Los guardapolvos se extienden hasta sus cabezas y se difuminan en el pelo entre cano. La continuidad de la imagen, un color y una forma, calma. Los guardapolvos y el cabello entre cano desde hace demasiado tiempo, me calma. Nací un día que Dios estuvo enfermo. Todos saben que vivo, que soy malo; y no saben del diciembre de ese enero. La casa destinada al director de la Colonia se pliega a esta morosidad entre cana. Y aunque nadie la ha habitado nunca, su blancura aséptica es parte de las consideraciones presupuestarias erogadas cada año.
Hubo una vez, un Ministerio de Salud con su presupuesto[1]. Papá es pionero. La hace suya: casa tomada. Entonces la familia se traslada definitivamente. Los eucaliptus añosos como los doctores ya no asomarán para nosotros cuál postales de verano, mañanas de días feriados, descansos de fin de semana. En 1984 Papá nos instala. Nos incrusta en la línea sin fuga, cronicidad de domingo. Solo él tiene potestad para la huida épica. Potestad para fugarse como un para siempre.
A cambio ofrece parque, pileta (también pabellón). Habitaremos el reino de la P. ¡Viva Perón! ¿Aprendo a leer a manos de un niño o quizás, de un escribiente negligente? Sí, en la pared se lee desprolijo “¡Viva Perón!”. Aprendo a leer a manos de un paciente. Pues yo nací un día que Dios estuvo enfermo, grave.
Donde la P todo lo puede, se ordena ampliar el grafiti original hacia la izquierda del muro. Se agrega: “Convertir la lástima en Justicia”. Firma Evita capitana. Y que los Eunucos bufen. Es 1984 y en este lado del río, la Patria es Peronista.
Apreto los muslos, encojo los brazos, hundo la panza te lo juro, pero no paso. Cecilia, la hija del administrador, es una niña menuda. Ella sí ha podido deslizarse por debajo del filo del alambre. Cecilia es delgada, esbelta y previsora. Ni bien lo vio ingresar por la puerta central del cerco de la pileta, corrió hacia el extremo opuesto para ganar tiempo y salirse al ras del suelo, tironeando el alambrado que parecía adherido a la tierra. Imito sus acciones, me achicharro como pasa pero no hay caso, mis piernas son regordetas, mi cola prominente. La he raspado hasta sangrar y no paso. Así que aquí estamos, mirándonos sin pausa en el dueto más aterrador de mi vida. El instrumento es la mirada. No habla, no hablo. Lo miro porque no me resigno a volverme una pasa estéril. Lo miro porque la obra es de a dos y no voy a dejársela regalada. El parque, la pileta, el pabellón perdieron toda morosidad entre cana. Lo ominoso. El parque, la pileta, el pabellón y este paciente que alguna vez fue amigo y ahora se aproxima para devorarme. Maldito seas Papá.
[1] La palabra presupuesto está formada de pre- (antes) y supuesto (hipótesis, creído o dado por cierto). supuesto viene del latín suppositus formada de sub (abajo) y positus (puesto) lo que daría “puesto abajo”. En efecto un “supuesto” es algo que se entiende debajo de un hecho o un dicho, lo que una cosa “lleva debajo”. Entonces presupuesto sería algo así como” el supuesto previsto con antelación”.