Entrevista a Virginia Thedy, miembro de la EOL Sección Rosario y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, en la que responde preguntas sobre la práctica clínica y el espacio de enseñanza “La arquitectura del saber hacer. Hablemos de casos clínicos”, actividad de la EOL que coordina junto a Verónica Lagamma (ver Agendapsi). Thedy ha intervenido y presentado trabajos en Congresos, Jornadas, y publicado artículos y textos en revistas de psicoanálisis y otros medios.

-¿Cuál es para usted la importancia de estas presentaciones clínicas como actividad de la Escuela de Orientación Lacaniana Sección Rosario? 

-El Directorio de la EOL Rosario nos encomendó tanto a Verónica como a mí, como responsables, la tarea de organizar un dispositivo propicio para conversar sobre nuestra práctica clínica. Es un desafío para mí, pero como tal comporta un riesgo, ya que exponer ante otros, en un espacio muy cuidado, la intimidad de la práctica, no es cómodo.

Los psicoanalistas recibimos en nuestros consultorios, diversidad de personas. Vienen a vernos porque algo en sus vidas no marcha, están aquejados por un malestar profundo, que los complica. No pueden identificar ese malestar, tratan de situarlo buscando respuestas en amigos, médicos, terapias alternativas, incluso en internet. Nada de esto les permite calmar ese sufrimiento. Aunque se presenten, diciendo “nada me falta” el malestar no se apacigua.

¿Qué hace un psicoanalista? Interroga, de manera amena, escucha hasta los mínimos detalles. El solo hecho de hablar a un analista, alivia en los primeros encuentros. Pero algo persiste, se repite en la vida de ese sujeto. Entonces, los analistas nos confrontamos con obstáculos en relación a esa repetición. Porque aunque un sujeto diga que quiere cambiar, esto no se produce por la voluntad de decirlo.

Compartir las dificultades nos permite investigar. Es el estilo que tenemos para formarnos en la práctica del psicoanálisis. No basta con el saber académico, ni erudito. Podemos declamar sobre el inconsciente, hablar de la neurosis obsesiva, la histeria, las psicosis; es necesario estudiar a Freud, a Lacan, pero eso cobra otra dimensión si lo enlazamos con la presentación de un caso. El saber adquiere un color vivo.

-La actividad lleva por título “Arquitectura del saber hacer. Hablemos de casos clínicos”. Podría hablarnos de esa arquitectura, en qué consiste esa construcción. Y ¿el saber hacer? ¿Cómo se logra?

-El título de la actividad fue un hallazgo, surgió en las conversaciones que mantuvimos con Verónica. La arquitectura es un arte, donde se diseña y se proyecta. Se construye un edificio, una casa, allí donde no hay nada. El quehacer de un analista es así como un arte. Alguien viene, cuenta los pensamientos que lo atormentan, o su desorientación “no sé qué quiero”, “no encuentro sentido a la vida”, “soy sólo madre, me olvidé que también soy una mujer”, “no sé si me gustan los hombres o las mujeres”.

El arte del psicoanalista, es construir desde ese no sé, desde ese desgarramiento que algunos sujetos viven, ir hilvanando, creando los cimientos, para que ese decir del sujeto adquiera un peso tal que advierta cómo está implicado, cómo es artífice de su desdicha. Esa desdicha no es responsabilidad de los otros, sino que por razones inconscientes, desconocidas por el sujeto, hay una responsabilidad propia. Llegar a ese punto es una construcción que hace el paciente con el analista. El analista también construye, porque va armando en cada sesión, el síntoma íntimo de ese sujeto.

Lacan nos dejó un principio fundamental, el analista no dirige la vida del sujeto, sino que el analista tiene que adquirir un saber hacer. Es un tacto muy sutil en su escucha, una escucha paciente, ir maniobrando e interpretando en el momento oportuno, apuntando a que el sujeto salga de su ceguera sufriente. Ese saber hacer del analista se va adquiriendo en su propio análisis, en su formación, en las supervisiones y en el trabajo con otros, en una Escuela, que fue la invención que encontró Lacan.

-Hablar de casos clínicos: ¿qué es lo que permite dilucidar esa práctica de hablar de casos?

-En la actualidad, hay mucho malestar y propuestas de felicidad creando la ilusión de soluciones rápidas y fáciles. Esa es la demanda más fuerte con la que nos encontramos los analistas. Entonces, cómo alojar a muchos sujetos que no quieren hacer esfuerzos, ni siquiera pueden detenerse a pensar antes de actuar. Hablar de casos, escuchar la práctica de otro colega, enseña, porque siempre aparece alguna novedad que nos abre un nuevo horizonte en la práctica de cada uno.

-La próxima reunión, que se realizará el 21 de junio a las 20 en Georgia Bar, versará sobre “Las entradas en análisis. Y la transferencia hoy”. Este título lleva a dos preguntas, una qué significa “entrada en análisis” y la segunda por la transferencia en esta época.

-Qué bueno que remarque la próxima actividad. Están invitados colegas y estudiantes de psicología. 

Tenemos que distinguir dos momentos: cuando el paciente nos llama, damos un tiempo preliminar de entrevistas, para conocerlo. No sabemos nada de ese sujeto. Necesitamos construir con él un lazo suficientemente fuerte, que el analista entre en el mundo del paciente. Eso no es dependencia, es lo que llamamos transferencia. Que el sujeto pase de quejarse de todas sus desdichas a ubicar, doy un ejemplo, que sus fracasos amorosos, obedecen a una elección de pareja muy particular que es ser maltratado, que su síntoma es el maltrato. Esto lo desconocía, solo repetía el fracaso. Eso indica un pasaje, una entrada en análisis, es decir alguien que está dispuesto a realizar un duro trabajo con lo más oscuro de sí mismo.

En cuanto a la transferencia hoy, lo ponemos bajo signos de pregunta, pues la transferencia esta comandada por el amor. Y el amor en estos tiempos está devaluado. Hay un fuerte imperativo en arreglárselas solo/a, en no necesitar a nadie, y el amor obedece a otra lógica. Los sujetos contemporáneos tienen dificultades en dejarse amar y amar a otro.

 

*Coordinación y edición de la Página de Psicología de Rosario12.