Misión de rescate 2 5 puntos
Estados Unidos, 2023
Dirección: Sam Hargrave.
Guion: Joe Russo.
Duración: 122 minutos.
Intérpretes: Chris Hemsworth, Golshifteh Farahani, Adam Bessa, Tornike Gogrichiani, Demetre Kavelashvili.
Estreno en Netflix.
No estaba muerto, tampoco de parranda. Tyler Rake (el australiano Chris Hemsworth, alias Thor) había terminado su primera Misión de rescate malherido y cayendo desde un puente al agua. Dado por muerto, auto inmolado. Pero las secuelas son así y basta con que un grupo de personas rescate al moribundo para que las cosas vuelvan a ponerse en acción.
Nuevamente con guion de Joe Russo y dirección del especialista en escenas con dobles de riesgo Sam Hargrave, Misión de rescate 2 incluye la que tal vez sea la recuperación de un coma más veloz en la historia del cine. A punto de ser desenchufado de su sostén de vida, Rake abre los ojos y, luego de un intenso entrenamiento físico de algunas semanas, ya está preparado para salir nuevamente a trabajar, apoyado por su amiga y colega Nik Khan (la iraní Golshifteh Farahani). Pero esta vez es muy personal: la “extracción” que él y su pequeño equipo debe ejecutar incluye a la hermana de su ex y sus sobrinos políticos, encerrados en una prisión de Georgia (el país, no el estado) para acompañar a su violento y peligroso marido. Es que los Radiani, se dice por ahí, manejan el estado georgiano a su antojo, vinculados a cualquier negocio ilegal que se les ponga a tiro, como una verdadera familia mafiosa.
La primera gran secuencia de acción física, presentada como un extenso plano-secuencia cercano a los veinte minutos –aunque las costuras digitales están allí para quien quiera verlas–, vuelve a hacer brillar la especialidad de la casa. Escudando a la mujer y a los dos chicos, Rake se carga a varias docenas de presidiarios y guardias, a los tiros, a las trompadas, pateando, golpeando con objetos varios e incluso ayudado por alguna granada. La escena es pura velocidad y adrenalina, coronada por dos persecuciones sobre ruedas en medio del bosque nevado. El resultado es bien distinto al de la primera entrega, claramente inspirada en el cine de artes marciales contemporáneo más extremo, el producido en Tailandia y zonas vecinas: ahora las intenciones parecen estar más cerca de la superacción de la saga Misión imposible o John Wick, internacionalismo de la trama incluido (al menos los personajes hablan en su propio idioma cuando no es obligatorio el uso del inglés).
Corte a Viena, donde el grupo de extraídos y extraentes se refugia temporalmente. Pero los malos se toman un helicóptero desde Georgia, violando varios espacios aéreos sin ninguna consecuencia, luego de ubicarlos fácilmente con la ayuda del adolescente de la familia Radiani. Así es: el pibe se manda flor de cagadón ante el imposible descuido de los profesionales, hecho que empuja la historia de allí en más.
El guion de Russo comienza entonces a pegotearse en los pringosos caminos del melodrama familiar, con sus relaciones de amor-odio paternofiliales y el trauma de una muerte del pasado que siempre regresa. Cuando todo eso queda en un segundo plano, Misión de rescate 2 ofrece otra notable secuencia de acción, que culmina sobre un frágil techado de vidrio y tres personajes a punto de caer al vacío, héroes y villanos. El camino hacia el final se hace largo y previsible, y la coda vuelve a recordarle al espectador que la saga seguramente continuará en el futuro cercano.