La carpa azul y blanca del Cirque du Soleil -un gigante de 19 metros de altura y 51 de diámetro, sostenido por cuatro mástiles de 25 metros de altura cada uno- ya está instalada en Costanera Sur. "¡Más rápido!", pedía este lunes al mediodía el brasileño Roberto Larroude -senior PR Manager del Cirque- a hombres que, ubicados en distintos extremos, movían una palanca para que las lonas comenzaran a levantarse, algo para lo que también se utiliza un generador de energía. Allí, entre el 23 de junio y el 30 de julio, tendrán lugar las funciones de Bazzar, show con el cual el famoso circo con base en Quebec regresa a la Argentina luego de cinco años de ausencia.
Ver cómo lentamente se erige "La Gran Carpa" es tener acceso a otro costado del Cirque. Para que el imponente mundo de acrobacias, vestuarios, música y escenografía tan cercano a la magia exista, debe existir este otro, menos romántico, hecho de cables, varillas, sogas, columnas, bloques de cemento, clavos enormes. Para acceder a él hay que hacerlo con casco y pechera fluorescente. "Es que ese cable puede partir tu cuerpo al medio": con esta frase grafica el peligro Caio, a cargo de la seguridad. La dice a los periodistas que van ingresando al espacio, adentro todo de color azul. Otro grupo más numeroso de trabajadores se ocupa de enderezar las varillas --son tres o cuatro por cada una-- y hay un aplauso al final de la tarea. Se necesitan 85 personas para levantar esta estructura. Con los mástiles pesa 13 toneladas. Soporta vientos de 120 kilómetros por hora.
Cuatro banderas -la de Canadá, la de Quebec, la argentina, y la violeta con letras amarillas del Cirque- flamean sobre ella. "Esta es la materialización de la llegada del circo a Buenos Aires para que los artistas desde mañana puedan empezar a entrenar. Toda la compañía ya está acá en la Argentina, tanto del área de producción como de la artística", cuenta a Página/12 Sebastián Bulgheroni, COO & CMO Latam de Fénix Entertainment Group. El día es muy frío pero el fuerte sol ameniza la cuarta jornada de trabajo del equipo. Las precarias construcciones del barrio Rodrigo Bueno, pegado al lugar, generan un contraste triste con el despliegue. Afuera es incesante el tráfico de camiones que entran y salen del puerto.
Detrás de la carpa principal -con capacidad para 2.600 personas- ya se ven otras dos, la artística y la técnica. A sus costados hay contenedores con equipamiento -son 71 y han transportado mil toneladas- y generadores de energía -ocho en total-. Delante de "La Gran Carpa" se ubicarán, además, el "Tapis Rouge" -el VIP- y la estructura donde se ofrecen merchandising, comida y bebida. Instalar esta "ciudad dentro de una ciudad" lleva ocho días. El desmontaje, sólo tres. Aproximadamente 100 personas trabajan en esto, "50 locales y unas 40, 50 del Cirque", indica Larroude.
Con la pandemia como telón de fondo, el Cirque se declaró en quiebra y tuvo que despedir al 95 por ciento de su personal. La salida de la pandemia implicó su reestructuración como empresa y el regreso a los escenarios, que ocurrió hace un año. Caio comenta que el gobierno de Quebec compró parte de la compañía y otra parte un fondo chino. Bazzar llega a la Argentina después de presentarse en Brasil, Chile y Colombia. Buenos Aires es la ciudad número 16 que presencia el regreso del circo, que en junio cumple 39 años. Luego de Bogotá, esta es la última ciudad del tour. En septiembre Bazzar viajará a Estados Unidos.
Con 35 artistas de 23 países en escena, el show es anunciado como un retorno a los orígenes del grupo. "No tiene mucha tecnología, mucha maquinaria. Revaloriza las habilidades físicas y artísticas. Los números son más simples que en otros espectáculos", adelanta Larroude. Además de las disciplinas del balancín, acarreo, bicicleta acrobática, contorsión, patines, trapecio, cuerda aérea, suspensión de cabello, manipulación de fuego y cuerda floja, incorpora la novedad del Mallakhamba, deporte tradicional de la India en el cual un gimnasta realiza posturas aéreas de yoga y agarres de lucha junto a un poste de madera vertical fijo o colgante, o un bastón o cuerda para colgar. El número de suspensión de cabello está a cargo de una argentina, Josefina Oriozabala.
Un comunicado amplía las curiosidades del detrás de escena: hay más de 10 acompañantes oficiales (entre ellos esposos, esposas, novios, novias e hijos). "Hay tres niños de un año, dos y cuatro. Cuando tenemos muchos hay un maestro para todos", cuenta Caio. El Cirque tiene una cocina propia que prepara entre 150 y 200 comidas diarias. Los chefs son cuatro. Y hay dos médicos para los artistas. El resto del staff se atiende en el hospital local. Sobre la vida de los artistas, el manager cuenta: "Para ellos el tour es interesante porque quieren conocer las culturas locales, desde restaurantes a puntos turísticos. Es muy común viajar dentro del país los días que no se trabaja".