Estaban escuchando a Astor Piazzolla en uno de esos conciertos multitudinarios que teñían de algarabía el retorno a la democracia. Tenían grabado un cassette con siete piezas instrumentales, que de alguna manera rendía tributo a ese genio del tango. Era el verano 1984, y cuando el quinteto acústico de Astor terminó de tocar, uno de los escuchas (Fernando Egozcue), esperó al bandoneonista. Lo vio cruzar la calle, lo vio meterse en un Torino, y se le abalanzó antes de que cerrara la ventanilla. “Metí la cabeza y le puse el cassette en el pecho, a lo bestia, medio que se asustó”, se ríe el compositor y guitarrista del sexteto Nuevos Aires, que por entonces, además de asistir a esos conciertos, hacía sus primeras armas en la música. El final –feliz– fue que Piazzolla escuchó el material y, a un año del lance, le dijo a su manager (Atilio Talín) que llamara al número que estaba en el cassette. “Nos mandó decir que nos quería conocer, fuimos a la concesionaria de coches que tenía Atilio, quedamos en ir a la casa de Astor, en Belgrano y, cuando fuimos, alucinamos en colores”, detalla Egozcue, sobre la inesperada secuencia. “Nos dijo que nuestra música le gustaba, porque tenía que ver con lo que él hacía, aunque no con su línea de composición, claro. Después nos mostró un material de los Hermanos Abreu, dos guitarristas brasileños impresionantes, hasta que se metió en una habitación, volvió con la partitura original de ‘500 motivaciones’, nos dijo que no la iba a tocar más, y nos la habilitó a nosotros”, se entusiasma Egozcue, que se fue a vivir a España en 1992 y ahora regresó para aportar su parte en el concierto que Nuevos Aires dará mañana a las 19 en La Usina del Arte (Caffarena 1), con Daniel Binelli como bandoneonista invitado.
“Voy a decir algo que nunca dije en una entrevista”, interfiere Claudio Méndez, el pianista de la agrupación, mientras hace a un lado su taza de café. “En un momento, cuando Piazzolla nos dijo que lo nuestro no se parecía a su línea compositiva, yo le respondí ‘lo que pasa es que nosotros no hacemos tango’. Y él me respondió ‘sí, es tu tango. Yo hago mi tango y ustedes hacen su tango’”, evoca el músico que, tras aquella experiencia con Nuevos Aires, formó parte de la Eléctrica Rioplatense de Emilio del Guercio, y luego de Opus 4, agrupación con la que registró el disco Tangos, valses y milongas. “En esa charla, Astor nos dijo también que este país era una mierda, que había que hacer la valija e irse, en fin, yo le hice caso y él no”, se ríe Egozcue que, en efecto, vivió y vive en Madrid.
Nuevos Aires había nacido a principios de la década del ochenta en el López Buchardo y, originalmente, lo completaban Pablo Méndez en batería, Sergio Blostein en bajo, Víctor Skorupski en vientos y Miguel Buchalter en violín. Ellos, más los dos partícipes de esta nota con PáginaI12, fueron los que grabaron el cassette que entregaron en mano a Astor. “Eramos músicos clásicos, pero teníamos a Piazzolla, a Spinetta y a Gismonti dando vueltas por la cabeza, todo el tiempo. Fue una época muy especial, porque nos pilló el retorno a la democracia, y vivimos todo ese esplendor”, evoca el guitarrista, acerca de la época cuya marca histórica se ve en la tapa del disco publicado en 1983: un tipo sacándose una máscara anti gas. “Lo grabamos en el estudio de Lito Vitale y, después de lo que pasó con Astor, nos invitaron a tocar cuando lo nombraron ciudadano ilustre. ¿Qué tocamos? ‘500 motivaciones’, y uno de los temas del disco, que se llama ‘Viejos Aires’”, refiere Méndez. El idilio con Piazzolla duró lo que un amor intenso y fugaz. Se vieron dos veces más, y ahí quedó. “Fue una gran habilitación para nosotros, y el trato fue amorosísimo”, sostiene el pianista, a la distancia.
El grupo, con algunos cambios, duró hasta 1986. Y tuvo tiempo de tocar “500 motivaciones”, que si bien quedó fuera del disco, no lo descartaron como material a aprovechar. “Musicalmente estábamos en la línea del nuevo tango, o la música ciudadana, y dentro de eso, en lo que Alejandro Santos llamaba música popular contemporánea. Había una cosa así medio culta, de cámara, mezclada con lo popular.
En 2001, grabaron una versión del tema de Piazzolla, con el sexteto original, que es una de las que figura en el disco reeditado por Melopea en 2006 (la otra fue grabada en 1991 en formato de cuarteto eléctrico) y, once años después de entrar al estudio de Nebbia, la agrupación volverá a tocar (esta vez en vivo) con cuatro de los miembros originales (los dos partícipes de esta nota, más Pablo Méndez en batería y Sergio Blostein en bajo), además del violinista Quique Condomí y Julián Vat, en flauta, quienes ingresaron a Nuevos Aires poco después de la edición del disco debut. “Vamos a tocar algunos temas de aquel disco, también otros que compusimos como cuarteto, dos temas de cada uno, y una versión de ‘La muerte del ángel’, de Piazzolla”, informa Méndez, mientras a Egozcue se le vuelve a encender la llama. “Es una tremenda emoción para todos volver a tocar esos temas… es como si nos estuvieran revolviendo la vida otra vez.”