Quería un título en castellano. Entonces descartó ame en francés, y eligió "alma": la mayoría de los temas del disco eran argentinos, repertorio de su último tiempo, así que encajaba bien. Pensó después en sus orígenes. Y llegó ch´ti. Una palabra que muchos creen que es guaraní o quechua cuando en realidad es una palabra del picardo, el dialecto que se usa en el norte de Francia, donde nació.
Alma ch´ti, disco bilingüe y multicultural, es el primero como solista de la cantante y guitarrista francesa Lucie Delahaye, quien hace diez años vive en Buenos Aires. Poco a poco, en sus presentaciones en vivo, deslumbró a propios y extraños con la cadencia de su voz y una exquisita interpretación de las cuerdas. Juan Falú dijo sobre ella: “Conozco a Lucie desde sus primeros pasos en Argentina, cuando ya mostraba una notable identificación con nuestras culturas y nuestras músicas. Con el tiempo ha consolidado su propia manera de interpretar estos lenguajes, con conocimiento, talento y pasión”. Y al salir el disco, el guitarrista Ernesto Snajer sumó su admiración: “Lucie toca música argentina con intensidad y gran personalidad. La versión de 'Cuequita del desengaño' es increíble. Rearmonizada endiabladamente, pero sin perder en ningún momento el sabor folklórico”.
No es común escuchar una cantante “afrancesando” la música popular argentina, aunque los múltiples cruces en la historia entre ambos países marcaron un camino fértil. Basta pensar, entre otros, en Carlos Gardel, Atahualpa Yupanqui, Astor Piazzolla, Lalo Schifrin. En la casa de Lucie, de chica, sonaban Atahualpa, Mercedes Sosa y el paraguayo Agustín Barrios Mangoré. Su padre, además, era fanático de Piazzolla: la transmisión fue algo natural. “Mi pasión desde pequeña fue la guitarra, y entre todas las cosas que escuchaba y tocaba en aquella época, encontraba mi instrumento más expresivo y con un protagonismo mucho más importante en la música latinoamericana”.
Lucie fue finalista del Pre Cosquín 2022 como solista instrumental en guitarra. Allí, en el escenario central, capturó al jurado por su magnética interpretación del gato cordobés “El poca pulgas”, de Atahualpa, tema ahora incluido en Alma ch´ti. Aquella noche, en pose de concertista y con los ojos entrecerrados bajo la luna coscoína, Lucie tocó con la flexibilidad rítmica de una experimentada y se abrazó eternamente a los paisajes folklóricos.
En sus años en Argentina empezó a tocar en grupos de tango y de música latinoamericana y acompañó a cantantes. En su álbum solista, de doce temas, hay dos versiones de Atahualpa Yupanqui –brilla con la zigzagueante y andina “Huajra”– y una despojada versión de “Adiós Nonino” entre canciones francesas, tangos y chamamés. El disco alterna música instrumental y vocal –argentina y francesa– y posee algunos arreglos y letras propias –traducidas y creadas–, con invitados como Chango Santiago en bombo, guitarra y voz, Pablo Rogers en violín y Hernan Mansilla en guitarra. Uno de los temas que eriza la piel es “Alma guaraní”, la canción de Damasio Esquivel que popularizaron Teresa Parodi y Ramona Galarza, donde Lucie se mece etérea, con una variedad de recursos que pasea por laberintos indescifrables a una primera escucha.
“Me siento cautivada por la música popular”, suelta Lucie, y cuenta cómo arregló con ritmos argentinos el tema francés “Bailler et dormir”, cuya síntesis resultó un aire de cueca con letras adaptadas al castellano con la ayuda del poeta Carlos Aldazábal. “También estoy creando letras francesas a temas argentinos preexistentes, como La chacarera del patio de Carlos Carabajal y Raúl Trullenque, al cual agregué una letra francesa hablando de los patios ch’tis, de mi provincia el norte de Francia”.
Tocar músicas de raíz folclórica con un instrumento acústico, no siempre acompañada en el canto, suele ser algo marginal. Lucie es crítica de la industria musical e invoca a que existe una camada de jóvenes dispuestos a defender esta forma de interpretar la música cuestionando los modos de consumo predominantes. “La música latinoamericana tiene una expresividad impresionante que conecta con la forma de ser y hablar de su gente, una gran inteligencia emocional que se encuentra particularmente desarrollada en sus melodías y armonías. En la guitarra se concretiza con una tremenda riqueza rítmica, mil y unos tipos de acentos en los rasgueos, chasquidos y apagados que colorean de forma única cada región y tradición. Las raíces árabes y africanas que se encuentran en los ritmos latinoamericanos, del tango a la chacarera, y las mezclas que se produjeron con músicas nativas también dan una riqueza inmensa”.
Ya visitó Santiago del Estero, Salta, Tucumán, pueblos de Francia, Bélgica, Alemania y hasta Estados Unidos presentando el disco. Ahora se vienen una serie de conciertos en Buenos Aires y la joven Lucie salta de emoción. La pandemia, como a tantas artistas, dio un giro en su forma de tocar. Entonces, sola, se concentró en armar un repertorio y cuando los lugares se reabrieron, empezó a mostrarlos en peñas y conciertos en Buenos Aires. “El material era un popurrí, algunos temas los tocaba hace mucho y a otros los rearmé, pero también había un par más que eran cosas franco-argentinas, con arreglos míos. Así que de todo eso salió este disco, una excusa para volver a presentarme en vivo que se disfruta mucho más que el streaming porque uno vive reacciones muy distintas de cada público en su propio lugar”.
Es un camino muy personal, repite Lucie, afianzarse en la música folklórica, algo que pasa no sólo por “estar” sino por “ser”. Lo proyecta en su transmisión como docente, en programas como el de Arte en Barrio de la Asociación “Caacupé”, en la Villa 21 y Villa Lugano, y la escuela franco-argentina Jean Mermoz. Lucie es licenciada en Historia con especialización en países del sur, estudió en la Escuela de Música Popular de Avellaneda y hoy desea unir sus dos mundos. “Por eso es un álbum de las mixturas, porque durante muchos años estuve tocando música argentina sin tener en cuenta mis raíces. Quiero tocar próximamente en festivales del interior y en el festival Guitarras del Mundo. Y para esta segunda parte del año planeo ir a tocar a Brasil”.
Alma ch´ti, un bello fruto para el deleite de la escucha, como lo definió Chacho Echenique: “Y la magia de los duendes que la esperan en el camino... ¡que aparecen cuando se los busca!”