Desde Washington

Falta casi un año y medio para las elecciones presidenciales en Estados Unidos, pero la política del país norteamericano ya está metida de lleno en las campañas para las primarias. En el último mes, seis precandidatos anunciaron su intención de competir por la nominación del Partido Republicano. Este fin de semana, el presidente Joe Biden encabezó en Filadelfia el primer acto de lo que será su búsqueda de la reelección. Todos estos movimientos, sin embargo, quedaron eclipsados por lo que será el principal tema que dominará la campaña electoral de acá a noviembre de 2024: los procesos judiciales del expresidente Donald Trump.

El magnate fue imputado el 8 de junio pasado por el manejo de documentos clasificados. Es la segunda acusación en su contra, después de la que recibió a fines de marzo por supuestas irregularidades contables vinculadas al pago a una actriz porno para silenciarla mientras él se postulaba a la presidencia durante 2016. Es la primera vez que Estados Unidos se enfrenta a la situación de tener un expresidente imputado. Uno que, sobre todo, es un precandidato con altas posibilidades de competir nuevamente por la Casa Blanca.

Trump y sus seguidores creen que esta situación está motivada políticamente. Según ellos, al imputarlo por quedarse con documentos clasificados, el Departamento de Justicia quiere dejar fuera de juego al que puede ser el principal rival de Biden en 2024. Como respuesta a la inculpación, el expresidente usó su propia red social Truth Social para calificar a la administración de Biden como “corrupta”. En sus publicaciones se declaró inocente y consideró que el país norteamericano se encuentra en un “declive rápido y serio”.

Los procesos judiciales en contra de Trump no terminarán con las dos imputaciones que ya cosechó en lo que va del año. El expresidente también es investigado actualmente por su papel en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, en el que sus seguidores entraron a la sede del Congreso del país norteamericano para impedir la certificación de Biden como presidente. También lo investigan en el estado de Georgia por supuesta interferencia en las elecciones de 2020. A pesar de que dos conteos dieron por vencedor a Biden en ese estado del sureste del país, Trump insistió en que hubo fraude y fue grabado en una conversación con las autoridades electorales del estado pidiendo que le encontraran los “11.780 votos” que le faltaban para ganar. Todo indica que las noticias sobre las investigaciones que enfrenta el magnate se prolongarán por todo el verano que está a punto de comenzar en Estados Unidos.

Para quienes compiten contra él en la interna republicana, esto es un problema. Mientras los nuevos aspirantes buscan cada oportunidad para incrementar su exposición frente al electorado, el expresidente tendrá garantizada una cobertura gratuita de los medios de comunicación cada vez que haya alguna novedad en las causas.

Trump ya de por sí encabeza las encuestas de la primaria de su partido. Según un sondeo difundido el viernes pasado, el electorado republicano continúa apoyando al ex presidente. La encuesta arrojó que aunque un 56% de los encuestados prefiere que Trump se baje de la carrera por la Casa Blanca, un 64% de los republicanos continuarán apoyando al magnate si se queda en la campaña. Menos de un tercio dijo que planeaba votar por otro candidato del partido. En el mismo sondeo, el 76% de quienes se reconocen como votantes republicanos dijeron que tienen una imagen favorable de Trump. Es decir, las imputaciones tienen poco efecto en cambiar la opinión de la base más leal al ex mandatario.

Además de quedar en un segundo plano al inicio de sus campañas, los otros aspirantes republicanos se enfrentan a un doble desafío: no pueden hablar a favor del ex mandatario sin arriesgarse a perder apoyo en favor de Trump y no pueden criticarlo para diferenciarse sin provocar el rechazo de los votantes del partido. Uno que parece haber encontrado el delicado equilibrio es el gobernador de Florida y segundo en las encuestas, Ron DeSantis, quien prefirió atacar al Departamento de Justicia por sus supuestos motivos políticos para investigar a Trump.

En tanto, Biden parece haber elegido un camino distinto. El mandatario, que busca la reelección sin mucha oposición dentro de su partido, empezó formalmente su campaña el sábado en Filadelfia. Allí aprovechó para hablar de sus propios logros como presidente, algo que será central a la hora de convencer a los votantes de volver a elegirlo en 2024. En contraste con la campaña que lo llevó a la Casa Blanca, Biden esta vez no parece todavía concentrado en antagonizar con Trump. Tiene por delante una tarea más complicada: convencer a un país de que él es el indicado para “terminar el trabajo” que comenzó hace dos años y medio. Según las encuestas, Biden tiene una aprobación en promedio del 40,9%, una cifra que está por debajo de lo que medía Trump a esta altura de su mandato.

Biden en ningún momento de su discurso mencionó el nombre del expresidente. Se refirió a él solamente como su “predecesor” en una parte del discurso para trazar el contraste entre la forma en la que Trump consideraba la inversión en infraestructura y el trabajo realizado por la actual gestión en la Casa Blanca.

Con uno de los datos de inflación más alentadores en casi dos años, 4% anual en mayo, Biden ahora prefiere hablar de la economía, una de las preocupaciones centrales en la mente de los estadounidenses. En Filadelfia, el presidente hizo un repaso de lo que evidentemente considera sus principales logros en este ámbito: destacó las inversiones en infraestructura, ciencia y tecnología y se calificó a sí mismo como “el presidente más pro-sindicatos de la historia” del país.

A diferencia de la interna republicana, la primaria demócrata tiene todavía pocos jugadores y no hay demasiadas voces que se opongan a la figura de Biden. A diferencia de Trump, el presidente se puede dar el lujo de empezar una campaña en la que solo hable de lo que puede hacer desde la Casa Blanca. Su único desafío será no quedar opacado por toda la atención que va a acaparar su antecesor con sus problemas legales.