En 2001, durante el fragor de las luchas sociales y las asambleas barriales, un grupo de familias de Haedo comenzaron a juntarse en la calle en torno a ollas populares para resistir a la crisis económica. Su agrupación, en principio pequeña, creció rápidamente hasta que decidieron que necesitaban tener un espacio propio para llevar a cabo su actividad. En 2003, una vecina los puso en contacto con Manuel Fresco, nieto del gobernador homónimo de la provincia de Buenos Aires entre 1936 y 1940, porque este tenía en su poder las llaves de la imponente e histórica casona de Caseros al 200, antigua propiedad del gobernador con un mirador propio que había sido acondicionada por el reconocido arquitecto Alejandro Bustillo en 1927. Este edificio, por entonces en ruinas, tenía ya para 2003 una historia intrínsecamente ligada a la lucha vecinal de la localidad de Haedo. En los años noventa, los vecinos habían reclamado que se lo declarara Monumento Histórico Provincial evitando su inminente demolición. Fue por medio del nieto de Manuel Fresco que los vecinos agrupados accedieron a la propiedad con la condición de realizar en ella un trabajo territorial.
Así, se creó El Transformador, “El transfo” como lo conocen en el oeste, que comenzó a remodelar el edificio histórico con la ayuda de militantes y vecinos. En 2005 la organización se registró como Asociación Civil y rápidamente diversificó sus actividades siempre manteniendo como foco principal la lucha social y cultural. Hoy en la casona se desarrollan distintas actividades dirigidas por varias organizaciones agrupadas horizontalmente y autogestionadas en asambleas comunitarias. Entre las tareas que realiza El trasformador en la casona se encuentra la casa de día y espacio de cuidado para niños y jóvenes, la cooperativa feminista de herrería “La ñeri” que aporta trabajo a muchas mujeres de la zona, el mercado agroecológico que provee de productos naturales a los vecinos y el centro cultural que organiza eventos y ofrece un amplio cronograma de talleres a una tarifa no excluyente. Además, debido a que muchos de los vecinos del conurbano que asistían a las ollas populares venían desde Lomas de Zamora en el tren Roca, El transformador creó en 2014 el Centro Comunitario “El ranchito” de Lomas.
Si bien El transfo nunca dejó de lado su trabajo territorial, el interés de la familia Fresco cambió y en 2006 recibieron una carta documento de desalojo. Desde ese entonces, comenzó una puja legal sostenida hasta el día de hoy. En 2013, El transformador ganó un pedido de expropiación para que el municipio de Morón adquiriera el inmueble de interés histórico. Así, se declaró la ley provincial 14.551 que califica a la propiedad de utilidad pública sujeta a expropiación con el fin de hacer del espacio un Centro Cultural y Museo de Haedo. Sin embargo, los años pasaron y en 2018 venció el plazo para que el gobierno provincial pague el valor fiscal del inmueble. Los militantes de la casona lograron extender el plazo dos años más sin obtener respuesta estatal.
En este periodo de tiempo, no obstante, el centro comunitario no dejó de crecer y tanto el estado nacional como el provincial reconocieron su labor social a través de una serie de subsidios y aportes. “Seguimos tratando de hacer un pedido de expropiación, pero está muy trabado por la situación del país. Entre la pandemia y las elecciones, se retrasa. De todas formas el año pasado, ganamos el juicio de desalojo que estaba activo desde hace once años. Esto sentó un precedente para otras organizaciones sociales porque, además de la propiedad privada que suele ser lo que más prevalece, se vió el trabajo en territorio y comunitario. Eso es lo que destacaron para que el fallo fuera a favor del transfo. Algo histórico” señaló Macarena Rodriguez, militante y gestora de El Transformador a Página 12.
Hoy, El Transformador sigue trabajando plenamente. Hace más de veinte años que la histórica casona de Caseros al 200 es un centro de encuentro de todos los vecinos del oeste y los militantes continúan esperando que se lo reconozca legalmente.