En la Argentina se vive un período de transición demográfica “hacia un país envejecido”. Se prevé que en 2050, el 25 por ciento de la población tendrá más de 60 años. Pero ya, a partir de 2030 habrá más mayores de 60 que menores de 14. Todo un perfil poblacional que podría vincularse a la sabiduría, si la modernidad en la cultura no trabajara por realzar "la juventud" como trofeo. De ahí el prejuicio, que es cultural, y estimula el maltrato a los mayores. Por eso las organizaciones que trabajan por los derechos de la tercera edad conmemoran cada 15 de junio --desde 2015 cuando la fecha fue instituida por la ONU--, la toma de conciencia sobre el maltrato a los mayores.
“El nivel de denuncia que existe en el país nos pone en alerta y tenemos que generar políticas preventivas”, define Romina Rubín, médica clínica y vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría sobre el crecimiento poblacional de la tercera edad, y sobre el abuso y maltrato a la vejez. El contexto es un aumento de denuncias, que involucra a unos 290.000 adultos mayores en el país. La prevalencia es el maltrato psicológico: el 33 por ciento de los casos. Y varias formas naturalizadas que se busca visibilizar: maltrato físico, psicológico, sexual, económico e institucional.
Aun así, la Argentina logra un grado de desarrollo en derechos de la tercera edad que anima a los especialistas: “Es bueno que las personas vivan más tiempo, y si logramos generar políticas de envejecimiento digno y activo, mucho más”, sostiene Rubín. En un mundo donde la expectativa de vida va en aumento, el objetivo es “trabajar para derribar los prejuicios”, subraya Rubín, quien también dirige LeDor VaDor, una institución sin fines de lucro de referencia en geriatría, y que en esta jornada también realizara actividades para concientizar sobre el maltrato de personas mayores. “Vivimos en países que ya están envejecidos --describe Rubín--, y en Argentina las personas mayores es el grupo que más crece, y en ese grupo, los mayores de 80”.
Las empresas de tecnología aportan bienes y servicios dirigidos a las personas mayores porque entienden el envejecimiento como una etapa del desarrollo. “No con el prejuicio de quienes los ven como personas que no entienden. Si incluso están en el mercado, pueden comprar, ¡deciden!”, puntualiza la especialista. Y agrega: “Envejecer no es bueno ni malo, sucede, hay que verlo como una oportunidad y tomar conciencia del trato que le damos como sociedad”.
Contra el prejuicio a la vejez
La discriminación por edad “atenta contra nosotros mismos: si sobrevivimos, todos vamos a ser adultos mayores”, razona Rubín. Y añade: “Hay organizaciones que buscan transformar en algo bueno este escenario”. Se calcula que 1 de cada 6 personas mayores sufre maltratos en Argentina: violencia física, psicológica, económica, sexual. Argentina tiene una ley para el derechos de las personas mayores, pero el número de denuncias crece y crece también la población mayor. “En algunos países se evalúa cómo se conforman las familias, o correr o no la edad jubilatoria, o cómo hacer el reingreso al mercado laboral para los mayores de 65, o cómo mantenerse dentro del mercado laboral”, cita Rubín. Y propone trabajar en el sentido positivo de la vejez.
Las organizaciones vinculadas a la gerontología, como las sociedades científicas, las ONG del sector, y muchas residencias para personas mayores “cada 15 de junio mostramos con acciones estos derechos, y esto empodera a las personas acerca de su vejez”, puntualiza. Esta población “tiene los mismos derechos y libertades que las demás, incluyendo el de no verse sometidas a discriminación, ni a sufrir violencia por su edad”.
Seres envejecientes
En LeDor VaDor se realiza este jueves 15 un “festival del buen trato”. Esto integra el paradigma de derechos que la ONU y la OEA toman como parte del espacio donde se definen y se defienden los derechos: “el buen trato, el derecho a la salud, al desarrollo cultural, al trabajo. Esto significa derribar prejuicios”, explica Rubín. Y se asombra porque la discriminación por edad “paradójicamente discrimina a un grupo del que todos seremos parte, algún día. Somos seres envejecientes y si sobrevivimos --se anticipa--, todos vamos a volvernos parte de ese grupo que discriminamos”, razona.
Pero “esto está cambiando, porque las personas comienzan a reclamar por sus derechos, y se van derribando prejuicios”. Para Rubín, acciones que proponen una imagen positiva de la vejez promueven los cambios culturales. Crecen los grupos de participación, se cuestionan los prejuicios ligados a cuestiones culturales ya que “las personas no piensan en su propio envejecimiento”, describe la especialista.
También deben fortalecerse las políticas públicas de actividades intergeneracionales. Y evalúa: “los medios también hacen los suyo”. Había avisos publicitarios --recuerda-- “absolutamente edadistas”. Y fueron "vedadas por el reclamo de sociedades científicas”, explica. Proponían a los mayores como un grupo discriminado: “el que tiene que ver con la edad, donde solo una bebida te vuelve superactivo, o donde ya no se sabe usar el banco o el cajero automático. Todo tiene que ver con la edad. Todos prejuicios”, insiste.
Un país que envejece
“A lo largo de estos años, la percepción cambia”, y esa nueva mirada va creciendo: “Se pueden derribar prejuicios, cuando se ve al fenómeno del envejecimiento no como algo malo sino como una oportunidad --subraya--, y esto también produce que las personas conozcan mejor sus derechos, y salgan a defenderlos”.
Se prevé que en 2050 el 25 por ciento de la población tendrá más de 60 años. Y a partir de 2030 se estima que habrá “más mayores de 60 que menores de 14”, sostiene. “Y estamos en la década del envejecimiento saludable”, comparte, sobre 2020-2030, que según la ONU, es un período donde los Estados deben “poner en la agenda política el cuidado de las personas mayores”.
"Este saber ayuda a derribar prejuicios. Y en el mundo de la gerontología cada vez es más se trabaja en desechar las situaciones de abuso y maltrato”, detalla. El cuidado fue cambiando por la idea de apoyo: “Para promover la autonomía, y no remplazar esa acción en una persona mayor, por la intervención de un tercero”.
En el mundo todos los movimientos de población se generan por el juego entre natalidad y mortalidad: “Pero hoy fenómenos como el desarrollo tecnológico o la era antibiótica que cambian las tendencias”. Antes de 1960, las personas se morían más jóvenes de enfermedades infecciosas, ahora --en la “era antibiótica”-- ya no mueren de infecciones agudas. Tanto influye esto como el desarrollo tecnológico después de la era industria: “esto facilita que las personas logren sobrevivir a eventos graves” razona.
En el mundo se logró “prolongar la esperanza de vida, y la sobrevida”. Las personas viven más tiempo atravesando enfermedades crónicas no transmisibles. Las hay también cardiovasculares y neurodegenerativas. Esto hace que la población mayor crezca y se reduce la población niña, porque nacen menos niños. Según Rubín, esto demuestra el cambio en la pirámide poblacional. “Se genere una rectificación de la pirámide: se ensancha la cúpisde de los mayores y se angosta la base con menos nacimientos. O sea que la pirámide ya no es tan pirámide, se va rectificando con el paso del tiempo, en Argentina se ve bien”, explica. Pero lo importante en Argentina, concluye, es que estamos en el período “de transición demográfica hacia un país envejecido, y esto ¡no tiene nada de malo, es una oportunidad!”, insiste.