“Ella no compró el arma, no le dio ayuda esencial, no tenía un móvil para escapar. La conducta de haber estado con Fernando Sabag Montiel no la hace responsable”. Carlos Telleldín, el nuevo defensor de Brenda Uliarte, delineó así lo que será su estrategia de defensa en la causa por la tentativa de homicidio contra Cristina Kirchner: despegar a Uliarte de Sabag Montiel, aunque ambos hablaron entre sí la semana pasada. La jugada de Telleldín no parece fácil para nada: la joven estuvo con Sabag Montiel durante todo aquel 1 de septiembre, registra diálogos en los que denota estar al tanto del intento y da la impresión de ser la más politizada, la más fanática, de la pareja. Telleldín -que se recibió de abogado mientras estuvo en la cárcel por un vínculo con el atentado contra la AMIA, causa en la que fue sobreseído aunque no está firme- adelantó que Uliarte va a pedir declarar nuevamente (en principio no lo podrá hacer hasta el juicio) y confirmó que su clienta está deprimida, cosa que se evidenció durante un traslado la semana pasada. Su declaración puede ser trascendente, sobre todo por la relación con Revolución Federal y la manera en que le llegó el mensaje de odio a CFK.
El padre de Brenda, Leonardo Uliarte, llegó a Telleldín porque el ahora abogado tiene un estudio en San Miguel, barrio en el que viven los Uliarte. Padre e hija tenían una relación más bien tumultuosa, a partir de una historia de abusos familiares y de que Brenda perdió un bebé dos años antes del ataque. Para colmo, desde el punto de vista político, Leonardo es kirchnerista y Brenda una furibunda antiK, aunque el padre dijo que a la chica nunca le interesó la política.
En diálogo con Radio 10, Telleldín trazó la línea judicial que espera desarrollar: “Ella no fue partícipe primaria, que corresponde a alguien que presta una ayuda esencial en el delito, alguien sin cuya participación no se podría habría podido hacer nada. Podrán endilgarle una participación secundaria o un encubrimiento, pero no más que eso”.
Desde el punto de vista de las pruebas reunidas hasta ahora, la táctica tiene pocas chances de prosperar. Sabag Montiel y Uliarte estuvieron juntos todo aquel día. Se tomaron colectivos y trenes, fueron desde San Martín, donde convivían, hasta Quilmes, a ver a un tatuador, después regresaron hasta el Obelisco y desde ahí caminaron hasta la esquina de la vivienda de CFK, en Juncal y Uruguay. En el trayecto, según lo que se percibe en las filmaciones, fueron alternándose en llevar la bolsa en la que presuntamente iba el arma. En el momento en que Sabag Montiel apretó el gatillo, Brenda Uliarte estaba a unos metros, algo que no le será fácil de explicar: ¿qué hacía ella allí habiendo escrito decenas y decenas de mensajes de odio a CFK?
Pero, sobre todo, ambos registran un chat cuatro días antes del atentado, el 27 de agosto, aquel sábado en que Cristina habló frente a una multitud en un escenario improvisado. En ese anochecer, Sabag le escribió específicamente que se le pasó la oportunidad de dispararle a Cristina porque la vicepresidenta entró en el edificio y, por lo tanto, le dijo a Uliarte “que no traiga nada”. O sea, la impresión es que ella le iba a llevar la pistola. En el expediente hay varias imágenes de meses anteriores en que Brenda se exhibe con el arma.
La semana pasada, Uliarte y Sabag Montiel se encontraron en un tribunal de San Martín donde está radicada una causa menor, por un documento que se les encontró en la vivienda que compartían. Brenda mostró enojo con Sabag, pero al final estuvieron hablando. En ese marco, Telleldín se sumó a una postura de la defensa de la expareja de Brenda: “Para que exista tentativa hay que disparar de la cintura para arriba y Sabag ni siquiera disparó. Los peritajes dicen que no gatilló. Es cierto que el delito es agravado por tratarse de la vicepresidenta, pero no gatilló”. La realidad es que el peritaje oficial señala que sí apretó el gatillo, pero que el proyectil no entró en la recámara porque Sabag no movió como correspondía la corredera. El propio Sabag lo reconoció en un chat: “Fueron los nervios".
El próximo episodio se desarrollará en el proceso hacia el juicio, en lo que se conoce como instrucción suplementaria. La clave está en la relación de la pareja con el discurso de odio y los hilos que impulsaban acciones contra Cristina Kirchner. En el penal de Ezeiza afirman que Brenda está arrepentida y que tiene cosas para decir. Hasta ahora no declaró nunca. "Pensó que se metía en algo que era joda y no lo era", dicen que se lamenta.