Nada más necesario y oportuno que por fin llegara el primer libro de María Fernanda Trebol, y mejor que sucede con un premio, y mejor aún de Casilda, su luz natal. Trebol trabaja con prepotencia, sabe mucho, pero a la astucia le suma convicciones de escritxr. Y me consta que lo hace hasta la extenuación, lee, da clases, edita, gestiona y escribe. Va siendo como un tipo antropológico griego en la literatura de Rosario, publicando y haciendo publicar en muchos espacios literarios. Merecía hace tiempo su primer libro, que si se demoraba más, iba a ser el segundo o el tercero. Esta selección de cuentos refleja con justicia su estilo, fundado en una gran biblioteca, y que fluye con una fábula siempre poética, política, desde la intimidad hasta el colectivo y plena de recursos léxicos, sonoros, visuales, polisémicos, intertextuales donde nunca faltan la rabia, la ternura, el dolor y la esperanza. Como si fuera poco, Trebol escribe con la cortesía justa para que los lectores puedan participar de su mundo. Por caso, el cuento que sugiere el título, La siesta, es una alegoría perfecta de Argentina, una fábula, un ensayo y una oda trágica del país de las lluvias, donde será imposible demorarse o dejar de leer. Como el primer libro de una novela que comienza.