La vie en rose

“La fotografía es el arte de no apretar el botón”, se lee al comienzo de Horvatland, una web dedicada a Frank Horvat, que se dedicó a viajar para volver con fotos que son pequeñas historias, intrigantes y bellísimas. De esa alquimia surge París, el mundo, la moda. Se trata de una exposición en el museo de arte Jeu de Paume que reúne 170 fotografías abarcando los 15 primeros años de la carrera del fotógrafo. O sea, de 1950 a 1965. Este conjunto, indican desde el museo, pretende echar luz sobre “un momento en el que el auge del prêt-à-porter y la evolución del status social de la mujer modificaron profundamente los cánones del género”. Creada a partir de los archivos dejados por el fotógrafo en su estudio-casa en Boulogne-Billancourt, la exposición incluye publicaciones, escritos y hojas de contacto que permiten poner en contexto la singularidad de esta obra que cambió la historia de la prensa ilustrada de posguerra, permitiendo a las mujeres ejercer una sensualidad más abierta. De hecho, Horvat fue invitado a filmar el primer desfile de Givenchy y una de sus fotos icónicas es la de una modelo con un sombrero blanco de esa firma publicada en 1958. Siete años antes, con la esperanza de entrar en la agencia fotográfica Magnum de Henri Cartier-Bresson, Horvat había documentado la vida cotidiana de paquistaníes e indios. Regresó a París en 1955, donde se sintió atraído por las luces de los cabarets, clubes de striptease y burdeles. Toda esa resonancia se advierte en las fotos de moda de Horvat, que se hicieron rápidamente famosas: Monique Dutto saliendo del metro, Nico en el Bosque de Boulogne, Anna Karina en Les Halles. A partir de entonces, publicó en las principales revistas del momento, como Vogue y Harper's Bazaar. “Lo único que realmente me interesa en una foto es el milagro de lo que nunca volverá a suceder”, dijo este artista que falleció en 2020, a los 92 años.

Una casa en las afueras

Gemma Barron está orgullosa de su casa, en la zona rural de Cambridgeshire. Es luminosa, aireada y cómoda porque está construida de un material cuyos beneficios empiezan a explorarse: el cáñamo. La planta de cannabis, de eso se trata, está asociada a sus efectos psicoactivos. Pero se está convirtiendo con rapidez en un material de construcción sostenible y por eso, codiciado. Por su rápido crecimiento, informa la BBC, es un recurso renovable, con propiedades de captura de carbono. Los materiales sostenibles tienen una gran demanda a medida que la industria de la construcción busca descarbonizarse, agrega el informe. De hecho, los edificios y la construcción son responsables de aproximadamente el 37 por ciento de las emisiones globales de dióxido de carbono. Esto se debe a la gran dependencia de la industria de los combustibles fósiles, incluidos los materiales con alto contenido de carbono, como el hormigón, el acero y el vidrio así como los gases de efecto invernadero emitidos al calentar y enfriar los lugares donde vivimos. “Optimizar la forma en que diseñamos, construimos y renovamos nuestros edificios tiene un papel fundamental que desempeñar para reducir las emisiones y permitir que el Reino Unido cumpla sus objetivos climáticos", le dijo Yetunde Abdul, director de acción climática en el Green Building Council del Reino Unido. “Una parte importante de la solución consiste en explorar el uso de alternativas naturales bajas en carbono, como el cáñamo o la madera”.

Barcos y palitos

Un grupo de investigadores que recorrían la provincia sueca de Bohuslän detectaron marcas irregulares en una pared rocosa cubierta de musgo. Parecían hechas por el hombre, por lo que el equipo retiró cuidadosamente la vegetación y descubrió cuarenta grabados en roca, que representan barcos, animales y personas. Los grabados rupestres, o petroglifos, datan de hace unos 2700 años y son el hallazgo más reciente en Bohuslän. Es un área conocida por su arte rupestre, en particular por las imágenes de la Edad del Bronce en Tanum, un sitio de valor patrimonial preservado por la Unesco. El equipo cree que es el mayor descubrimiento de Bohuslän este siglo. Los diseños se hicieron a través de un laborioso proceso que consistía en golpear piedras contra la roca de granito, que expuso una capa inferior de color blanco. Además de su tamaño, este color hacía muy visibles los dibujos tanto desde el continente como desde los barcos que pasaban por el mar. “Lo que hace que los petroglifos sean únicos es que están ubicados a tres metros sobre la superficie actual del suelo”, escribió la Fundación para la Documentación de las Tallas en Roca de Bohuslän en un comunicado. Lennart Larsson, en cuya finca se encontraron los grabados rupestres, está muy complacido con el descubrimiento. “La verdad es que no estaba buscando petroglifos. Pero ahora puedo sentarme en el balcón de casa y tener las figuras de los barcos y los palitos como una gran vista”, dijo a SVT, la emisora nacional del país.

La dama regresa

Que a sus 82 años Miriam Margolyes haya proclamado “estoy feliz y orgullosa de ser lesbiana” es algo que seguramente no escandalizó tanto al cronista de Vogue, Chris Godfrey, como el hecho de que la actriz lo haya recibido vestida con un cardigan amarillo sobre un vestido turquesa, estampado con pavos reales. “No, no podría decirte qué estilo es porque sencillamente no lo tengo”, dijo ella, encantada con su propia broma al abrirle la puerta de su departamento victoriano, en el sur de Londres. Sucede que Margolyes es la flamante chica de tapa de la edición británica de Vogue, donde posó con diseños de Dolce & Gabanna y de Richard Quinn, entre otros, pero también desnuda detrás de una torre de pastelitos glaseados. “Nunca me avergoncé de ser gay”, le dijo a British Vogue. “Sabía que no era criminal porque era yo. No podría ser criminal”. Es que Margolyes se declaró lesbiana en 1966, una época en que la homosexualidad era ilegal, y vivió la crisis del VIH de la década de 1980, durante la cual perdió a 34 amigos (“en algún momento fueron tantos y tan maravillosos, que los tuve que contar uno por uno”, confesó). Nacida en una familia judía que nunca terminó de aceptar su lesbianismo, lleva 54 años con su pareja, la académica Heather Sutherland, y si bien hicieron una unión civil nunca han vivido juntas: Heather vive en Amsterdam. La excusa de la entrevista es que Margolyes está a punto de publicar un segundo libro de memorias Oh Miriam! Stories from an extraordinary life (“lo hago sólo por dinero pero lo bueno es que por mucho dinero”, dijo sin pudores). Aunque también tiene otros planes, como hacer un documental sobre el conflicto entre Israel y Palestina (“me dicen que me puede costar la vida pero no está claro quién me matará, si los judíos o los palestinos” asegura con mordacidad quien fuera miembro de Jews for Justice for Palestinians). La versatilidad de la actriz le permitió ser Manson Mingott en La edad de la inocencia, ponerle voz a la perra collie de Babe o convertirse en la profesora Sprout en las películas de Harry Potter. Esto la presentó a una generación más joven, aunque “no significa tanto para mí como para ellos”, aseguró. “Para mí, Harry Potter no era importante. Me alegré de haber obtenido el papel y disfruté de conocer a toda la gente, pero no es Charles Dickens”. Por estos días, además, Miriam se someterá a una cirugía cardíaca. “No estoy aterrorizada”, dijo. Y agregó: “con tanta viva vivida, la muerte no es un temor para mí”.