Una semana atrás, el presidente Alberto Fernández encabezó el acto de reapertura de Fanazul, la fábrica nacional de pólvora y explosivos cerrada en el 2017 durante los gobiernos de Mauricio Macri, en Nación, y María Eugenia Vidal, en la provincia de Buenos Aires. En diálogo con Página 12, el presidente de Fabricaciones Militares Sociedad del Estado, Iván Durigón, pone en perspectiva la valoración de ese proyecto y de una gestión pública ordenada al frente de industrias estratégicas como la defensa nacional. La gestión Cambiemos despidió más de 200 trabajadores de Fanazul, y fue un emblema de lucha por la reincorporación. Hoy, parte de esa deuda es reparada.
¿Cuál era el estado de FMSE cuando asumieron la gestión en 2020?
- La producción de la empresa venía reduciéndose sistemáticamente desde 2016. En 2019 se llegó a mínimos históricos en la utilización de la capacidad instalada y a pesar de que se cerraron plantas y despidió personal, la empresa seguía siendo deficitaria. Nosotros reabrimos plantas, reincorporamos cerca de 300 trabajadores y generamos ganancias. A nivel patrimonial, el aumento de las ventas y la reactivación productiva, entre otras cosas, permitieron que obtuviésemos resultados operativos positivos desde 2020, superando en 2022 los 1300 millones de pesos. En 2019 el resultado operativo fue negativo en casi 200 millones de pesos. Pudimos destinar aquel resultado a la reducción del déficit de la empresa, en reinvertir parte de las ganancias para reabrir la fábrica de Azul y otra parte para otorgar aumentos de paritarias. Los sueldos también se cubren con subsidios del Estado y el acondicionamiento productivo con financiamiento del FONDEF.
- ¿Cómo fue el proceso de reabrir Fanazul?
- Enfrentamos el desafío de reabrirla teniendo muy bajo presupuesto. Empezamos por los negocios más rentables para financiar con esa rentabilidad al resto de las empresas. Entonces nos dedicamos a fabricar explosivos para la minería y apareció un contrato con una multinacional que opera principalmente en Perú y otorgó prioridad en la compra del explosivo Mastermix a Fanazul. Así se inicia el proyecto de reabrir la fábrica pues el grueso de lo producido se destinará a exportación, con distintos grados de elaboración: algunas máquinas especiales del taller de Villa María permiten fabricar los cartuchos y también tenemos que hacer adaptaciones por la temperatura de Perú. Sabemos cuál es el tope de producción de Villa María pero aún desconocemos el de Fanazul.
- ¿Qué hizo el macrismo con Fanazul?
- Fanazul además fue “mal cerrada”, al hacerlo solo se hicieron los trabajos de parada de planta normal. Así que tuvimos que reparar tanques mal limpiados, reparar sistemas de enfriamiento y bombeo de agua que no funcionaban. Son procesos muy específicos dada la peligrosidad y requieren extremo cuidado.
- ¿Cuáles son los proyectos que tienen para Fanazul? ¿Y cómo se organiza la producción de Fabricaciones Militares?
- A futuro queremos avanzar en nuevas líneas como la destrucción de chalecos antibala, los cuales tienen una vida útil de 5 años y en Argentina podríamos adaptar en Azul la infraestructura necesaria para hacer eso, estamos esperando presupuesto. También impulsamos la línea de municiones de las Fuerzas Armadas, algo que se hacía en Azul antes de cerrarla en un laboratorio donde adoptamos las últimas tecnologías. También estamos reactivando la planta de tratamiento de ácidos en Río Tercero, que había sido modernizada en 2015 pero luego suspendida por el macrismo.
- ¿En qué producción se destaca la empresa?
- Fanazul en su momento fue la única empresa en Sudamérica en fabricar el explosivo trinitrotolueno (TNT), queremos recuperar esa producción. También sustituir importaciones, en telas balísticas por ejemplo que hoy ingresan desde Estados Unidos y Brasil, en chalecos o municiones, como el latón, que son fabricadas afuera. Se fabrican algunas armas en Argentinas pero es importante modernizar, también pólvoras especiales. En cuanto a la cadena de producción de FMSE inicia con los ácidos que fabrica la planta de Río Tercero en Córdoba y sirven para la producción de explosivos en Azul–Buenos Aires y Villa María, también en Córdoba. Luego las municiones se llenan en la fábrica de Fray Luis Beltrán–Santa Fe que elabora municiones y armas. En 2013 se reabrió la planta de San José de Jáchal en San Juan que fabrica explosivos para la minería y brinda servicios al sector. Nosotros buscamos generar contratos de largo plazo con clientes que necesitan nuestros productos, como el abastecimiento del Mastermix a Perú o la modernización de un reactor que tenía 40 años y que fabrica ácidos en Río Tercero para abastecer desde allí a la petroquímica. También buscamos llegar a fin de año con la firma de un nuevo Convenio Colectivo de Trabajo para los trabajadores del sector, algo que curiosamente todavía no ha ocurrido.
- ¿Cuál es la historia de Fabricaciones Militares?
- En 2023 cumplió 82 años. Fue creada por ley nacional en 1941, de acuerdo a las ideas del ingeniero y militar Manuel Nicolás Aristóbulo Savio, con el objetivo principal de abastecer de material bélico y logístico a las Fuerzas Armadas, de Seguridad y Policiales, así como también fabricar insumos destinados a diversas actividades productivas (minería, química, siderúrgica, y metalúrgica). En 1970 FM eran 14 empresas con más de 17.000 empleados. Tuvo una época de gloria con Somisa y Altos Hornos Zapla entre sus empresas pero en la década del 70 empezó un período de declino donde se perdieron capacidades. En los 80 muchas empresas cerraron y en 1990 se intentó la privatización.
- ¿Cómo y cuándo se recuperó?
- Con el gobierno de Néstor Kirchner FM volvió a la actividad, primero como parte del ministerio de Obras Públicas y luego de Defensa. Pero en 2017, con el gobierno macrista, nuevamente hubo un período de desfinanciamiento y cierre de empresas, entre ellas Fanazul. Pese a las dificultades que impuso la pandemia y la guerra, como el encarecimiento de varios insumos importados que demoraron las obras, con nuestra gestión desde 2020 reactivamos FMSE. Cuando analizamos el presupuesto que tenía la firma en 2020 notamos que era el de una fábrica menos, o sea que pensaban cerrar otra empresa además de Fanazul.
- ¿Cómo está organizada la producción para la industria de defensa a nivel internacional?
- La mayoría de las fábricas militares son del Estado o son privadas subsidiadas por el Estado. Esto porque es una industria con alta capacidad técnica y específica, y con una demanda que no se sostiene año a año: por ejemplo, una venta de armas dura 40 años, entonces esas ventas no vuelven a generarse al año siguiente. Además, lo que vemos a nivel global es que los Estados son los mejores vendedores de su producción o la privada, porque tienen mejor llegada, un lobby más aceitado. Y también porque se trata de una cuestión de soberanía y estrategia. A nivel local también es una industria clave: el desarrollo minero de Argentina no hubiera sido el mismo sin FMSE, el metalúrgico tampoco y también tenemos inversiones en litio. Para nosotros el Estado tiene que estar. Otros piensan que la mejor parte del negocio se la tiene que quedar el privado y la peor (la más deficitaria) debe quedar para el Estado, eso fue la experiencia de la participación público privado (las PPP). Pero nosotros creemos que si se hace bien, puede funcionar.