El eje Luiz Inácio Lula da Silva-papa Francisco ya es un hecho. El presidente confirmó este sábado durante una visita a la Amazonia su viaje a Roma. Hacia esa capital embarcará este lunes para mantener el segundo encuentro con Jorge Mario Bergoglio, uno de los jefes de Estado con quien ha tenido más afinidad en temas geopolíticos gravitantes, empezando por el caso de la guerra en Ucrania. Después de la escala en Italia el mandatario volará a Francia para conversar sobre la guerra con Emmanuel Macron.
La cumbre en el Vaticano fue mantenida en pie pese a que el Pontífice de 86 años está convaleciente de una cirugía debido a una obstrucción intestinal que lo obligó a permanecer nueve días internado en el Hospital Gemelli, de Roma,de donde fue dado de alta este viernes.
Sin dilaciones
Al parecer tanto el Palacio del Planalto como la Santa Sede coincidieron en no postergar la audiencia frente a la escalada de una contienda a la que el Papa ha caracterizado como la antesala, sino el inicio mismo de una Tercera Guerra Mundial signada por la amenaza nuclear. Un conflicto que se encamina hacia una fase potencialmente más sangrienta en caso de continuar la contraofensiva ucraniana coincidiendo con verano boreal.
Tanto para Lula como para Francisco es necesario alcanzar cuanto antes un alto al fuego a pesar de la reticencia de las partes involucradas directamente, Rusia y Ucrania, y los aliados de ésta, Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y la OTAN.
"Más diplomacia"
"No hay solución militar para esta guerra, necesitamos más diplomacia y menos intervenciones armadas en Ucrania" dijo Lula ante la mirada vacía de matices de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la UE , a quien recibió la semana pasada en Brasilia. Ese trecho del discurso mostró a las claras el océano que separa a las posiciones de Brasilia y Bruselas, sede de la UE.
Por su lado la jefe del ejecutivo europeo no buscó matizar las palabras para agradar a su anfitrión cuando justificó a libro cerrado la opción militar contra la invasión rusa contra Ucrania en la que vio una "amenaza a los valores" europeos.
Von der Leyen empleó un tono en el que por momentos recordó los tiempos en que fue ministra de Defensa y dirigente de la Unión Social Cristiana Alemana durante la administración Angela Merkel, la "dama de hierro".
No fue mucho menos militarista el planteo formulado por el actual jefe del gobierno alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, cuando visitó a Lula cinco meses atrás también en el Palacio del Planalto, con el agregado de haber solicitado que Brasil venda armas a Kiev. Un pedido respaldado por Estados Unidos y que agrada por demás a los militares brasileños. Lula rechazó sin rodeos la venta de equipamientos bélicos.
Poder blando
Sin armamento nuclear y carente de una fuerza militar de importancia a escala global Brasil apuesta a la influencia y el prestigio de Lula unidos a una diplomacia calificada en pos de la solución negociada de la guerra mediante la creación de un club de países formado por el propio Brasil más China, India e Indonesia.
Esa influencia, poder blando o "soft power", fueron construidos por Lula durante sus primeros dos mandatos, cuando intermedió para limar asperezas entre sus colegas Hugo Chávez, venezolano, y Alvaro Uribe, colombiano, y contribuyó para impedir un golpe contra el mandatario boliviano Evo Morales promovido desde Santa Cruz de la Sierra.
Pero ahora la apuesta de Lula es más incierta: tratará de hacer valer su peso más allá de su área de influencia regional, en una guerra que pone en jaque el orden geopolítico mundial.
El presidente estadounidense Joe Biden, su colega ucraniano Volodimir Zelenski , además de los jefes de gobierno de Alemania, Holanda y Gran Bretaña recibieron con desinterés la propuesta lulista. Esa misma fórmula fue mejor acogida por el presidente ruso, Vladimir Putin y su par chino Xi Jinping, y saludada con cierta expectativa por el francés Macron. Y debe ser aceptada de buen grado en setiembre durante la próxima cumbre de los BRICS en Sudáfrica.
Al mandatario y a su asesor internacional Celso Amorim, los tiene sin cuidado que la iniciativa haya sido recibida con recelo por parte de las potencias occidentales y Ucrania, porque se trata de un movimiento de piezas pensado a medio y largo plazo, que precisa ganar credenciales entre los grandes "players" de la política internacional. De momento, sostienen Lula y el ex canciller Amorim, lo que importa es conquistar visibilidad y confianza diplomática.
Francisco
Para Lula que su propuesta tenga asidero en Roma es una victoria significativa. Con dos milenios de experiencia diplomática el Vaticano es un socio nada despreciable y Francisco es un interlocutor confiable.
El Papa fue el primer jefe de Estado que recibió a Lula, en febrero de 2020, luego de sus casi dos años de arresto a raíz de las condenas posteriormente anuladas por la Corte en la mañosa causa Lava Jato.
Desde entonces el diálogo entre ambos líderes ha sido fluido y sus posiciones generalmente fueron convergentes no sólo respecto de la guerra , sino también en la lucha contra la pobreza, en la defensa del medio ambiente y en la denuncia de la ultraderecha planetaria. Francisco nunca ocultó su posición contraria al gobierno extremista de Jair Bolsonaro y envió señales elocuentes sobre su simpatía por Lula en las elecciones vencidas por éste en octubre pasado.
Francisco generó empatía con los brasileños desde su visita en 2013. La primera que hizo al exterior tras ser electo Papa. A su interlocución con los fieles le sumó el diálogo con intelectuales y artistas como Chico Buarque. Esta semana luego de encontrarse con Lula Francisco puede encontrarse con Caetano Veloso, a quien le envió la invitación.
Amazonia
Hasta el cierre de esta nota no había sido divulgado el horario del encuentro en el Vaticano ni los detalles del temario, pero se da por seguro que además de hablar sobre la guerra, Lula y Francisco conversarán sobre la Amazonia, un tema que preocupa a ambos por igual, mucho más luego de la devastación a la que fue sometida la floresta durante los cuatro años del gobierno bolsonarista.
Durante una visita al municipio de Abaetetuba, próximo a Belém, capital del estado amazónico de Pará, Lula dijo este sábado que espera que Francisco realice próximamente su segundo viaje a Brasil, luego del que hizo en 2013 cuando visitó Río de Janerio.
"Yo quiero convidarlo ( a Francisco) para que venga a Brasil , quiero convidarlo para que venga a la fiesta del Cirio de Nazareth que se hace acá. Sería extraordinario que pudiese venir al estado de Pará, yo voy a convidarlo y pedirle una bendición para todo el pueblo de Abaetetuba. ¡Prepárense porque las cosas comienzan a acontecer en este país!", anunció.
La romería del Cirio realizada cada año en la Amazonia moviliza cerca de 2 millones de personas en el país con más población católica del mundo, a pesar del avance de las iglesias neopentecostales, mayoritariamente bolsonaristas. El Papa tal vez acepte la invitación de Lula, como parte de su geopolítica de la fe ante la explosión evangélica de cuño, en general, ultraderechista.
Embajada sin coronel
De urgencia, días antes de embarcar a Italia, Lula convocó al comandante del Ejército y al ministro de Defensa, general Tomás Piva, para anular la designación del coronel de extrema derecha Jean Lawand Jr, como agregado militar de la Embajada en Estados Unidos.
La cabeza de Lawand, aliado de Bolsonaro, rodó luego de que la Policía Federal reveló sus diálogos con otro militar mientras conspiraban a favor del fallido golpe de Estado del 8 de enero.
Su destitución infligió un derrota al expresidente y, más que ello, contribuyó a la depuración del cuadro de embajadores y asesores militares en las principales misiones diplomáticas del mundo, indispensable para que Lula pueda llevar adelante su nueva política externa que entre sus prioridades tiene la de promover la solución pacífica del conflicto ucraniano. Y tomar distancia de los dictados belicistas de la UE y Washington.
Diplomacia militar
Si los nuevos embajadores designados por Lula en Estados Unidos, Italia, el Vaticano, Francia y Alemania, están en armonía con las premisas pacifistas emanadas de los palacios del Planalto y e Itamaraty, conducido por el canciller Mauro Vieira, lo mismo no se puede afirmar sobre la diplomacia paralela alentada por unas Fuerzas Armadas de vocación belicista y atlantista.
A comienzo de este mes , luego de que Lula explicara su propuesta de diálogo entre Ucrania y Rusia ante los líderes del G7 en Japón, el Ejército recibía a oficiales de Estados Unidos y otros países occidentales para participar en un seminario sobre doctrinas de combate. Esa sintonía castrense entre brasileños y nortemericanos - consenso que incluye la venta de armas a Ucrania- ya había sido puesta de relieve en la reunión celebrada el mes pasado por el comandante del Ejército Paiva y Laura Richardson, jefa del Comando Sur.
En el Partido de los Trabajadores (PT) fruncen el ceño ante esta diplomacia al margen de la impulsada por Lula. Para el diputado Carlos Zarattini, del PT, el seminario organizado por el Ejército fue una iniciativa "inconveniente". La política de "neutralidad"´y de "no venta de armas a las partes en conflicto ucraniano" defendida por el gobierno tiene que ser acatada en todas las esferas del Estado, incluyendo las Fuerzas Armadas de las cuales "el presidente Lula es el comandante en jefe ", subrayó el legislador en diálogo con Página/12.