El índice de inflación basado en los precios de las comercializadoras de la Economía Social, Solidaria y Popular elaborado por el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO) muestran una realidad incontrastable. En el período agosto-diciembre de 2022 el aumento de la canasta básica alimentaria en estos locales fue de 4 por ciento frente al 6 por ciento de los supermercados.
Esto implicó un ahorro de 13.485 pesos para las familias que consumen en estos espacios. En algunos productos esta diferencia fue mayor, como el caso de los huevos, que son un 75 por ciento más caros en los supermercados, o el kilo de yerba que vale 645 pesos en los almacenes populares frente a 853 pesos en los supermercados.
“Es importante destacar que cuando comparamos precios de la ESSYP contra supermercados dejamos fueras muchas cuestiones económicas, como el desarrollo local que promueven estas experiencias a partir de fortalecer a pequeños productores, de capitales nacionales (sus retornos o ganancias quedan en el circuito nacional) y ofreciendo productos agroecológicos. Desde el lado del consumidor se accede a mejores productos a mejores precios”, aclara el informe.
Un largo camino
“Primero que nada debemos decir que logramos desarrollar en distintos territorios del país una diversidad muy grande de líneas productivas con agregado de valor, arraigo y generación de trabajo genuino que hoy se encuentran a disposición en distintos lugares del país. El logro mas importante fue haberlas desarrollado de una manera sistemática avanzando en habilitaciones, marcas propias, experiencias de producción colectivas, mejoramiento de la calidad, aumento de los volúmenes”, explica Pablo Blank, parte de Monte Adentro, la comercializadora del Movimiento Campesino de Córdoba. En 2017, luego de quince años de construcción territorial en toda la provincia, el MCC inauguró dos locales en Córdoba capital y Villa Dolores.
“Esto fue posible a partir de que construimos y fortalecimos estructuras de gestión, acopio, logística y distribución que permitió sostener espacios de venta. Junto con esto, y en articulación con redes de consumo justo, instituciones académicas y con organismos públicos, logramos desarrollar líneas de capacitación y de innovación tecnológica que fortalecieron los procesos productivos y comerciales con capacidad y protagonismo en el trabajo de los miles de compañeras y compañeros. De a poco vamos demostrando que es posible generar esquemas de producción y distribución que sean sustentables económicamente y que su fin no es acumular ganancias privadas sino satisfacer necesidades alimentarias como un derecho", agrega.
Una red en todo el país
Como parte del Movimiento Nacional Campesino Indígena Somos Tierra y la Mesa Agroalimentaria Argentina, Monte Adentro también comercializa productos de otras organizaciones como por ejemplo la Red Puna de Jujuy.
“Abarcamos 300 kilómetros de territorio donde tenemos toda la zona de quebrada donde es la ganadería y en la zona baja lo que es grano y verdura. Abarca comunidades sobre la ruta 9 pero otras alejadas”, cuenta Javier Mendez, de la Red Puna, que nació en 1995 como una agrupación de familias campesinas e indígenas de una de las zonas más pobres del país.
“Nosotros queríamos intervenir esa materia prima en el marco de un procesamiento, por eso creamos un centro de procesamiento de granos andinos en Humahuaca. Después se ha ido un poquito tratando de organizar con locales comerciales ubicados en centros urbanos y turísticos que tienen gran confluencia de habitantes. En la zona norte La Quiaca, en Humahuaca y Tilcara. No ir a grandes centros porque eso implica una gran demanda que a veces no se cubre desde los recursos humanos y también desde los costos”, explica.
Hoy los chacinados de llama (carne muy buscada por ser más magra y saludable), las harinas y fideos de maíz y quinua (además de pochoclo y chizitos de granos agroecológicos), o los tejidos ancestrales de las comunidades andinas, pueden conseguirse en locales de Córdoba, pero también de Buenos Aires o Mendoza.
“A través de las redes que establecimos intentamos generar la comercialización de productos que habitualmente no están en lo mercados tradicionales por su volumen y característica, a través de estructuras que son cooperativas, solidarias y generan impacto territorial”, explica Natalia Manini de la Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra de Mendoza (también dentro del MNCI Somos Tierra y la MAA). “A lo largo de estos años pudimos fortalecer esta red entre comercializadoras, pero también entre los productores que esas comercializadoras acompañan. Siempre priorizando lo local para abaratar fletes”, agrega.
Un sistema virtuoso que acerca al consumidor propuestas de alimentos sanos y baratos fortaleciendo la producción y el trabajo de los territorios perdidos del país, dentro de La Mesa Agroalimentaria Argentina que también ha venido acercando al gobierno diferentes propuestas y leyes para fortalecer la soberanía alimentaria en medio de un crisis que muchas veces se traduce en hambre en las mesas de los argentinos.
* Licenciado en Economía de la Universidad Torcuato Di Tella y master en Periodismo de la Universidad del País Vasco.