Hace unas semanas, en esta columna hice una reflexión sobre los 8 años transcurridos desde el inicio de la primera manifestación masiva y popular Ni Una Menos. Las cifras de los diferentes observatorios feministas nos enfrentaban al horror: 2.282 femicidios y travesticidios desde el inicio de la protesta. Mientras escribía este artículo, Cecilia Strzyzowski llevaba dos días desaparecida en la ciudad de Resistencia, Chaco. Su familia la había visto por última vez la noche del jueves 1 de junio, mientras planeaba un supuesto viaje a Tierra del Fuego con su marido, César Sena, hijo de los dirigentes sociales Emerenciano Sena y Marcela Acuña. Los tres están detenidos junto con cuatro personas de su entorno. Para la fiscalía, a Cecilia la asesinaron y el crimen ocurrió en la casa de los Sena.

Mientras escribo, siento escalofríos e impotencia al conocer los detalles de este caso. Comprendo por qué las preguntas que me hice en la columna sobre el #3J no tienen respuesta.

¿Qué están esperando lxs políticxs? ¿Por qué no hay planes serios para terminar con esta catástrofe? ¿Por qué el femicidio de casi una víctima por día no es prioridad en sus agendas? ¿Como se sentirían si fueran a votar y vieran a los supuestos asesinos de una hija en una boleta? ¿Les daría seguridad? ¿Cómo se puede confiar en los demás representantes que no se la juegan en reconocer que efectivamente esta familia mantenía una relación estrecha con el poder político y con el gobernador Capitanich (del cual recibió unos 140 millones de pesos)? Ya nos hemos resignado a naturalizar el nivel de impunidad con que se manejan las cosas en provincias como el Chaco: me aterra pensar en que aceptamos sin reaccionar que nos gobiernen siempre de manera corrupta del mismo modo que parece que nos acostumbramos a leer sobre una nueva víctima cada día.

Se sabe que los acusados manejan comedores, escuelas, centros de atención médica, que tienen vínculos con la policía y en su casa se hallaron 6 millones de pesos en una mesa de luz: ¿les resulta aceptable que sea la misma policía de Chaco quien esté haciendo los rastrillajes? ¿No les parece una falta de respeto para la familia de Cecilia? Una tomada de pelo para todxs. Estamos viendo cómo se mueven impunemente lxs amigos del poder. No es seria una investigación con la propia policía, que depende de personas que están vinculadas al gobierno.

Hablamos de gente que maneja una caja mensual importante y que seguro «colaboraba» con la policía, como lo hacen tantos políticos. ¿Hasta dónde realmente esto le da la claridad que esta investigación necesita? ¿Debe seguir interviniendo la policía de Chaco después de tantos días? Es una vergüenza. Le pregunto al juez, el Dr. Sandoval: ¿no puede pedir la intervención del Estado, de las fuerzas federales, de la Gendarmería Nacional? ¿Usted cree que es correcto que esta investigación siga en manos de esta policía? Perdón a la policía del Chaco, estoy segura de que también hay gente honesta ahí, pero siento que es necesario, por una cuestión obvia y para asegurar la transparencia en el caso.

Estamos hablando de un hombre que negaba la política construida desde el concepto de puntero político, pero que paralelamente a ese discurso, mediante una fundación manejaba un volumen muy grande de dinero, que vaya una a saber si realmente terminaba en las manos correctas. Quienes viven en Chaco están cansadxs de la injusticia. Algunxs periodistas que cubren el caso cuentan que la gente les grita dos palabras detrás de cámara: «corrupción e impunidad», pero no quieren dar la cara por miedo. Estas son, probablemente, las claves que definen a este crimen.

Gloria, mamá de Cecilia, contó que en la marcha había una columna cuya extensión era la de una cuadra. Esos cien metros estaban conformados exclusivamente por mamás del dolor, de hijas que aún están desaparecidas y de víctimas de femicidios. Gloria se convirtió en un faro para ellas y para todes. La gente del Chaco dijo ¡basta! Esta es una buena oportunidad para esta querida provincia de hacer las cosas bien. Ojalá Gloria pueda saber dónde está su hija.

¡Fuerza, Gloria!