"¿Es todo lo que vemos, o parecemos, solo un sueño dentro de un sueño?" recita Miranda, interpretada por Anne Louise Lambert, en el comienzo de Picnic en las rocas colgantes (1975) de Peter Weir. El poema de Edgar Allan Poe, que también aparece como cita en el inicio de la novela de Joan Lindsay que dio origen a la película, recoge un interrogante que atravesó no solo la obra de Weir sino la de aquella ola que renovó el cine australiano a comienzos de los años 70. ¿Dónde comienza la ficción y termina la realidad? La pregunta era válida para la historia de un grupo de adolescentes desaparecidas sin dejar rastro en el territorio de Hanging Rock a comienzos del siglo XX. Y también los es para el universo que recrea la serie australiana The Clearing sobre "La Familia", una secta acusada de secuestrar y someter a los efectos del LSD a un grupo de niños bajo el liderazgo de la gurú Anne Hamilton-Byrne. La historia real que invadió las noticias en los años 80 encuentra en el terreno de la ficción creada por Matt Cameron y Elise Mc Credie -inspirados en la novela de J. P. Pomare- un vehículo de reflexión para las legendarias tensiones persistentes entre lo real y lo imaginario en una Australia de leyendas y oscuras imaginerías.

Peter Weir fue la punta de lanza de un cine que recuperaba las contradicciones de aquellas isla colonizada por el Imperio Británico. Una isla rocosa y desértica con una población blanca y civilizada que había expulsado hacia sus entrañas a los pobladores aborígenes y sus leyes tribales. Primero fue Picnic en las rocas colgantes, luego La última ola (1977) y después Gallipolli (1981), mojones de un cine indigesto para las armonías clásicas y las lecturas tranquilizadoras. El misterio golpeaba de manera incesante desde los márgenes de la racionalidad recordando que no todo podía ser explicado, que lo aparente podía ser un engaño, que la convivencia cívica podía alojar conflictos irresolubles. The Clearing recoge aquel espíritu que agitó las pantallas de Australia durante una década, con nombres como Fred Schepisi, Bruce Beresford o George Miller que revelaron debajo de aquella tierra roja y desértica una fuerza inusual y perturbadora. Las tensiones entre colonos y nativos, las esquirlas de lo fantasmagórico invadiendo la racionalidad, la familia corroída por fuerzas mesiánicas y devoradoras. 

En un bosque cerca del pequeño pueblo de Woodfield, vive en el presente la joven Freyla (Teresa Palmer), alejada del mundo exterior, acompañada solo por su hijo Billy, con quien cuenta los segundos de resistencia bajo el agua. Pero las noticias traen un viejo recuerdo, una extraña premonición. La desaparición de una niña en los alrededores recuerda un hecho similar en el pasado, el secuestro de la pequeña Sara a la vera del camino por parte del obediente séquito de Adrienne (Miranda Otto), la maitreya de Blackmarsh, mansión y santuario de firmes creencias. Sara se convertirá en Asha, una más de La Familia. Una niña teñida de rubio platino como aquel juvenil ejército que rinde devoción y obediencia a esa madre severa, esperada con ansias y entrega. Adrienne practica las purgaciones que liberan de malos espíritus a sus seguidores, supervisa dieta y ejercicios de su nutrida prole, consagra con su sola presencia un aire ceremonial y asfixiante, similar al de la estricta señora Appleyard del colegio de Picnic en las rocas colgantes, interpretada con maestría por Rachel Roberts. Enclaves de un rigor conservado en las rutinas victorianas, los aseos matinales y los vestidos con puntillas que resguardan una virtud siempre en peligro.

La estructura de The Clearing permite una constante convivencia temporal, un ida y vuelta entre presente y pasado que recrea un extraño fluir de conciencia. En el presente Freya intenta velar por su hijo al mismo tiempo que descubre los retazos de verdad que quedaron excluidos de su memoria. Pero el pasado vuelve, una y otra vez: la niña que desaparece y Adrienne que aguarda en una nueva mansión con aires proféticos. Y en aquel lejano pasado es Amy (Julia Savage), con su flequillo recto y su aire temeroso, quien desafía la furia de la maitreya e intenta transgredir el secretismo de la comunidad, impulsando a la pequeña Sara a romper las cadenas de su identidad de esclava. El bosque sigue siendo, en un tiempo y otro, el refugio de los secretos y el territorio de las trágicas revelaciones. Para Freya, el hallazgo de una posible redención, de un tardío camino a la verdad, un exorcismo de viejos fantasmas. Para Amy, la salida de una familia que lo fue todo, hogar y presidio, crianza y calvario.

De la misma manera que Joan Lindsay se elevaba sobre las desapariciones reales de las alumnas de un colegio de señoritas para crear un mundo de ficción, ceñido a los vericuetos infernales de las montañas rocosas de esa Australia virgen, The Clearing explora la potencia ficcional de J. P. Pomare sobre los sucesos reales que involucraron a Anne Hamilton-Byrne y su extendida familia. El trazo de lo policial persiste en la silueta de un inspector que investiga la desaparición de Sara y vigila de cerca la sinuosa conducta de Adrienne. Pero lo que importa en definitiva es menos la luz que viene del afuera, que la oscuridad que emana del interior, consagrada en la apariencia inquietante de Miranda Otto. Con su melena rubísima y sus aires de Gloria Swanson en la cima de la escalera de Sunset Boulevard, reverbera en la historia con un poder subterráneo, nacido menos de su efectiva creencia que en su astuta fuerza cultual. Una devoción disfrazada de ciencia apocalíptica, aquella misma que anuncia una nueva sociedad bajos cánticos similares a los de las juventudes hitlerianas.

Como en aquella era inolvidable del cine australiano, el horror asoma bajo las blancas apariencias de los guardianes del orden y los mesías de la civilización. En Picnic en las rocas colgantes, la irrupción de la locura ocurre puertas adentro del colegio Appleyard, en la violenta resurrección de una de las desaparecidas vestida del rojo de la impureza, en el estallido de demencia de su directora cuando ve derrumbarse el orden por el tanto ha sacrificado. Y en The Clearing en el mundo de Blackmarsh, el mismo corazón de la perdición, con el filo de su férrea disciplina escoriado bajo los golpes de la liberación. Entre pasado y presente, entre el falso esplendor y sus ruinas todavía incandescentes, se pueden vislumbrar las dos caras de Australia. La que nace de esas purgaciones con LSD, se sostiene en los atuendos blancos, las cabelleras rubias y las dietas estrictas, y la que yace oscura en las profundidades, alimentada por la resistencia y la incansable rebelión, a la espera de su momento de prevalecer.

The Clearing se encuentra disponible en la plataforma Star+.