, “La rayuela” o “Garúa” con clásicos contemporáneos como “Juguete rabioso”, “Origami” (ambos de Acho Estol), “Felicidad” (de Guido Iacopetti) o su propio “Tibieza”, y versiona “Carabelas nada”, de Fito Páez.
Las presentaciones de Cucuza seguirán los próximos dos viernes, pero ya en el formato que le conocen los habitués de El Faro, acompañado por un guitarrista. Es que las próximas dos veladas oficiarán de festejo por los diez años del proyecto que lo consolidó como figura local: “El tango vuelve al barrio”. La celebración por la continuidad de ese ciclo también estará en el Festival/Mundial de tango de la ciudad: el sábado 19 a las 21, Castiello irá junto al Trío Inestable (Zasali, Sinkunas y su hijo Mateo) más una tropilla de invitados al Centro Cultural 25 de Mayo (Triunvirato 4444), en el mismo barrio. “Viste dónde estamos, acá no llega el turismo –señala alrededor–. La idea siempre fue hacerlo para los vecinos”, cuenta Cucuza sobre el ciclo que se transformó en un hito de la escena tanguera porteña. “Acá en Urquiza hay tango, pero más que nada milongas, y en su momento no había una movida así, pero se ve que existía la necesidad porque vino mucha gente desde el comienzo”, recuerda. Diez años después, la propuesta sigue firme: un cantor, una guitarra acompañando. Una vez al mes, él mismo. El resto, invitados.
–¿En qué medida el disco es hijo de estos diez años en El Faro? Ambos comparten una línea muy intimista.
–No sé si Cucuza Tango Bardo tiene una hermandad con El tango vuelve al barrio. El único disco oficial que tenía fue uno en vivo acá que era, más que un disco, una foto. Era un disco muy imperfecto, era mostrar lo que pasaba en la movida con un repertorio tradicional. Tango Bardo es un cuarteto, grabado en estudio, con un repertorio que busca la mixtura, que es lo que me gusta a mí. Están ahí canciones de grupos como el Sexteto Fantasma o La Chicana, que ya son históricos de los nuevos. Me gusta esa dualidad, que haya temas de Troilo y De Caro. No termino de concebir algo que sea todo tradicional o todo nuevo.
–Cuarenta años de carrera y recién un primer disco de estudio. ¿Por qué la resistencia? ¿Cuánto le insistieron?
–Ya el de El tango vuelve al barrio me costó mucho sacarlo. Tuve que entenderlo como una foto para decir “bueno, me lo banco”. Los músicos y los cantores tenemos un rollo con escucharnos. Yo creo que soy el peor de todos a la hora de escucharme en el estudio. Pero tengo que aceptarme así. Algo debe haber que está bien. Pero me cuesta mucho el estudio y me gusta mucho el vivo.
–¿Cómo es eso de que le cuesta escucharse?
–Lo mismo que puede llegar a pasarte a vos cuando hacés una nota y después pensás “acá me hubiese gustado usar esta palabra” o “redondear esta idea”. Es cierto inconformismo. Me escucho cantar y digo “esto lo frasearía de otra manera”. A groso modo, no termino de gustarme. Es preocupante, para diván. Pero lo sobrellevo con el vivo. El vivo hace que yo me mantenga estoico en esto de cantar. Ahora quiero defender este disco cantando en vivo. ¿Ya está grabado? ¿Todos contentos? En vivo va a salir mejor.
–Tiene varios tangos propios, pero el único que llegó al disco y que se conoce es “Tibieza”. ¿Por qué?
–“Tibieza” trascendió un poquito más. Después tengo cuatro o cinco tangos más terminados, con letra y música. Y la verdad es que no tengo ni necesidad ni urgencia de mostrarlos. Este fue casi a pesar de mí.
–¿Por qué “Tibieza” sí?
–Eso es una cosa muy coherente. La primera vez que me presenté al certamen Hugo del Carril, de cantores, creo que fue en 2003 o 2004. En ese momento el Hugo del Carril tenía mucha más difusión y se anotaba más gente. Cuando llegué, no había más cupo para cantores. Tenía “Tibieza” cajoneado, lo había escrito para sacármelo de adentro y no pensaba tocarlo ni nada. Y medio de caliente fui, lo registré y lo presenté. Mirá cuál era mi fe que me llamaron a casa un viernes no para decirme que gané, sino para que no faltara a la entrega de premios del lunes siguiente... ¡Y no fui! ¡Típico del tipo que escribió “Tibieza”! El lunes estaba laburando y me llamó mi mujer. “Che, Hernán, ¿vos te anotaste en un certamen? Me llego un mail de que ganaste”.
–¿Se amigó con el tema?
–Tuve que amigarme porque me lo pide la gente, porque lo grabó algún que otro cantor y, como me pasa cuando canto, algo bien tiene que estar.
–El disco incluye “Carabelas nada”, de Fito Páez, uno de los rockeros más tangueros.
–Tengo en la cabeza versionar algún día “Sasha, Sisí y el círculo de baba”. Que no parece, pero tranquilamente puede ser un tango. “Giros” es un tango, sin más. Lo de “Carabelas nada” se desprende de la Menesunda, de la Tangolencia Rockera, donde hago temas de rock argentino llevados al tango. Pero el arreglo que hacemos es otro, hecho por los chicos de Tango Bardo. Me pareció interesante en esto de la mixtura. No sólo La Chicana, no sólo el Sexteto Fantasma, sino que el rock tiene una pata muy importante metida en el tango. O viceversa. Me acuerdo de imágenes de Fito con (Roberto) Goyeneche, o sea que Goyeneche fue un tipo que en su momento la vio, se acercó, como (Rubén) Juárez. Vos sabés que el tango es un mundo bastante cerrado. Sobre todo años atrás, ahora está mejor. Entonces, por eso también se metió Fito en esta historia. Es un autor, si se quiere, de los nuevos del tango, por llamarlo de alguna manera. Entonces el chiste es profundizarle ese tango que uno le encuentra y hacerlo desde dónde lo canta, en el arreglo que uno le encuentra.
–Una vuelta interesante: tanguero que circunstancialmente se dedicó al rock, ¡por error incluso!
–(Se ríe) Pasa lo mismo con Palo Pandolfo o con (Francisco) Bochatón. La Menesunda está inspirada en Acho Estol, porque yo lo siento el tanguero más rockero, y por Palo Pandolfo, a quien considero el rockero más tanguero. Escuchar en su momento Espiritango, cuando no estaba muy bien visto en el rock hacer tango... Palo se mandó con ese disco en Los Visitantes que era increíble. Nosotros ahí hacemos varios temas de ese disco.
–Ahora también está versionando a Babasónicos.
–Pero es que te juro, ¡la letra de “Irresponsables” es un tango! No hay mucha vuelta. A mí me gusta hacer el chiste de que si vos no tenés ni la menor idea de quiénes son los Babasónicos, venís a la Menesunda, lo escuchás y pasa como un tango, está todo pago. Esa es la idea. ¿Viste que está el lema “tango de ruptura”? Obviamente sé qué significa, pero jugando con eso digo que hago tango de juntura. Es juntar o mixturar.