Calores de Corea
La gastronomía coreana se hace carne y uña con los días de clima frío: una cocina rebosante de guisos y sopas, con aromas picantes e intensos. Un buen ejemplo es la gamjatang, sopa elaborada con el espinazo del cerdo, que aporta el sabor del hueso y la delicadeza de una carne que se deshace de tan sólo mirarla. Para probarla, hay que ir al barrio de Flores, a ese cruce comercial definido por las Av. Nazca y Avellaneda. A unas pocas cuadras de ahí, sobre la calle Helguera, está Doma, uno de los bastiones tradicionales de la cocina hogareña coreana en Buenos Aires.
A simple vista es una simple casa enrejada, como otras del barrio: tocando el timbre, un señor o señora (los dueños de casa) abrirán la puerta del garage e invitarán a pasar a un salón prolijo y dispuesto. Más allá del bajo perfil y la falta de cartel, ambos son cordiales y dan una afectuosa bienvenida a comensales occidentales. La carta es breve, con una docena de platos, algunos individuales, otros pensados para compartir. A diferencia de otros lugares más abiertos, acá no hay fotos ni explicaciones; mejor preguntar y dejarse llevar.
El gamjatang (para dos personas, $6000) llega en una cazuela que va al medio de la mesa sobre un calentador a gas, hirviendo continuamente: la sopa es picante y profunda, los huesos se comen con la mano. Aparte, hay toda una selección de platos que también cumplen la función de calentar el cuerpo: un delicioso y bien picante kimchi chigae, un suave bibimbab con el arroz crocante de la cocción, la tok mandu guk, una sopa delicado con mandu (dumplings) y tteokbokki (pasta de arroz), otra sopa más picante de verduras y tofu. Lo mejor es ir en grupo, pedir un poco de cada cosa, sumar unos cuencos de arroz, una cerveza y ser feliz. Una comida completa rondará así los $6500 por persona, precio ajustado para tanta felicidad obtenida.
Doma es parte del circuito de restaurantes tradicionales del barrio coreano, esos cuyos fuegos son manejados por abuelas y madres inmigrantes, que sin ruido ni exageraciones defienden una cocina anclada en las raíces de un pueblo que ama comer.
Doma queda en Helguera 748. Teléfono: 11-6046-4875. Horario de atención: lunes a sábados de 12 a 14 y de 18 a 20. Solo efectivo.
Ravioles a la bolognesa
A esa altura de la Av. Álvarez Thomas, es como si Ortúzar quisiera todavía defenderse de la modernización que viene lavándole la cara al barrio desde hace ya unos cuantos años. Cerquita de la cheta Av. de los Incas, en estas cuadras más anónimas sobreviven talleres mecánicos, se suma alguna unidad básica partidaria, hay uno que otro viejo almacén. Y también está ahí, claro, Bar Oriente, una postal de esquina, un sobreviviente que viene cambiando pieles y manteniendo mañas.
El lugar nació hace más años que memoria: en 1993 Dionisio Basabe compró el fondo de comercio, y hoy sigue a cargo de su familia, responsable de haber traído cocinas y sabores propios. Bar Oriente es un destino de habitués que van cada día, que se sienten dueños de casa, que hablan de una mesa a la otra, beben un Cinzano, un café o una cerveza. Varios carteles advierten: no hay wifi; no hay Mercado Pago. Se suma además otra generación de clientes, los que caen seducidos por la nostalgia bien llevada, jóvenes más o menos hípsters, más o menos intelectuales, más o menos caídos de no se sabe dónde. Siempre habrá alguien leyendo un diario en papel, siempre habrá alguien que sale a la vereda a fumar. A todos abre sus puertas Bar Oriente, dando la bienvenida con sendos tostados de jamón y queso (pan francés o figaza, $950), con un bife angosto a $1600, con milanesas ($1200 / napolitana a $1800), con tortilla de papa a $1600.
Ahora, en estos días otoñales, Bar Oriente saca pecho con un plato oficial y los especiales del día: la carta ofrece los ravioles a la bolognesa, los clásicos de siempre, pequeños y contundentes, que llevan encima la salsa de tomate de buena cocción con carne picada y queso rallado. Además, cada jornada de baja temperatura, anuncian guisos (por ejemplo mondongo a la española, por ejemplo lentejas clásicas, $1600) y una sopa como la de verduras a reconfortantes $1000.
Un sifón de soda, un flan con crema y dulce de leche ($1000), no hace falta más nada. Tal vez, tan sólo, una buena bufanda para ese duro momento en que hay que salir a la calle y seguir trajinando el día.
Bar Oriente queda en Av. Álvarez Thomas 1800. Horario de atención: lunes a sábados de 7 a 15 (cocina de 12 a 15). Instagram: @bar.oriente.
Chocolatada sanjuanina
En medio de tanto menú de cafetería fotocopiado, donde las novedades y particularidades brillan por ausencia, es buena noticia cuando alguien rompe los moldes, por ejemplo sumando a la carta habitual un apartado estrictamente estacional, pensado para los días más fríos del año. Eso hizo Americano, lugar que no sólo ofrece algunos de los mejores cafés de Belgrano sino también comidas originales nacidas en la cabeza de Peter Drinan, cocinero neoyorquino que, si bien volvió a su tierra natal, sigue dirigiendo este espacio armado junto a su pareja Tali Bek.
Como “fall / winter specials” (entre $870 y $1000) Americano planeó una lista de bebidas reconfortantes y deliciosas: hay un té matcha con chocolate blanco y leche, un apple caramel latte (espresso, almibar casero de manzana, leche) e incluso una mandarinada, aprovechando la temporada de este cítrico: lleva jugo de mandarina, almíbar de cedrón, lemon grass y jugo de limón.
Desde que nació Americano, a Peter le gusta jugar con los cruces entre la cultura norteamericana y los gustos locales, un mix que maneja con soltura: así también hay una chicha morada y, lo mejor, uno de los más ricos chocolates calientes de la ciudad porteña: lo llaman chocolatada sanjuanina y suma pistacho, chocolate, cardamomo y leche (en todos los casos la leche puede cambiarse por una de almendras o cajú sin costo extra). Cremosa, especiada, dulce: todo lo que está bien. A esto se le agrega el menú oficial de la casa: cafés espressos y filtrados y una propuesta de all day breakfast con ricuras como las arepitas con huevos revueltos, cilantro, nibs y sésamo, ($1780), la cachapa con queso ($2240) o una reconfortante shakshuka de tomate y huevo. De almuerzo, sándwiches (muy bueno el de hongos con salsa dulce y picante, $3790), pesca del día, lomo, pollo y ensaladas, todo con vueltas de tuerca y jueguitos varios.
Una larga barra, algunas mesas, la cocina a la vista, Americano es una rara avis en la gastronomía local: uno de esos lugares que vale la pena conocer.
Americano queda en Echeverría 1550. Horario de atención: lunes a viernes de 9 a 19; sábados y domingos de 10 a 19. Instagram: @americanoba.