José Froilán González, de cuya muerte se cumplirá mañana una década, se convirtió en emblema del automovilismo argentino sin consagrarse campeón del mundo en Fórmula 1, cuando competía a la par de otra leyenda como Juan Manuel Fangio. La vida de Pepe, el arrecifeño al que adoró en vida don Enzo Ferrari, se apagó un sábado 15 de junio de 2013, a los 90 años, por problemas respiratorios.
En tiempos en los que conducir automóviles de competición demandaban esfuerzos siderales, el bonaerense supo exprimir a fondo su talento y mostró una entereza que fue valorada por todos los integrantes del planeta Fórmula 1 de aquel entonces.
Porque Froilán se convirtió un 14 de julio de 1951 en el tradicional autódromo de Silverstone, en el primer piloto ganador de la casa Ferrari, ese ícono del deporte italiano radicado en Maranello. Por eso, tal vez, el creador de la marca más famosa en la historia de la máxima categoría automovilística siempre tuvo en el pedestal al 'Cabezón'.
Había nacido un 5 de octubre de 1922 y desde pequeño sintió pasión por los 'fierros'. Hizo sus primeros pasos por categorías zonales y ganó por primera vez en 1947, con un Ford B, a un año de su estreno.
González apostaba a manejar automóviles de Fuerza Libre, antecesores de la Mecánica Argentina Fórmula 1 y los autos especiales. Eso le permitió alimentar la ilusión de correr en la máxima división automovilística.
Debutó en F1 en 1950, el año inaugural, cuando se sentó a bordo de una Maserati 4 CLT en el Gran Premio de Mónaco, con la que abandonó en la primera vuelta, al involucrarse en un accidente entre 10 máquinas.
A comienzos de 1951, en la llamada Fuerza Libre y con una Ferrari, Froilán demostró sus habilidades conductivas en un trazado callejero armado en torno a los Bosques de Palermo. El arrecifeño le ganó a las poderosas Mercedes, una de ellas manejada por el 'Chueco' Fangio.
Llegó el triunfo conmovedor en el Gran Premio de Inglaterra en Silverstone y el argentino ingresó –automáticamente– en el corazón de los 'tifosis' de la escudería italiana.
A partir de esa conquista, la relación con "Il Commendatore" se fortaleció, a punto tal que no necesitaba anunciarse ante las secretarias del empresario, cada vez que deseaba visitar a don Enzo en Maranello.
Entre otros hitos en su trayectoria deportiva, González también se impuso en 1954, bajo la lluvia, en las 24 Horas de Le Mans, con una Ferrari que compartió con el francés Maurice Trintignant. Ese año también fue subcampeón de Fórmula 1, detrás de Fangio.
En el automovilismo local, Froilán también dejó su impronta en el Turismo Carretera, cuando junto a Aldo Bellavigna, introdujeron el Chevitú (Chevrolet 400), que Jorge Cupeiro manejó con destreza.
En la Fórmula 1 participó en 26 Grandes Premios, con dos triunfos, 15 podios, 3 pole position y 6 récords de vuelta.
Una vez que concluyó su trayectoria deportiva, Froilán siguió cerca del automovilismo erigiéndose en un excelente preparador de motores para unidades Chevrolet del TC y Fuerza Libre.
Y, además, siempre acompañó a los valores del automovilismo argentino que pretendían insertarse en el continente europeo, tales como Carlos Reutemann, Oscar Larrauri, Enrique Mansilla y Norberto Fontana, entre otros.
Su excelente vínculo con Enzo Ferrari le permitió, inclusive, recomendar al Lole para que sea contratado por la marca italiana, allá por el año 1977.