Recién el sábado pasado, y después de doce días consecutivos de marchas y reclamos, el gobierno jujeño salió a dar su versión oficial sobre las protestas y tensiones que aún hoy parecen no encontrar su techo. Fue cuando los constituyentes oficialistas Alejandro Nieva (presidente de la Comisión Redactora) y Gabriela Burgos (vice de la Convención) dieron la cara, a través de una conferencia, en nombre de la administración provincial que empujó la reforma con la complicidad del PJ local. En aquella ocasión no se autorizó a la prensa a hacer preguntas.
Si bien en ese entonces todavía Gerardo Morales no tenía previsto tomar la voz principal, el dueto de su absoluta confianza interpretó la misma partitura que el gobernador se encargaría de instalar con más fuerza a partir del lunes, ocasión en la que no tuvo más remedio que asumir el protagónico discursivo ante los pifies de sus interlocutores.
En ambas ocasiones, la linea discursiva fue la misma que en la mañana del lunes. Morales ya había adelantado en una entrevista a un periodista que se encargó especialmente de cuidarlo y no deslizarle consultas incómodas o riesgosas: la culpa de las protestas y la agitación social eran de personas “del kirchnerismo y de La Cámpora traídos de Buenos Aires” (SIC), o bien de “gente pagada por Milagro Sala”. Todo ordenado bajo la idea del “turismo piquetero”, aseveración postulada por Alejandro Nieva que despertó muchos memes y risas, pero ninguna atención seria.
Pasaron dos días de esas declaraciones y Morales no pudo todavía dar un solo dato concreto que le otorgara veracidad a estas declaraciones disparatadas. Milagro Sala, se sabe, está detenida desde enero de 2016, apenas tres semanas después de la asunción del actual presidente del Comité Nacional de la UCR, mientras que su organización quedó virtualmente desarticulada. En tanto que el kirchnerismo y La Cámpora lejos están del dominio del PJ provincial, en manos de Rubén Rivarola, quien puso a disposición a sus hombres para aprobar de manera unánime la reforma constitucional.
En ese escenario, es muy difícil creer que esas fuerzas sean capaces de movilizar las multitudes que hacen doblar las campanas en la provincia de Jujuy desde el lunes 5 de junio, cuando los docentes jujeños salieron a protestar por sus sueldos de miseria sin imaginar que en tan solo dos semanas lograrían articular bajo el mismo manto de bronca a otros actores sociales, entre los que se encuentran desde gremios de empleados estatales hasta las comunidades indígenas que habitan la Quebrada de Humahuaca, la Puna y las zonas de yungas y valles. Ni Morales ni su coro de súbditos reparó en ellos.
Un papelón en Twitter
Pese a todo eso, y acaso consiente de que con su mera declaración no alcanzaba, el gobernador con aspiraciones presidenciales esperó hasta el martes para mostrar lo que él habrá creído que era el mejor argumento para sostener la tesis de la intromisión rentada por los rivales políticos que él configuró como los principales instigadores de la protesta: una foto en la que, asegura, militantes de La Cámpora saltaban de alegría en plena refriega jujeña, mientras en otra una camioneta con una bandera de la agrupación los conducía por la ciudad de San Salvador.
“¿Pueden explicar Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y La Cámpora por qué mandan militantes de distintos puntos del país a alterar la paz en Jujuy?”, se preguntaba Morales. “Esto confirma mis afirmaciones respecto a cómo el Gobierno nacional está mandando violentos a desestabilizar. ¡Lo único que hacen es fomentar la violencia! ¡Dejen de joder al pueblo”.
Bastaron pocos minutos para que le llegara una respuesta: el ministro del Interior Wado de Pedro replicó esas mismas las fotos y explicó que, en verdad, no eran ni de la fecha ni del lugar que el gobernador jujeño indicaba, sino que en verdad habían sido tomadas un año antes y en Guernica, provincia de Buenos Aires, a casi dos mil kilómetros de distancia de la capital de la provincia del norte. La fake news nació y murió en el mismo día y en la misma arena donde los principales dirigentes políticos decidieron expresarse —y cruzarse también— durante este martes aciago: Twitter.
Naturalmente, Morales (o alguien distinto que le maneja las redes sociales pero con la idéntica falta de creatividad para instalar teorías falsas) dio de baja ese tweet al instante. Pero fue por más y colocó otro posteo en el que replica una supuesta charla por WhatsApp en la cual una persona habla con un contacto (agendado como “Jefecita") que le promete pagarle cinco mil en virtud de algo que ni siquiera en las cuatro capturas de pantalla queda claro. Se supone que es una renta para hacer algo, quizás ir a una marcha, o algo así: la conversación no es clara y el texto que le agrega el gobernador (donde menciona a Bolsonaro y a Trump como malos ejemplos, a pesar de que en su anterior gestión recibió una dudosa visita de Ivanka, la hija del exmandatario de Estados Unidos) tampoco aporte demasiado. Por lo visto no era el mejor día para imaginar conspiraciones creíbles, ya que hasta un propio seguidor le sugirió: “Da vergüenza hacer esto, Gerardo. Llámate a silencio”.
El enemigo piquetero
No es la primera vez que Gerardo Morales intenta instalar una noticia falsa contra quienes él eligió como enemigo político. De hecho, en enero de 2018 había señalado que Diego Matus era contador y pariente político de Milagro Sala luego de que el primero intentaba huir de la policía jujeña con dinero y joyas, una forma bastante evidente de intentar insinuar que esas riquezas eran producto de un vínculo malhabido. Finalmente se supo que Matus ni siquiera era contador, sino arquitecto, y que Sala no guardaba con él relación alguna.
En la escalada de noticias falsas e imputaciones flojas de papeles se sumó Miguel Ángel Pichetto, quien sostuvo que en verdad “en Jujuy hay actividad insurreccional con presencia de infiltrados bolivianos que responden a Evo Morales y piqueteros de izquierda de todo el país”. Es curioso que incluso perteneciendo a la misma fuerza política y viendo que los dos se mantuvieron especialmente interesados en mantener activas sus cuentas de Twitter durante el martes, no hayan usado los mismos teléfonos celulares con los que publicaron dichos postes para, al menos ponerse de acuerdo en la procedencia del enemigo. ¿Vienen de Buenos Aires, del vecino país, son turistas piqueteros o piqueteros de izquierda? A juzgar por el poco afecto a la verdad de Morales y Pichetto, lo más probable es que no se trate de ninguna de las opciones que ellos postularon.
En otro orden, durante la conferencia del martes el gobernador dijo que por culpa de las protestas del sábado, el domingo y el lunes (los tres días feriados), la provincia perdió miles de millones de pesos en concepto de turismo. Nuevamente una contradicción: ¿cómo puede verse afectada esa actividad si justamente su súbdito Alejandro Nieva dijo que los manifestantes eran parte del “turismo piquetero”? Como sea, Morales hasta se animó a ponerle una cifra a ese pasivo: los cortes de ruta le impidieron a la provincia recaudar unos 700 millones de pesos. Nunca especificó la metodología de ese cálculo, apenas lo consignó como una estimación basada en “los que venden bollos o tortillas”, comercio sostenido fundamentalmente por la venta callejera e informal, un clásico de la provincia que todo viajero conoce y consume pero del que difícilmente se pueda establecer una cifra precisa. Como sea, “alguien va a tener que resarcir todo esto”, amenazó.
Entre noticias falsas, contrincantes demonizados y números sin ningún asidero técnico, Gerardo Morales va construyendo su propia narrativa para ocultar los verdaderos motivos de estos levantamientos que tienen a su provincia en un escenario escalofriante, con una represión temeraria y sin una salida clara a la vista.