El peronismo santafesino casi siempre recorrió caminos inversos a las sinuosas rutas que trazó el partido a nivel nacional. Tardó ocho años en abrirse a la fuerza arrolladora del kirchnerismo y mantuvo siempre perfiles que conectaran más directamente con el electorado provincial. Rompió lanzas cuando se desató la “guerra con el campo” y dos expresidentes del PJ santafesino -reutemistas de pura cepa- no dudaron en su momento en pasarse a las filas del macrismo. Es más, desde el principio de la construcción de su última candidatura a gobernador no pocos apuntaban a que Omar Perotti sellaría un acuerdo con Mauricio Macri para postularse en Santa Fe: se equivocaron feo, el acuerdo fue directo con Cristina Kirchner para ganar de punta a punta. La vicepresidenta volvió a mostrar su pragmatismo cuando en el 2021 acordó nuevamente con Perotti las listas de diputados y senadores nacionales.
Todo eso es el peronismo santafesino hoy: un mix que ofrece distintos perfiles capaces de recoger por izquierda y por el centro para llegar al poder. Peronismo explícito y genuino, si se quiere. Pero además, no sólo aprendió a convivir entre sus distintas “tribus” y entremezclarse, sino que desarrolló normas y prácticas de convivencia pacíficas que le vendría muy bien recordar a los actores de la flamante Unión por la Patria a nivel nacional.
La foto de unidad que logró el peronismo provincial con los precandidatos Marcelo Lewandowski, Marcos Cleri, Eduardo Toniolli y Leandro Busatto; sus respectivas aspirantes a vicegobernadora y las autoridades del partido, no sólo tiene la fuerza que la imagen puede ofrecer sino que contrasta de manera contundente con lo que pasa en la oposición.
El festival de acusaciones entre Carolina Losada y Maximiliano Pullaro pone en serio riesgo las posibilidades de Unidos para Cambiar Santa Fe. Las graves denuncias de vinculaciones estrechas de Pullaro con el narcotráfico transitan un camino de no retorno y, como dijo el presidente del comité nacional de la UCR Gerardo Morales, “serán responsables de lo que pueda pasar” en las elecciones generales de septiembre. Como pasa a nivel nacional, dirigentes que creían que estos comicios eran sólo un trámite asisten sorprendidos a la conformación de un escenario que ya no les es tan favorable.
En el medio son dignas de reconocimiento las piruetas políticas e ideológicas que ensaya Mónica Fein para explicar su acuerdo con la candidatura presidencial del peronista Juan Schiaretti, diferenciarlo además de Perotti al que todos ven parecidos, justificar su ingreso a una coalición que tiene al PRO como protagonista, dar pistas sobre la interna con el exgobernador Antonio Bonfatti y a la vez sostener que son la alternativa progresista en el marco de tanta mezcla. Es mucho, aún para la esforzada militante que fue y es la exintendenta de Rosario (ver edición de ayer de Rosario/12).
Por su parte, Perotti volvió a mostrar equidistancia con todos los precandidatos del peronismo. La explicación de por qué no estuvo en la foto fue una supuesta cuestión de agenda. A la misma hora de la convocatoria del PJ, el gobernador participaba en la Universidad Católica de Santa Fe en el cierre de una jornada de jóvenes de la organización internacional Scholas Occurrentes, creada por el Papa Francisco en 2013.
Pero sí ponderó la foto de unidad en declaraciones posteriores y avisó que será una interna “constructiva. Es lo que queremos y la sociedad necesita”, subrayó. Y expresó su deseo de que esa fotografía de unidad y el comportamiento en la disputa de las Paso, represente a “la mayoría de los santafesinos y santafesinas”.
Sorprendió también el gobernador con un pronunciamiento político de los que no suele ensayar a menudo. Dijo que el cambio de nombre del Frente de Todos a Unión por la Patria era “una coyuntura” y que lo importante era no perder “la esencia que es la doctrina justicialista. De lo que no hay que alejarse es del compromiso social, del resguardo de la producción, el trabajo y el ascenso social, allí es donde no hay que perder el rumbo”, aseguró. Tampoco desconoce que es su gestión la que será evaluada en estos comicios y por eso pidió “defender las cosas que se han hecho y bien y entendemos que deben quedar”.
Por su parte, el senador nacional y precandidato a gobernador Lewandowski, le agregó otro razonamiento al pedido de Perotti: “Hay que avanzar para potenciar lo bueno, corregir lo que está más o menos y cambiar lo que está mal". Y aseguró que el verdadero objetivo y el verdadero adversario “están en el 10 de septiembre” por eso no hay que “tener una interna sangrienta, una interna que realmente sea irreparable”. Y agregó que lo que quieren mostrar a la sociedad es que “más allá de los matices que se van a dirimir en las Paso, “hay un criterio y que no intentamos juntar el agua y el aceite”.
Sí se abrió una brecha en el departamento Rosario. El concejal Lisandro Cavatorta, por alguna razón, ya no es el preferido de Perotti que habilitó la participación del secretario de Turismo, Alejandro Grandinetti, para competir en la misma categoría. A diferencia de lo que sucede para intendente de Rosario donde el gobernador despejó el camino para la poderosa Paso que protagonizarán Roberto Sukerman y Juan Monteverde.
Por acción u omisión el jefe de la Casa Gris ha sido clave en los armados de todo el territorio, por supuesto, sin dejar de mirar y accionar respecto de su propia suerte como precandidato a diputado provincial. Una categoría sumamente competitiva en la que aspira a llevarse las 28 bancas que la Constitución le otorga al ganador. Pero no alcanza sólo con imponerse en las urnas sino que también es clave la diferencia que se obtenga para garantizar a través del sistema D'Hont y de la ley de cupo femenimo que la integración final de la lista sea hegemonizada por la mayoría de hombres y mujeres más cercanos a Perotti. Pensando en el objetivo final que es presidir la Cámara baja provincial como lo hicieron sus antecesores Bonfatti y Miguel Lifschitz.