El sacerdote Toto de Vedia, de la parroquia Virgen de Caacupé en la villa 21- 24, presentó una gravísima denuncia: recibió amenazas por parte de la Prefectura el miércoles por la noche. La presentación fue realizada por el mismo de Vedia –proporcionó la identificación del prefecto que lo amenazó– ante la Dirección general de Acceso a la Justicia (Atajo), desde donde fue trasladada a la Procuración de Violencia Institucional (Procuvin). El director de Atajo, Julián Axat, envió un oficio a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, para que tome intervención en el caso y separe de la fuerza al prefecto identificado como Gabriel Antonio dos Santos. En julio pasado, Cristian Toledo, un joven que trabajaba frente a la capilla de Caacupé, fue baleado por el bombero de la Federal Adrián Otero, luego procesado y detenido. El cura de Vedia salió a respaldar la memoria del joven, rechazó la versión del policía, y sostuvo que “lo mató a quemarropa”. De Vedia aseguró que las amenazas que sufrió el miércoles están vinculadas a la posición que asumió.
Según la denuncia del párroco, el miércoles pasado, unos quince minutos antes de las once de la noche, un profesor de deportes que da clases en el barrio, entró a la capilla Virgen de los Milagros de Caacupé para decirle ‘Toto me acaban de robar la mochila en la calle Osvaldo Cruz altura Los Pinos’. En ese momento –sostuvo el párroco en su denuncia–, me dirigí con mi bicicleta para intentar recuperar la mochila, intentando llegar a una solución mas comunitaria.”
Como no encontró a nadie decidió volver, y cuando estaba por entrar a la parroquia se cruzó con tres uniformados de la Prefectura. “En ese momento los alcanzo con la bicicleta a unos 15 o 20 metros de distancia, desde donde les pregunté ‘¿a quién le toca patrullar en esta cuadra?’, y uno de ellos responde ‘y... depende de qué lado’ porque por una cuestión de jurisdicción entre Policía de la Ciudad y Prefectura depende quien interviene. Yo lo tomé como una burla de ellos hacia mí –de hecho, la función de los uniformados es la de dar seguridad–. Les dije ‘ustedes son unos caraduras, esta persona es una persona de la parroquia’. En ese momento uno de los tres prefectos que tenía estatura mediana, parecía de edad mas joven que yo, gira y se me acerca corriendo con actitud amenazante, como para agredirme, poniendo su rostro a pocos centímetros del mío.”
De Vedia relató que en ese momento justo pasó un vecino en su moto y gritó “¡hola padre Toto!”, y el uniformado se frenó, “estimo que se asustó”, agregó el cura. Simultáneamente otro vecino gritó “¿cómo haces eso con el padre?”.
La aparición de los vecinos, que al parecer funcionaron como presión social y como testigos, llevó a los tres uniformados a dar la vuelta y caminar hacia la calle Luna y Luján, donde se encuentra la caseta de Prefectura. Entonces, el sacerdote, junto con vecinos que lo habían rodeado para ayudarlo, se dirigieron hacia la caseta de los prefectos y les pidieron que se identificaran. “Ahí mismo advertí que el prefecto que me intentó agredir estaba filmando con el celular. Finalmente, no quisieron identificarse, entonces nos fuimos.” El padre de Vedia recibió la identificación del prefecto que lo amenazó y la incorporó en la denuncia.
La denuncia recibida en las oficinas de Atajo, fue trasladada a la Procuración de Violencia Institucional. El director de Atajo, Julián Axat, además, envió un oficio a la polémica ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, con los datos del prefecto dos Santos, pidiéndole que tome intervención y que aparte al uniformado de la Prefectura. La intervención de Bullrich está por verse. Cuando una murga compuesta por chicos en el barrio Rivadavia fue atacada a balazos de goma por Gendarmería, la ministra posó en varias fotos respaldando a los gendarmes.
El sacerdote Lorenzo de Vedia, conocido como Toto, aseguró que la amenaza de los prefectos está en línea con la posición que asumió en julio pasado luego de que el joven Cristian Toledo fuera fusilado por el policía bombero Adrián Otero. El 15 de julio pasado, el joven Toledo fue perseguido por Otero. De acuerdo a la resolución del juez Osvaldo Rappa, que ordenó detener al policía, procesarlo y embargar sus bienes por 800 mil pesos, Otero “tomó ventaja de su condición de efectivo policial para arremeter contra la vida de los damnificados, pues utilizó su entrenamiento, el armamento y parte de las municiones provistas por la fuerza para perpetrar el crimen”, por lo que “es evidente (...) que echó mano y abusó de su condición de policía para ejecutar el crimen que se propuso”.
Rappa procesó a Otero por “homicidio agravado por haber sido cometido con arma de fuego y abusando de su función como miembro integrante de una fuerza de seguridad” y también por “tentativa de homicidio agravado” contra uno de los amigos de Toledo (eran tres los que viajaban en el auto). La abogada María del Carmen Verdú, de la Correpi, y que representa a la familia de Cristian, decidió apelar ya que el juez no incluyó la tentativa de homicidio contra el tercer joven que viajaba en el auto.
De Vedia aseguró en aquella oportunidad que “lo mataron a mansalva. Creo que venía de bailar con sus amigos y tuvieron un problema con otro señor mientras iban en el auto. (El hombre) los empezó a perseguir hasta que al final chocaron y el tipo disparó a quemarropa y así murió Cristian”. De Vedia también ofició misa ante los Tribunales por Cristian Toledo.