Hank Azaria no puede evitarlo. Menos un minuto después de comenzada la entrevista, la voz detrás de tantos vecinos de Los Simpson se va hacia uno de sus incontables acentos y personajes. Como pibe de los noventa, no puedo evitar escuchar los tonos nasales de Moe Szyslak, el hosco barman de Springfield, o del criminal reincidente Snake Jailbird. "Snake estaba inspirado en un ex compañero mío drogón de secundaria. Sonaba como él cuando estaba limaaaaado", dice con ese acento arrastrado del sur de California.
Su última encarnación es Chaim, el sospechoso manager musical de la frágil estrella pop que interpreta Lily-Rose Depp en The Idol (HBO Max) la controversial nueva serie del creador de Euphoria, Sam Levinson, y Abel Tesfaye (más conocido como la megaestrella pop The Weeknd). No es una voz en off -Azaria aparece en pantalla-, pero la atención al detalle vocal es la misma. "Chaim es un tipo israelí, con lo que trabajé con un entrenador israelí de dialectos para crear esto", explica, metiéndose entusiasmado en el fuerte acento de su personaje. Está ligeramente inspirado en Menahem Golan y Yoram Globus, la infame dupla de primos israelíes productores que en los '80 aterrorizaron a Hollywood con sus violentas películas clase B, a menudo racistas, siempre sexistas, como Bolero y Sahara. "Chaim es uno de esos tipos que se abrió camino en la industria del entretenimiento con métodos legales y no tanto... para decirlo cortésmente", dice en una llamada de video desde su departamento en New York.
El intérprete de 59 años llegó a The Idol cuando Levinson reemplazó en su función de director a Amy Seimetz (The Girlfriend Experience), en abril del año pasado. Según se dice, Levinson y Tesfaye sintieron que el show se estaba inclinando demasiado a una "perspectiva femenina" e hicieron una reformulación total, a pesar de que el 80% del material ya había sido filmado. En marzo, un condenatorio artículo de la revista Rolling Stone que citaba a 13 fuentes describió al producto resultante como "una retorcida tortura porno", y que aparentemente el set había "descarrilado de manera desagradable". Azaria tiene una visión diferente. "Puedo entender cómo, a la distancia, si ves a la persona a cargo de sacar y distribuir páginas de guion o asegurarte de que el actor correcto tenga el vestuario correcto, puede verse como un caos", dice.
Esto, de todos modos, era parte del proceso "orgánico" de Levinson, dice Azaria, a la vez que describe escenas que fueron completamente improvisadas, o relata que en una ocasión le dijeron que quedara a cargo de una escena en la que su personaje supuestamente ni siquiera debía estar. "De afuera, todo eso parece caos. Desde adentro es algo estimulantemente creativo, especialmente cuando hay un tipo que realmente está mirando lo que hacemos, y realmente trata de ayudar a sacar la mejor versión para eso."
The Idol tuvo su debut en mayo en el Festival de Cannes, justo antes de su lanzamiento en junio. En una reseña de cuatro estrellas en The Independent, Nick Hilton argumentó que la examinación "perversa, casi horrorosa" que la serie hace de la fragilidad humana se acercaba a "una mirada interna y profunda a nuestros tiempos". Muchos en Cannes no estuvieron de acuerdo. Como apunta Hilton, la serie fue "ampliamente ridiculizada" en las primeras reseñas, en buena parte debido a sus escenas gratuitas de sexo. Una crítica que a esta altura a Levinson le resulta más que familiar.
La protagonista de Euphoria Sydney Sweeney ha señalado que se echó atrás ante la cantidad de desnudos que Levinson había escrito para su personaje. "No estuve involucrado en ninguno de los asuntos sexuales de The Idol", dice Azaria, levantándose para cerrar la puerta detrás de sí: su hijo Hal, de 14 años, está en la otra habitación tocando Chopin en el piano. "Pero puedo decir que hubo un tremendo respeto, colaboración, escucha y chequeo de Sam para contemplar que todos estuvieran cómodos con lo que se hacía."
Por su parte Depp (hija de Johnny y la cantante francesa Vanessa Paradis) ha defendido el número de escenas de desnudos, diciendo que la "desnudez ocasional" de su personaje está pensada para espejar su estado emocional. "Entiendo a cualquiera pueda sentirse desalentado o intimidado por lo que pueda estar viendo. Es comprensible. Puedo decir que al hacerlo se puso mucho cuidado con todos", asegura Azaria,
Chaim, como Azaria, es un judío sefaradí, parte de la diáspora judía que originalmente se instaló en España. El actor nació y se crió en Manhattan, donde sigue viviendo; fue allí, en ese crisol estadounidense, donde Azaria descubrió su talento para la imitación. "Desde los cinco años tuve uno de esos grabadores gigantes de cinta, y para mí era el juguete perfecto. Podía hacer voces diferentes y entretenerme durante horas, solo en mi cuarto", recuerda.
Hablando con Azaria, queda claro que sus personajes viven en él durante mucho tiempo después de terminar su tiempo en pantalla. Cuando describe roles del pasado, salta por acto reflejo a sus acentos, sea un ítaloamericano al estilo Los Soprano o una octogenaria española basada en su abuela. Como todos los grandes imitadores, en cada arranque hay una dosis nada menor de comedia. "Simplemente pensé que todos podían hacerlo", relata. "No me daba cuenta de que era una habilidad rentable hasta que tuve veinte años." Y fue muy rentable. En el pico de la popularidad de Los Simpson, a comienzos de siglo, los integrantes principales del elenco recibían una paga de 400 mil dólares por episodio. "Me funcionó muy bien", reconoce Azaria.
Los Simpson allanó el camino de Azaria a la televisión y el cine con actores reales. Su hoja de trabajo incluye la comedia de culto La jaula de las locas de Mike Nichols (1996), y populares series dramáticas como Ray Donovan y Brockmire. Más allá de Los Simpson, quizás es también conocido por su rol como David, el novio científico de Phoebe en Friends. David se involucraba en un triángulo amoroso con el personaje de Lisa Kudrow y Mike (Paul Rudd), hasta que éste conquistaba a la chica. "La historia de mi vida", dice Azaria.
En un extraño momento de paralelas de Hollywood, Rudd también estuvo allí cuando Azaria conoció a quien hoy es su esposa, la actriz Katie Wright. "Afortunadamente, en ese momento Rudd estaba casado, así que estábamos seguros", bromea. Azaria también tuvo un personaje memorable como el infalible némesis romántico de Simon Pegg en la comedia romántica Corre, gordo, corre (2007), dirigida por David Schwimmer (el Ross de Friends). Ambos colegas, dice, fueron amables y pacientes con él, que era un "sobrio muy reciente" y todavía estaba "ajustándose":
En 2017, uno de los personajes más populares de Azaria en Los Simpson, Apu Nahasapeemapetilon, se convirtió en el centro de un ajuste de cuentas cultural. Ese año, la comediante indoamericana Hari Kondabolu estrenó un documental titulado El problema con Apu, que expuso los estereotipos racistas asociados con un personaje inmigrante vocalizado por un hombre blanco. Al tomar el personaje en 1989, Azaria reveló que había tomado inspiración de la comedia de Blake Edwards La fiesta inolvidable (1968), en la que Peter Sellers se oscureció la cara para interpretar a un desafortunado actor indio. "Eso representa un verdadero punto ciego que tuve", ha dicho Azaria. "Aquí estoy, basando alegremente a un personaje en algo que ya antes había resultado algo enojoso." Durante uno de sus shows de stand up, Kondabulu se refirió a Azaria como "un tipo blanco haciendo una imitación de un tipo blanco burlándose de mi padre."
La conversación tiene lugar solo semanas después de su primer debate público con Kondabulu en el podcast Code Switch de la señal pública NPR. "Para todos los involucrados, hubo un sentimiento de sanación", dice Azaria. "Creo que es un buen ejemplo de cómo una conversación realmente incómoda puede convertirse en una productiva."
Aunque Azaria dejó de hacer la voz de Apu en 2017, no fue hasta 2020 que oficialmente dejó el personale del servil dependiente de Kwik-E-Mart. Al principio, admite Azaria, cuestionó si el rebote era suficiente para matar al personaje. "Por un lado, no quería meterme en la llamada 'presión virtual' o 'la turba digital', como se lo quiera llamar. Por otro, no quería seguir enganchado en una práctica nociva, si eso es lo que estoy haciendo", señala. A su favor debe decirse que investigó sobre el tema, asistió a seminarios y tuvo conversaciones con personas sudasiáticas. Durante la charla en NPR, Azaria recordó haber leído una noticia sobre un dependiente que había sido víctima de un violento asalto. Sus agresores fueron escuchados llamándolo "Apu". "Creo que si en ese punto me quedaba alguna duda... tuve la respuesta. Apu se había convertido en un insulto", dijo.